Federer y Nadal, cara y cruz
La expectación por ver a Serena Williams coronando su Golden Slam en Flushing Meadows ha hecho que, en lo que se cree que es un hito en la historia del Abierto de Estados Unidos, las entradas para la final femenina se hayan agotado este año antes que las de la masculina. La competición de los hombres, no obstante, anda también sobrada de dosis de emoción, incertidumbre y opciones de agrandar otra leyenda que muchos probablemente se precipitaron en dar por acabada: la de Roger Federer.
A sus 34 años, el suizo llega como segundo cabeza de serie a las pistas del centro Billie Jean King, donde entre el 2004 y el 2008 logró consecutivamente -haciendo historia- cinco de sus 17 grandes. Pero en el corazón de muchos aficionados es el favorito, aunque no haya ganado un grand slam desde Wimbledon 2012 y desde entonces solo haya disputado dos finales en grandes. Si el 13 de septiembre volviera a alzar el trofeo en la pista Arthur Ashe, quedaría como el segundo jugador de más edad en conseguirlo en Nueva York, tras Ken Rosewall, que tenía 35 años cuando ganó en 1970.
VUELVE, Y MÁS FUERTE
Federer llega a este Abierto motivado por esa ambición que nunca ha desaparecido pero lo hace, además, subido a la ola de confianza de la victoria frente a Novak Djokovic en Cincinnati, donde mostró los efectos de un calendario perfectamente elaborado y una nueva agresividad, favorecida por el cambio de equipamiento y el trabajo con Stefan Edberg. «Está jugando un tenis que se cuenta entre el mejor de su vida -decía el sábado el número uno mundial-. Muchos hablaron de que su carrera acababa tras la temporada del 2013, que estuvo por debajo de sus estándares, pero volvió, y más fuerte».
Si Federer es la cara en una moneda de expectativas en la que también cotizan al alza Djokovic, Andy Murray, Stan Wawrinka y por encima del campeón del 2014, Marin Cilic, el finalista, Kei Nishikori, la cruz bien podría ocuparla Rafael Nadal.
Sin embargo, nadie osa descontar a un jugador con 14 grandes que se coronó en Nueva York en el 2010 y en el 2013. El de Manacor -ausente el año pasado por lesión- es octavo cabeza de serie y muchos miran con desconfianza sus opciones por lo que el propio Nadal define como «un año difícil»: solo tres títulos (Hamburgo, Stuttgart y Buenos Aires), salida sorpresa en segunda ronda de Wimbledon, en cuartos de final en Australia y Roland Garros, y dos derrotas en sus tres últimos partidos en pistas duras.
«HA VUELTO ANTES»
Entre quienes saben que «sería absurdo» dejar de contar con Nadal está Djokovic, potencial rival en cuartos tras un también potencial cruce del mallorquín en cuarta ronda con su primer top ten, Milos Raonic. «Rafa ha vuelto antes y puede volver a hacerlo», decía el serbio el sábado.
El propio Nadal da también alas a la esperanza. Se siente «mejor que hace un par de meses», «bien físicamente» y con «nivel de estrés mucho más bajo que a principios de temporada». Se ve aún como «un jugador peligroso». Y, como acostumbra, no piensa en qué piensan los demás. Lo decía el sábado: «Veremos quién es el favorito en un par de semanas».
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