Núria Picas: "El secreto es no parar, el dolor solo te hace daño"

La alpinista, una de las supervivientes de la tragedia del Nepal, reflexionaba en el 'Más Periódico' sobre su trayectoria y espíritu de las carreras de montaña

Núria Picas, entrenando en la zona de la Font Negra de Berga.

Núria Picas, entrenando en la zona de la Font Negra de Berga. / periodico

DAVID TORRAS / BERGA

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Núria Picas (Manresa, 1976) no deja de correr. Tampoco deja de sonreír. Y así, feliz, encantada de vivir en esa a menudo incomprensible frontera entre la satisfacción y el sufrimiento, se ha convertido en la reina de la montaña con una temporada excepcional. Allá donde va, gana. Hace una semana, se marcó un póker en la Ultra Pirineu. Cuarta victoria y cuarta de la general. Los números asustan: 103 km, 6.400 metros de desnivel positivo a lo largo del Cadí, «el jardín de mi casa», en 12 horas y 39 minutos.

–Las montañas son su vida, pero hay una que es la más especial: Montserrat. Ahí empezó todo...

–Si, yo nací en Manresa pero siempre digo que soy hija de Montserrat porque es donde mis padres me llevaban cada fin de semana. Con 10 años ya empecé a escalar con ellos. Después hice un curso de espeleología, después escalada mas en serio. Ahora, aunque vivo en el Berguedà, también bajo mucho a entrenar, quedo con gente allí y me siento muy bien. Cuando quiero desconectar, me pierdo por Montserrat. Me siento como en casa, para mí es un escenario mágico.

–Pero en Montserrat vivió uno de los momentos más duros de su vida.

–Montserrat me ha dado muchas cosas en la vida, pero también me ha quitado una muy importante: siete años sin poder correr. Tuve un grave accidente escalando. Caí unos cuantos metros, reboté en una repisa y caí unos cuantos metros más. Me rompí el astrágalo del pie izquierdo, y las previsiones médicas eran muy malas. Me dijeron que no podría volver a correr. Ahora tengo este dolor siempre, tengo el hueso con un poco de necrosis, pero voy bien.

–¿Y qué pensó al saber que no volvería a correr? Entonces, todavía no le había entrado esta fiebre.

–No, pero sí hacía raids de aventura, que es algo que me encantaba. Y ya empezaba a correr. De hecho venía de hacer mi primer maratón de montaña, la del Aneto, una prueba mítica, que ganó Teresa Roca y que curiosamente es la madre de mi entrenador, Pau Bartolo. Quién nos iba a decir que nuestros caminos acabarían coincidiendo. Era mi estreno y quedé tercera y, claro, se me abrió un mundo, el de las carreras de montaña, que entonces dominaban gente como Quico Soler y Agustí Roc, unos 'cracks'. Pero ese sueño se acabó rápido. Hice bici, deportes sin impacto, escalada otra vez y me olvidé completamente de correr...

–¿Y cuándo y por qué decide volver? 

–Bueno, el dolor en el pie está ahí, lo noto, pero no va a más. Aprendo a convivir con ello. Empiezo a correr otra vez carreras por casualidad, sin marcarme objetivos, y empiezo a ganar sin darme cuenta. La selección catalana se fija en mí, me lleva a varias competiciones internacionales, y logró buenos resultados. Hasta que un día, un compañero de trabajo me anima a hacer la Cavalls del Vent, y la gano y bato el récord. Y ese momento es el que me cambia la vida.

–Entonces trabajaba de bombera.

–Sí, desde el 2007, y lo compaginaba muy bien, con la familia y las carreras de montaña. Ahora se ha ido complicando, viajo mucho. Este año he ido a Japón, Australia, Gran Canaria... Cada vez hay más profesionalización, y te exige más tiempo, y he tenido que coger una excedencia. Sé que esta vida no es para siempre y que volveré con los bomberos, pero de momento lo quiero aprovechar.

–Es evidente que hay un efecto Kilian en el 'boom' de las carreras de montaña, pero también tiene un doble filo por el peligro de que todo el mundo se sienta capaz de hacer cosas para las que no está preparado.

–El efecto Kilian es determinante. Las imágenes de lo que hace son brutales y enganchan mucho. Pero hay que ir con cuidado. No con miedo porque nunca es bueno, pero a la montaña hay que tenerle mucho respeto. Hay que disfrutar de Kilian, empaparnos de sus vídeos, admirarle, pero las cosas que hace dejémoslas para él porque son impresionantes. Kilian es de otro mundo.

–Así que no se siente la Kilian mujer.

–No, no, por favor. Kilian es único e irrepetible. No es comparable a nadie, lo que hace es brutal. Kilian solo hay uno, como Messi, son únicos... Solo lo puede hacer él.

–También hay el peligro de no tomar precauciones y descuidar la seguridad. A la gente además se la ve con una camiseta y unas mallas...

–La prevención en la montaña es importantísima. Lo primero que hay que mirar antes de salir son las condiciones metereológicas. Llevar la ropa adecuada y una mochila con las cuatro cosas básicas, una paraviento, la comida, un móvil y a ser posible un GPS. La tecnología es una gran ayuda. Yo, por ejemplo, llevo un reloj Suunto, que es uno de mis patrocinadores, el nuevo Ambit3, y es una base de datos brutal que te ayuda antes, durante y después. Por cierto, me hizo mucha gracia ver que lo lleva Luis Enrique.

–¿Los ultras se empiezan con las piernas y se acaban con la cabeza?

–Los que corro yo, seguro. Los primeros 70 kilómetros los corres con las piernas, el resto con la cabeza. Ha de haber un entrenamiento muy duro y físicamente has de estar muy bien preparado, pero mentalmente te enfrentas a una gran pelea. Has de tener ganas y saber que te esperan momentos buenos, momentos malos y muy malos, y has de saber gestionarlos y tirar adelante.

–Kilian dice que ha llegado a tener alucinaciones. ¿Cómo pasa el tiempo? ¿En qué piensa?

–La verdad es que estoy bastante concentrada, y en una carrera tan larga me fijo objetivos cortos y asequibles, como ir de un avituallamiento a otro, y me concentro mucho. Muchas veces escucho música. Cuando voy cansada, o me aburro, o tengo sueño, me ayuda a pasar los kilómetros. Para mí, las claves son: concentración, estar muy pendiente de tu cuerpo, de las señales que te envía, e intentar fluir. A veces he llegado a conseguir desconectar del todo y solo correr, fluir, es una sensación brutal.. También pienso en la familia, en los amigos... Es que una ultra es muy larga y tienes momentos de todo tipo. Bueno, y también he creído ver que una planta me atacaba...

–¿Dónde está la frontera entre disfrutar y sufrir?

–Hay momentos que los disfruto muchísimo, sobre todo el día a día. Lo valoro más que el ultra en sí. El día de la carrera es especial. Hay mucho sufrimiento pero al final vale la pena, lo pones en la balanza y dices: 'compensa'. Disfruto pero hay momentos muy duros sobre todo en un carrera de 100 millas (160 kilómetros). Cuando llegan estos pensamientos de sufrimiento, de malestar, de que tienes sueño, de que te duelen las piernas, de que la comida no te baja, yo estoy bastante acostumbrada a pasar estas miserias... Me es tan familiar que no me asusta, y es guay llegar a ese punto de decir: 'Ah, vale me está pasando esto pero ya me ha pasado mil veces y ya pasará'. Una de mis frases preferidas es: 'El dolor solo te hace daño'. Bueno, tengo tres que son las que más repito: El dolor te hace daño, el secreto es no parar, y el sufrimiento es momentáneo, la gloria es para siempre.

–Hace cuatro días, este era un mundo muy minoritario. Ahora deber sentirse más reconocida.

–Sí, incluso me dijeron que querían poner un personaje en el 'Crackòvia' que era una deportista catalana y 'de la ceba' y ya estoy asustada. A ver si es Laia Sanz y no Núria Picas. Nadie me conocía y ahora la gente me pide fotos y dices: 'Hostia, ¿qué está pasando?'. Y, claro, te gusta sobre todo porque es señal de que estamos haciendo el trabajo bien. Siempre es bueno ser un espejo y se trata de seguir por el mismo camino.

–Siempre ha exhibido su condición independentista.

–Sí, en una carrera con la selección española, en la que ahora ya no estoy, entré en la meta con la 'estelada'. No sé por qué tenemos que esconder nuestras ideas ni lo que sentimos. Tengo claro que primero soy deportista pero también independentista y de izquierdas, y a quien no le guste que mire hacia otro lado, y más ahora. El país esta viviendo una situación única, y hemos de luchar todos a una para que nos salga bien.

–Catalunya es una gran potencia en el mundo de la montaña.

–Tenemos un país con unas montañas brutales para andar, correr, escalar, somos unos afortunados, y nos hemos volcado en esto. También somos un pueblo humilde, trabajador, sufridor, que no tiramos la toalla por nada, y eso se nota, al final, con los resultados. Somos tozudos, trabajadores y ya lo dijo Guardiola en su día: 'Si hacemos las cosas bien hechas somos imparables'.