Análisis

'Neymar Araña'

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SERGIO XAVIER

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No es cierto que la conversación haya ocurrido ni si fue, precisamente, en esos términos. «Grandes poderes traen grandes responsabilidades», le habría dicho Luiz Felipe Scolari Neymar después de volver a coger la selección brasileña en febrero del 2013. Fue así como Tio Bem comenzó también la charla con el sobrino Peter Parker antes de que él se convirtiera en Hombre Araña. El consejo, como se sabe, fue valioso, Peter se volvió una especie de campeón de Liga contra el crimen en Nueva York. Quizá Felipao no usó las mismas palabras que Tio Bem. Solo que Neymar, al igual que Peter, entendió exactamente el mensaje. Pero no fue la gestión de Felipao lo que hizo cambiar todo para Neymar Junior.

Con el entrenador anterior, Mano MenezesNeymar ya era el crack del equipo y la esperanza de la torcida. Solo que era la pieza principal de un engranaje mayor, que era el propio equipo. Felipao vino con una propuesta diferente. Neymar se convirtió en el engranaje y el equipo sería el que trabajaría, cada pieza en un lugar del campo, para que el prodigio pudiera brillar. Una jugada de riesgo. Moldear un equipo alrededor de un jugador es siempre un riesgo. Con ManoNeymar tenía sitio casi fijo y diversas obligaciones tácticas por cumplir. Del lado izquierdo del ataque armaba sus jugadas para el medio o para la línea de fondo. Felipao le ofreció libertad total. Neymar escoge durante los partidos los mejores lugares para hacer su trabajo. La izquierda es su lugar preferido, pero él se convirtió en un vagabundo sobre el césped.

No es raro incluso verle buscar el balón a los volantes en la salida brasileña. Esa sensación de libertad le hace feliz. A Neymar. Y a Brasil. En los 13 últimos partidos, marcó 12 goles. Es el artillero del equipo. La libertad tiene una contrapartida. «Grandes poderes traen grandes responsabilidades». Felipao dejó claro que el equipo necesitaba resultados. Neymar puede escoger en el campo, el equipo juega para él. Pero él necesita dar los resultados que el equipo precisa. Hasta entonces, la selección brasileña era un puñado de buenos jugadores que no daban resultados. La confianza andaba perdida en algún lugar del pasado.

Felipao apostó por Neymar y el resultado se vio en la Copa Confederaciones. La torcida cambió con ese éxito y el ciclo de confianza se cerró. Felipao confió en el compromiso de Neymar, que confía en el trabajo del resto del equipo, que confía en el apoyo incondicional de la torcida. ¿El problema? ¿Y si falla Neymar? No hay plan b. Pensándolo bien, Brasil nunca fue especialista en planes b...