Justin Gatlin, el maldito oficial del atletismo

El público de Londres acoge con abucheos el triunfo de neoyorquino, sancionado 5 años por dopaje

Justin Gatlin silencia al público de Londres.

Justin Gatlin silencia al público de Londres. / periodico

Gerardo Prieto / Londres

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Si hay un atleta que estaba considerado maldito por todo el historial que arrastraba, ese era Justin Gatlin. El velocista de Brooklyn deberá arrastrar además ahora el estigma de haberse convertido en el primer verdugo del imbatible Usain Bolt. El público de Londres no le perdonó este sábado la afrenta y acogió con silbidos y abucheos la primero derrota del jamaicano en un gran campeonato desde el 2007 y, de paso, la primera victoria del estadounidense en un Mundial desde el 2005.

Doce años han tenido que pasar para que este incombustible esprinter volviera a lo más alto del podio. Doce larguísimos años en los que Gatlin ha pasado de todo, pero sobre todo ha vivido bajo la sombra del dopaje que ha perseguido toda su carrera. No tenía ni 20 años cuando la presencia de anfetaminas en su cuerpo le llevó a un año de suspensión, atenuada la sanción de la IAAF a ese tiempo porque alegó hiperactividad.

De la cima al abismo

Por entonces Gatlin era un prometedor vallista, y empezó a ser conocido como 'El Guepardo' cuando prosiguió una imparable carrera que le llevó a ser campeón olímpico de 100 en Atenas 2004 y, al año siguiente, doble campeón de 100 y 200 en los Mundiales de Helsinki. En el 2006 igualó el récord del mundo del hectómetro (9.77) y justo en aquel momento, cuando había alcanzado la cima del mundo, saltó la que sería la bomba más temida. El atleta dio positivo de testosterona, cosa que Gatlin atribuyó a una conspiración urdida por su masajista. El argumento era fatuo y el esprinter, reincidente, veía peligrar toda su carrera con una sanción de ocho años que logró rebajar a la mitad gracias a una presunta colaboración con los organismos sancionadores.

Gatlin, arrogante, ambicioso, inclemente, nunca ha tenido una palabra de arrepentimiento ni de reproche a su propia actitud. "No miro nunca atrás. Culpable o no, ya he pasado esa página", aseguró cuatro años más tarde, cuando en el 2010 la finalización del castigo le permitió reemprender aún con más fuerza su tormentosa y dilatada carrera. Había cumplido ya, en total, cinco años de sanción por dopaje.

El 'show' debe continuar

En su ausencia, el fenómeno Bolt explotó, pero Gatlin nunca se rindió, a pesar de chupar rueda del jamaicano constantemente, tanto en los Mundiales como en los Juegos de Londres 2012 y Río 2016, adonde llegó con mejor marca pero, igualmente, quedó segundo por una sola centésima.

La filosofía del neoyorquino maldito es muy clara: "El show debe continuar. El mundo del atletismo se parecer a un folletín rosa... pero con piques. Mucha gente me adora, otra me detesta, pero todo el mundo me quiere en las grandes competiciones". Este sábado, en Londres, lo que quería la gente era adorar al destronado Bolt.