Los cuartos de final de la Copa del Rey

Guardiola pide tensión

El técnico cambia la rutina para alertar al Barça de que no se fíe porque llega un Madrid herido

Messi y Alves, ayer, durante el  entrenamiento en la Ciudad Deportiva

Messi y Alves, ayer, durante el entrenamiento en la Ciudad Deportiva

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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A veces los pequeños detalles son más elocuentes que las grandes decisiones. Con Guardiola suele ocurrir. Ayer, de forma inesperada, el técnico confirmó lo que ya había dicho tras ganar en el Bernabéu la pasada semana. No se fía nada del Madrid. Nada, nada, a pesar del 1-2 obtenido en la ida. No hizo falta ni tan siquiera que el entrenador hablara -lo hará esta tarde-, pero con un pequeño gesto se le entendió todo. Ha decidido concentrar al equipo, algo inusual en un partido de Copa y de Liga. En Champions, sí.

No es el de mañana un simple partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa. Es un Barça-Madrid y no anda únicamente en juego el pase a la semifinal -el Valencia, tras golear al Levante (4-1), aguarda como posible enemigo- sino que se dirimen muchas cosas. Guardiola lo sabe. Por eso actúa con prudencia extrema, revistiendo al encuentro de la máxima importancia hasta en los más mínimos detalles.

DE NUEVO, CERCA DEL MAR / Nada de lo que hace es casual. No acostumbra a concentrar a sus jugadores. Pues hoy, tras la sesión vespertina, sí. Ha cambiado hasta el lugar y la hora del entrenamiento. Pasa de las 11 de la mañana a las seis de la tarde, siempre a puerta cerrada. Y abandona por un día la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí para trabajar en el Camp Nou. Y el hotel elegido tampoco es casual. Guardiola se lleva a sus jugadores al lujoso W, en una esquina de la playa de la Barceloneta. Esa gigantesca vela, obra de Ricardo Bofill, ya acogió al Barça en mayo del 2011 los días previos a la vuelta de la semifinal de la Champions contra el Madrid.

Hasta entonces, el Barça solía subir a la montaña para encontrar la paz interior. Iba al Tibidabo, al también lujoso hotel La Florida, pero cuando bajó sobreexcitado, acompañado de una caravana de motos, en abril del 2010 al Camp Nou se topó con la muralla defensiva del Inter de Mourinho para cerrarle el paso a la final de la Champions en el Bernabéu. De aquello, de jugar con el corazón más que con el balón, aprendió Guardiola. Un año más tarde, se fue al mar. Al mismo lugar que ha escogido para hoy. Todo es muy similar. Entonces, la ventaja azulgrana adquirida en el Bernabéu era incluso superior (0-2 en la Champions) a la que posee ahora (1-2 en la Copa). Por si acaso, Guardiola ya ha dejado dicho a sus jugadores que recelen de un Madrid que llega herido deportivamente porque se ve incapaz de tumbar al Barça y soporta una fractura en el vestuario. Pero no está todavía muerto en la Copa.

LA LECCIÓN DEL INTER / Guardiola lo sabe; los jugadores, también. Todos han aprendido la lección del Inter deMou.Escuchar ayer a Iniesta fue como escuchar hoy al técnico. «El rival nos exigirá tener que hacer un partido perfecto, tenemos delante a los mejores jugadores del mundo», subrayó el centrocampista azulgrana. «No vamos a especular y, además, tampoco sabemos hacerlo. Hay que ir sin miedo», reclamó Iniesta empeñado en recordar que solo hay un objetivo: pasar a semifinales. «Solo pensamos en lograr la clasificación, no en resultados contundentes o abultados», dijo.

AL ATAQUE / El mensaje de Guardiola ha calado en el equipo. «Si vamos con miedo a perder pasaremos muchos problemas», confesó Iniesta, convencido de que al Barça solo le vale atacar. Entre otras razones porque no sabe defenderse sin la pelota, ni siquiera teniendo un gol de ventaja. Asombrado porque Pepe no haya recibido, de momento, sanción alguna por su pisotón a Messi en la ida del clásico («se hace difícil pensar que una acción así se quede en nada», recalcó Iniesta), el Barça está en tensión. Alerta máxima, ha chillado Guardiola a su manera. Ni un despiste mañana porque hay mucho más que una Copa en juego.