Ruth Beitia, la sonrisa eterna

La primera campeona olímpica española en atletismo disfruta del oro de Río tras su amago de retirada en el 2012

Beitia,en la celebración de su oro olímpico.

Beitia,en la celebración de su oro olímpico. / periodico

JOAN CARLES ARMENGOL / RÍO DE JANEIRO (enviado especial)

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"Desde que volví no hago más que sonreír y ponérselo fácil a la gente para que disfrute conmigo". Ruth Beitia tenía motivos para sonreír la noche del sábado en Río, donde culminó su carrera atlética con una medalla de oro en salto de altura justo cuatro años después de que anunciara su retirada, decepcionada por el cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Londres.

La saltadora cántabra no podía estar más feliz por haber revocado esa decisión, porque en este periodo de cuatro años ha conseguido más éxitos que en todos los anteriores. Y la culminación ha llegado con ese contundente título olímpico que conlleva varias primicias. Es la primera campeona olímpica española en atletismo (y la segunda medallista, tras el bronce de María Vasco en los 20 kilómetros marcha de Sídney 2000) y, a sus 37 años, la campeona olímpica más veterana en cualquier deporte (en hombres, Joan Llaneras ganó el oro en el velodromo de Pakín 2008 a los 39 años) y la campeona de altura de más edad: la búlgara Stefka Kostadinova tenía poco más de 31 ños cuando ganó en 1996. Beitia se ha convertido en la sonrisa eterna del atletismo español.

APROVECHAR EL MOMENTO

Beitia ha aprovechado a la perfección el momento. Sin las saltadoras rusas, entre ellas Anna Chicherova y Maria Kuchina, sancionadas a título individual o colectivo, la española dominó el concurso de principio a fin gracias a pasar al primer intento los 1,88, 1,93 y 1,97 metros. En esa altura ya solo le quedaban tres rivales. Ella falló los tres intentos sobre 2,00 (el último por muy poco), pero a cada uno de ellos respondieron sus rivales con sendos nulos y, tras fallar sucesivamente la búlgara Mirela Demireva, la croata Blanka Vlasic y la estadounidense Chaunte Lowe, el oro fue a parar al cuello de una exultante Beitia, que lo celebró con la familia, el entrenador y la grada, donde también estaba otra campeona como ella, la jugadora de bádminton Carolina Marín.

"He seguido sus saltos con mucha expectación, y cada vez que fallaba una me sentía más arriba. Con el falló de Demireva se cumplía un sueño, ya era bronce; con el de Vlasic me ha dado un subidón; y con el de Lowe, que compite muy bien, ha sido una explosión. ¡Campeona olímpica! Es el premio a 26 años de trabajo con mi entrenador, Ramón Torralbo, mi cincuenta por ciento, y ahora siento que la vida me ha dado una segunda oportunidad y que estos cuatro años de prórroga que me concedí al decidir volver ha sido un regalo que me ha dado la vida", aseguró Beitia, que desde aquel amago de retirada no ha hecho más que consechar triunfos.

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"Llevaba una mochila cargada de piedras y la solté. Ahora vivo cada día como una oportunidad y disfruto como nunca en la pista". ¿Habrá una segunda prórroga? "Yo, con 41 años en Tokio, no me veo, pero este año tengo objetivos, quiero ganar la Liga de Diamante otra vez y, luego, tomarme al menos tres días de vacaciones".

SALVADORA DEL ATLETISMO

Beitia, ahora sí, se podría retirar tranquila, aunque es probable que aplace el momento porque el atletismo sigue siendo lo que más la llena, más que su formación como psicóloga y su puesto en el Parlamento de Cantabria por el PP. A sus 37 años, ha sido la encargada de salvar el atletismo español (que solo ha conseguido otra medalla, la de plata del recién nacionalizado Orlando Ortega en los 110 vallas) desde su puesto de capitana, como atleta con más larga trayectoria y mejor historial.

Tras ser cuarta en Londres (por detrás de dos rusas, Anna Chicherova y Svetlana Shkolina, y de la estadounidense Brigetta Barrett; las tres ausentes en Río), Beitia consiguió dos títulos Europeos más (2014 y 2016) a añadir al del 2012, y subió al podio en los Mundiales de Moscú 2013 (bronce), además de en dos Mundiales ‘indoor’ y un Europeo ‘indoor’.

Su capacidad de competir se ha mantenido intacta, y su identificación con su entrenador de toda la vida, Torralbo no ha hecho más que crecer. Torralbo fue quien la vio correr cros de adolescente y, al percatarse de lo bien que negociaba los charcos, la persuadió para que probara saltando. También fue decisivo para que Ruth volviera al módulo cubierto de La Albericia, en Santander, cuando ella se hartó de la lluvia cuando salía a patinar, la distracción que eligió en su breve retirada de aquel otoño del 2012. "Físicamente, está igual que en el 2012, y está trabajando muy bien a nivel psicológico. En la final ha estado magnífica, porque ha marcado la competición al pasar todas la alturas a la primera y a las demás les han temblado las piernas".