La final de la Liga de básquet

Reacción de orgullo

El Barça renace en Madrid, vence contra pronóstico y lleva el desenlace del título al Palau

Lorbek intenta un tiro a canasta ante Velickovic y Tomic.

Lorbek intenta un tiro a canasta ante Velickovic y Tomic.

LUIS MENDIOLA / Madrid

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La Liga de baloncesto sigue viva, igual que el Barça Regal, más vivo que nunca después de una reacción de orgullo que le llevó a sacar lo mejor de sí mismo cuando estaba contra las cuerdas para llevarse un triunfo enorme en la cancha del Madrid, que llevará el desenlace de la Liga al quinto encuentro, al desempate que se jugará el sábado en el Palau Blaugrana. No pudo tener mejor final el 32 cumpleaños Juan Carlos Navarro. «Este ha sido el mejor regalo posible», reconoció el alero.

AL LÍMITE / Con el equipo al límite de sus fuerzas, privado de Ndong, con Eidson reservado en la suplencia por decisión técnica (solo jugó cuatro segundos), con una apuesta casi exclusiva por cinco jugadores a los que Xavi Pascual exprimió hasta el máximo, el Barça le dio un giro inesperado a la final, sobre todo después de la paliza de 26 puntos del lunes. Un giro que cambió un desenlace que parecía cantado y que dejó muchas caras de estupefacción en Madrid, y un silencio sepulcral en el Palacio de Deportes por una fiesta preparada que no se llegó a celebrar, roto solo por los gritos de los radicales, que volvieron a los gritos de «puta el Barça y puta Catalunya», incapaces de digerir la derrota.

Fue una actuación memorable de Lorbek, inmenso de principio a fin; de Wallace, Huertas, Navarro y Mickeal, convertidos en unos héroes inesperados de la gesta del Barça. Un quinteto de lujo a los que se unieron también Sada, Ingles y Rabaseda, a pesar de que ninguno de ellos superó los 10 minutos en pista y solo Ingles aportó un punto. Su actuación colectiva volvió a hacer buena la frase de Rud Tomjanovich, el técnico de los Spurs: «Nunca hay que desestimar el corazón de un campeón».

El Barça planteó un cambio inesperado a nivel táctico que aguó por completo la fiesta madridista: una defensa en zona, que no había utilizado en toda la temporada, y que fue alternando con marcajes individuales. La medida de Xavi Pascual, seguramente, vino motivada por la baja de Ndong. El pívot senegalés ni siquiera se pudo cambiar. Los problemas en la rodilla izquierda (una condriopatía rotuliana) acabaron por apartarle de la final, después de los dos últimos partidos, en los que apenas pudo competir.

VARIABLE TÁCTICA / Con la zona, el Barça protegía el rebote y también intentó preservar de faltas a Fran Vázquez, el único pívot claro que le quedaba. Lo primero le salió de fábula. Lo segundo, en cambio, no tuvo demasiado efecto, porque el pívot gallego cometió dos faltas en tres minutos que le llevaron al banquillo. En cualquier caso, con el variación táctica el Barça logró otro objetivo. Creó bastantes dudas en el ataque madridista, ayer mucho más ineficaz que en los anteriores encuentros, y a raíz de su mayor solvencia defensiva, el equipo azulgrana empezó a asentarse en el partido y a marcar el ritmo que más le convenía, un ritmo mucho más pausado que el que favorece al Madrid.

Otro aspecto también escapó al control madridista. Nadie esperaba el papel protagonista de Wallace. Pero el pívot, relegado siempre a labores oscuras y al trabajo defensivo, se encontró cómodo en las primeras acciones ofensivas y enchufó los tres primeros triples, logrando un colchón inesperado, que el Barça supo aprovechar para abrir diferencias que llegaron a los siete puntos (25-32, m. 16) y que se establecieron en cinco en el descanso (34-39).

A partir de la aportación de Wallace, de la convicción de Huertas, de la solvencia que volvió a dar Mickeal, y del protagonismo de Navarro y Lorbek, el Barça fue creciendo. Los azulgranas supieron controlar el rebote, estuvieron espléndidos en el tiro (10 de 20 en triples) y asentaron su ventaja para crear un nerviosismo en el Madrid que le benefició para llegar al desenlace en la mejor situación (64-76, m. 36).

Fue un final cargado de drama. Un final revestido de pasión, porque el Madrid, de la mano de Mirotic aún hizo un último esfuerzo (75-79, m. 38), pero el Barça tuvo la consistencia para llevar la Liga a un desenlace completamente impensable dos horas antes. Al desenlace en el Palau.