La salida tras años de ostracismo

El boxeo vuelve a pegar

La organización de veladas y la demanda en los gimnasios dan impulso al pugilismo en Catalunya

JOSÉ CARLOS SORRIBES / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El 11 de enero del 2002, unos 9.000 aficionados abarrotaron el Blaugrana para ver a Xavi Moya y Javier Castillejo pelear por el título de la Unión Europea del peso medio. Moya era un púgil popular en Catalunya y Castillejo, ganador a la postre por KO en el quinto asalto, se había enfrentado seis meses antes al mítico Óscar de la Hoya en Las Vegas. Casi 12 años después, el pabellón del Vall d’Hebron ofrece hoy una velada que no citará a tanta gente, seguro, pero sí espera que unos 3.000 aficionados permitan decir que el boxeo no está contra las cuerdas en Catalunya. En esta década larga, ha vegetado en la semiclandestinidad.

La pregunta de si aún se boxea en Catalunya es bastante recurrente y síntoma del ostracismo que ha vivido en los últimos años un deporte con tanta mala prensa por su carga violenta como cierta incapacidad para transmitir la idea de que, como ocurría con el toreo, no es solo el camino más rápido hacia la gloria y el dinero para los desheredados. Tampoco se trata, no obstante, de citar a Julio Cortázar, fervoroso entusiasta del pugilismo como recogió en algunos de sus cuentos.El boxeo levanta cabeza, poco a poco, en los últimos tiempos a partir de una mayor demanda en los gimnasios, donde jóvenes forjan sueños de campeones al lado de ciudadanos anónimos que se ponen los guantes como quien se calza unas zapatillas para correr. Y también con la organización de veladas en pabellones deportivos, en espacios multiusos y en hoteles que no tienen el lujo asiático de los de Las Vegas, pero que son capaces de acoger a 1.500 aficionados.

Guerras internas

Pero no todo son brotes verdes en este lento resurgir. El impulso sigue acompañado de las tradicionales guerras internas de un mundo que se mueve en dos ámbitos –aficionado y profesional– que conviven en constante tira y afloja. Sin ir más lejos, en Catalunya, no existe un organismo federativo que regule el campo profesional. La tormenta se desató en 1986 con el intento de asesinato que sufrió el último presidente de la federación profesional, José Julián del Valle. El promotor Antonio Tejeda se había enfrentado al directivo en la época de las veladas de La Paloma. Huido a Brasil aquellos días, fue condenado en 1995 a 20 años de cárcel como inductor de la agresión.

Desde 1988 nadie ha cogido el relevo y la Federació Catalana de Boxa Amateur ejerce de paraguas y, por ejemplo, facilita los árbitros de las veladas, en las que acostumbran a celebrarse combates de aficionados y de profesionales. Juan Antonio Fuertes ha ocupado en esos 25 años la presidencia de la catalana y su radiografía está marcada por estos conflictos seculares y por las estrecheces económicas en que vive. «El boxeo no es serio; no quiero tener ninguna responsabilidad en el mundo profesional», afirma con rotundidad. Y lo argumenta con lo vivido en una velada celebrada de mediados de octubre en La Farga de L’Hospitalet de Llobregat. «A las siete de la tarde, el cartel no tenía nada que ver con lo que se había anunciado». El programa se vio alterado por cambios que llevaron a que, por ejemplo, Isaac Real disputara un campeonato del mundo hispano ante un rival de nacionalidad polaca (y de pobre nivel) por la baja del previsto, el venezolano Marco Antonio Avendaño.

Falta de recursos

Fuertes pilota un organismo que ha sufrido continuos recortes, con una rebaja del 60% en el último año, que han culminado en un presupuesto para el 2013 de 35.950 euros. «Hoy tenemos abierta la federación; mañana no lo sabemos». Esa carencia de recursos ya le ha llevado a desmantelar su equipo de nueve boxeadores en el Centre d’Alt Rendiment de Sant Cugat. Son la élite de los aficionados del total de unos 600 competidores en Catalunya, de los que una veintena larga militan en el campo profesional. La Catalana tiene fichados 52 clubs. «Son los que tienen relación administrativa con la federación; sin ella hay más».

En la otra esquina está Javier Gallego, de la promotora Gallego Pradas-KO Verdún, que ha dinamizado el boxeo catalán con la organización de veladas. «Nosotros tenemos muy poco margen de maniobra si un boxeador se nos cae el lunes anterior. No lo puedo controlar», responde a la queja del presidente de la Catalana sobre lo sucedido en la velada de octubre de La Farga.

Emiliano Gallego, el padre de Javier, abrió con su hermano Longinos hace 35 años el que es el gimnasio club más potente de boxeo de Catalunya. El Gallego Prada, en el barrio de Collblanc-Torrassa de L’Hospitalet de Llobregat, cuenta con 400 socios, de los que una quincena son boxeadores profesionales y unos 40 compiten como aficionados.

En salones de hoteles

«Tenemos tres entrenadores y entre nuestros socios igual hay un niño de 9 años que se inicia en la disciplina del deporte que un señor de 65 que hace técnica como hobby. Cada uno puede marcarse el nivel y, por ejemplo, hay clientes que no hacen guantes», dice Javier Gallego, quien explica la mayor demanda por el cambio en la percepción que se tiene del boxeo. «Hay más afición y se ha normalizado. Se ve como un deporte sano, completo, y no algo raro».Gallego-Prada se asoció con KO Verdún hace dos años y medio para organizar veladas por toda Catalu-nya. El salto de Sandor Martín, del segundo gimnasio, al profesionalismo fue la catapulta de un acuerdo al abrigo de una de las grandes promesas del boxeo catalán. Desde entonces han montado combates en localidades como L’Hospitalet de Llobregat, Castelldefels, Premià, en el barrio de Buen Pastor y en salones de hoteles como el Hesperia y el Fira Congress. «Queríamos sacar el boxeo de los pabellones y un hotel siempre le da un aire más glamuroso», sostiene Gallego. En el Hesperia atrajeron a 1.500 aficionados con un campeonato de España en juego.

También lleva 30 años Rafa Martín, el padre de Sandor, vinculado al boxeo, aunque su gimnasio (más pequeño y con unos 100 afiliados) tiene asimismo oferta de kickboxing, una especialidad que muchos púgiles también han practicado. El caso de Xavi Moya fue el más conocido en Catalunya. Rafa Martín fue profesional en la disciplina que hizo saltar a la fama al actor Jean-Claude Van Damme. «En el boxeo no pasé de amateur; a principios de los años 80 no había boxeo en Catalunya». Martín golpea duro a la hora de defender a su deporte. «¿Violencia? Lo que sí es una salvajada son las patadas que le dan a Neymar», clama en un símil pelotero.

Paginas especializadas de internet, las redes sociales y la televisión, en los últimos tres años con el espacio que le dedicaba la desaparecida Marca TV, han sido, según el propietario del KO Verdún, otros dos impulsos para el renacimiento de las veladas y de la afición al boxeo, y no solo de gente sin formación. Y señala, mientras lo afirma, a una joven que practica en un rincón de su gimnasio a última hora de la tarde. «Oiane está cursando un doctorado en ingeniería biomédica. Se entrena para mantenerse en forma». La pequeña recepción de su local está presidida por un monitor de televisión con un canal digital de boxeo.

El boxeador mediático

Otro de los datos que confirman ese auge más allá de la práctica competitiva es que la cadena de gimnasios Dir, la más potente de Catalunya, ofrece clases de boxeo en la mayoría de sus instalaciones e incluso ha montado un ring en cuatro de sus gimnasios de Barcelona ciudad.

Pero este es un deporte de arraigo sobre todo en zonas menos glamurosas que este tipo de gimnasios. El púgil Javier García Roche ha impulsado un proyecto personal montando combates, con jóvenes marginales de la zona y con una pequeña recompensa económica, en la nave de su empresa de chatarra en Sant Adrià de Besòs. La Federación Española de Boxeo hizo pública el mes pasado una nota de repulsa a la práctica por realizarse al margen de cualquier reglamento federativo.

La noticia, que destapó el diario El País, devolvió al boxeo a las grandes cadenas televisivas. García Roche, un superwélter de contrastada carrera en España, se convirtió en un boxeador mediático. Y esta tarde-noche será uno de los protagonistas en la velada internacional del Vall d’Hebron con su pelea contra el italiano Adriano Nicchi. El cartel incluye más platos fuertes, como el combate entre Sandor Martín y el francés Alexandre Lepelley y, sobre todo, las peleas por sendos cetros españoles: Juli Giner-Paco Ureña (peso pluma) e Isaac Real-Iván Sánchez, Dinky (superwélter). Hay quien dice que el cartel es, incluso, superior al de aquel 11 de enero del 2002 en el Palau.