ADIÓS A UN EXJUGADOR Y EXTÉCNICO

Maguregui, el inventor del 'autobús', fallece a los 79 años

El exentrenador dirigió, entre otros clubs, al Espanyol entre 1980 y 1983

Maguregui, en las gradas el antiguo estadio de Sarrià, en su época de entrenador del Espanyol.

Maguregui, en las gradas el antiguo estadio de Sarrià, en su época de entrenador del Espanyol.

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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A José María Maguregui, fallecido el lunes a los 79 años de edad, se le veneraba en el viejo San Mamés, ya derruido para dar paso a un nueva catedral, a mediados del siglo pasado cuando su fútbol, técnico, ofensivo e imaginativo, encontró premio en el gran Athletic, el que conquistó el doblete de Liga y Copa (1955-56). Aquel equipo tenía una de la parejas de centrocampistas más célebres de la historia del club vasco formada entonces por Maguregui con Mauri (Mauricio Ugartemendia).

Un par de jugadores que causaron sensación en la legendaria eliminatoria perdida en cuartos de final de la Copa de Europa con el Manchester United (1956-57) bajo el nevado manto de San Mamés tras haber superado al Oporto y al Honved de Puskas, Kocsis y Czibor, Poco quedaba en el recuerdo de ese futbolista atrevido y diferente que ponía la magia en un San Mamés que ya ni siquiera existe, alzando cuatro títulos: 1 Liga y 3 Copas.

EL 1-3 DEL CAMP NOU / A partir de finales de los 60, y de forma casi consecutiva, se sienta en el banquillo de varios equipos, entre ellos el Espanyol (1980-83) donde había estado antes incluso como jugador. Jamás llegó, sin embargo, a dirigir al Athletic de su vida. Entrenó al Sestao (1967-1972), Racing de Santander (1972-1977), Celta de Vigo (1977-1978), Almería (1978-1980, una de sus mejores épocas), Espanyol, Racing (83-87), Celta (87-88), Atlético de Madrid (apenas unos meses de 1988), Murcia (1989) y acabó en el Celta, de nuevo (1990-91).

Quedó para la historia como el inventor del autobús. O sea, poner una larga lista de defensas delante de su portería. O también se le conocía como amarrategui. De jugador, atacaba; de técnico, en cambio, defendía. Una figura singular y simbólica para entender el fútbol español del pasado siglo, lleno de personalidad y miles de anécdotas que contaba sin reparo. Capaz de usar la manguera para regar el viejo Sardinero aunque no hubiera caído ni una sola gota de lluvia en Santander durante la semana previa al encuentro. Con el Espanyol, no perdió en el Bernabéu en sus tres años (dos empates, una victoria) y, además, ganó en el Camp Nou (1-3) al Barça de Lattek, que perdió aquel año la Liga.