LA CRISPACIÓN DE UN CLUB DIVIDIDO
«Haya paz, hermanos»
El sacerdote Dámaso Ruiz intentó poner calma en una junta incendiaria y vergonzosa
No era necesario dejarlo tan claro en una junta de accionistas lamentable y llena de tensión. La fractura social que envuelve al españolismo quedó reflejada a la perfección en una asamblea repleta de insultos, abucheos y faltas de educación en la que la pluralidad se transformó en un homenaje al mal gusto y la violencia.«Haya paz, hermanos», terció el sacerdote Dámaso Ruiz, protagonista de uno de los escasos momentos de serenidad en una junta incendiaria y vergonzosa.
Ataviado con el típico alzacuellos, el mosén se aupó al estrado del recinto en plena vorágine. Famoso en los años 80 por animar al equipo con su bombo dando vueltas por Sarrià, el entrañableDámaso perico intentó tranquilizar los ánimos. Como si oficiara una misa, el sacerdote repasó los males del club, se indignó por los acuerdos con las casas de apuestas y abogó por recuperar versos del antiguo himno («el deporte es tu único objetivo»), que acabó cantando toda la sala.
Falta hacía una intervención divina para poner calma en una junta volcánica que tuvo en el turno de ruegos y preguntas la continuación perfecta para la tensión vivida en las intervenciones de los candidatos. Minutos antes del discurso de Dámaso, se produjo el momento más polémico de la tarde-noche. Ernest Vilches, con más de 60 años de socio, fue el segundo perico en subir al estrado. Después de una intervención bastante coherente, concluyó criticando duramente a la candidatura de Sergio Oliveró, a la que vinculó con«círculos de ultraderecha»,y mostró unaesteladablanquiazul.«¡Por tener esta bandera he sido amenazado!»,proclamó Vilches. Inmediatamente, se produjo un tumulto.«¡Me cago en tu puta madre, eres un idiota!»,exclamó uno de los asistentes, que se fue a por el accionista sin buenas intenciones. Los miembros del servicio de seguridad tuvieron que intervenir para evitar un altercado mayor.
«Esto da miedo»
Las críticas y los reproches continuaron en el resto de intervenciones, que apuntaron al fútbol base, a la gestión económica y a Mauricio Pochettino.«Esto da miedo, no es normal tanta confrontación», dijo uno de los accionistas. Pero la politización fue el tema más habitual.«¡O sobra una bandera o falta una!»,recalcó un perico, señalando lo que había detrás de él: la enseña del Espanyol y unasenyera. Quería también la bandera española.
La fractura social fue tan brutal que el exdirectivo Josep Maria Piera cambió a última hora su discurso. Menos beligerante de lo que tenía previsto, lanzó un mensaje a Joan Collet:«Analice lo que nos está pasando, esta división. No han mirado por los intereses del club, sino por el interés de dos personas».
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