Facturas que se cobran con pancartas

JOSÉ SÁNCHEZ

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Este 2016 está teniendo un arranque verdaderamente especial, socialmente vivimos en el alambre. Y en lo deportivo, los pericos, lo estamos viviendo intensamente. La confrontación está a la orden del día y en todos los ámbitos se señalan las líneas rojas que no se deben cruzar.

Las pancartas exhibidas en el último derbi han servido para acusar a los pericos de haberlas traspasado y se piden sanciones. También se han visto pancartas ofensivas en el Camp Nou y se han proferido insultos, pero son ‘peccata minuta’.

Pero hagamos memoria. Esta agotadora trilogía de derbis empezó con un encuentro de Liga del que salimos satisfechos porque se consiguió contrarrestar la superioridad blaugrana. He dicho superioridad, sí, porque la diferencia entre ambas plantillas es aplastante. La única manera de frenar al equipo de Luis Enrique es cortar su juego; no puedes jugarle de tú a tú a los campeones de todo. Y el plan de Galca funcionó. Bueno, pudo ser mejor si hubiéramos conseguido la victoria. Una victoria que hace demasiado tiempo que no se logra frente al eterno rival.

LA TORMENTA

A partir de este empate se desató la tormenta. Los jugadores pericos fueron señalados con el dedo acusador: ¡violentos!, clamó el entorno ‘nacionalbarcelonista’. Lo que los jugadores culés y el mismo entrenador habían vivido ‘como un derbi más’, se convirtió en algunos medios en una batalla campal. Un encuentro, recordémoslo, en el que no tuvieron que entrar ni las asistencias ni hubo ningún expulsado, y en el que se señaló al árbitro como culpable.

Y lo que nos temíamos, la campaña consiguió mediatizar al trencilla en el siguiente derbi, el de la ida de Copa, del que acabamos con dos expulsados: titulares indiscutibles y de los mejores sobre el campo, y con un resultado insuperable: 4-1. Pero la cosa no quedó ahí y todos vimos la reacción de los jugadores azulgranas, con Luis Suarez como destacado camorrista y un Piqué que se apuntó al bombardeo metiéndose con la afición rival. Seguro que no habría retado a llenar ‘Corneprat’ con un resultado más ajustado.

Todo ese caldo de cultivo consiguió que el derbi de vuelta fuera catalogado ‘de alto riesgo’. La afición perica estaba caliente; como los mismos jugadores españolistas, que se sintieron “menospreciados y maltratados en el Camp Nou”.

SIN DISCUSIÓN

Y aparecieron las pancartas. El club se reunió previamente con los grupos de animación y les advirtió de que iban a ser mirados con lupa y estos (La Juvenil y La Curva) se comprometieron a ‘portarse bien’. El resultado no fue el esperado y algunas pancartas, a pesar estar disfrazadas de ironía, han herido la sensibilidad de muchas personas y eso no tiene discusión, pero el que provoca se puede encontrar algo con lo que no contaba. Yo no las habría hecho, pero si tengo que rasgarme las vestiduras lo hago por cosas más importantes.

La responsabilidad es de quien las escribe, no del colectivo. No se puede juzgar a la afición del Espanyol en su conjunto. Como tampoco es de recibo que se infiltren periodistas entre los aficionados de forma clandestina buscando ‘material’ para reportajes sensacionalistas. Nosotros también tenemos que soportar a ultras e incontrolados que en las redes sociales, por poner un ejemplo, se ríen abiertamente de la figura de Jarque con comentarios que no repetiré aquí, y nunca se me ocurriría decir que es ‘la afición del Barça’ la que lo hace.

VÁLVULA DE ESCAPE

Lo que se vivió en el campo del Espanyol no dista mucho de lo que se vive en muchos campos, lo que no lo justifica, pero no olvidemos que el fútbol es una válvula de escape para mucha gente. Como no podemos poner un policía al lado de cada aficionado nunca se podrá evitar que alguien, llevado por la pasión y el ambiente, insulte e increpe a un jugador.

Pero en lo que sí podemos ayudar es en que los protagonistas del espectáculo y los medios de comunicación eviten echar gasolina al fuego. Es su responsabilidad. De hecho, una de las pancartas más comentadas, la que hacía referencia al pisotón de Pau -también censurable-, me recordó el ‘písalo, písalo’ (con acento argentino) que popularizó Bilardo y que fue ‘cazado’ por una cámara de televisión, y que todavía hoy se canta en algún campo.