La lucha en cabeza

Fútbol de campeón

El Camp Nou disfruta de otra exhibición mientras el Madrid recurre al carácter para remontar

Messi felicita a Villa tras marcar este su segundo gol, durante el partido de anoche frente al Sevilla.

Messi felicita a Villa tras marcar este su segundo gol, durante el partido de anoche frente al Sevilla.

DAVID TORRAS / Barcelona

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Messi frente a Ronaldo, Guardiola frente a Mourinho, Barça y Madrid, la pelea no ha hecho más que empezar, pero se vislumbra un duelo de los que marcarán época y que, dentro de cuatro semanas, vivirá el primer gran episodio. Se acerca el clásico pero entretanto unos y otros andan marcando el terreno, decididos a no perder el paso y llegar a esa cita, sea cuando sea, sábado, domingo o lunes, sin perder de vista al enemigo. Y ahí andan los dos, con un solo punto de por medio. Ayer, en el Camp Nou, la grada, ya tuvo un recuerdo para el Madrid mientras celebraba la goleada al Sevilla (5-0), pero dos nombres se impusieron sobre los demás: Leo Messi y David Villa.

Nada menos que 81.000 personas acabaron haciendo la ola, rendidas entre «olés» al admirable juego azulgrana, que vuelve a sentirse a gusto en su casa y que respondió al sufrido triunfo blanco con un recital. Hubo un momento, allá por el minuto 39, que la afición se marcó una ovación improvisada tras una bella jugada colectiva que no fue más allá. Una manera de premiar a un Barça que, con las 11 mejores piezas, es una maquina excepcional. Las cosas siguen igual, y el Madrid defendió valreosamente aunque con más fuerza que maña el liderato, pero en la comparación futbolística volvió a quedar atrás. Pronto se pondrán frente a frente y se verá si el orden que dicta ahora la clasificación es el toca.

Para no tentar a la suerte, para despejar temores y fantasmas, nadie como Messi. En menos de cuatro minutos, ya hizo que el culé se relajara en el asiento y se preparara para una de esas noches que tanto le gusta. Hubo momentos para todo, pero sobresalió uno que todo el mundo esperaba desde hacía justo un mes y un día, como si se tratara de una condena. El golpeo con la zurda, el balón dibujando una curva preciosa y se acabó la ansiedad. El que no le mete goles a nadie, según Mourinho, metió dos, como si el mal estilo del portugués le hubiera empujado. Así que puede seguir hablando. Ha sido el mejor psicólogo para Villa.

SUFRIR ANTE EL HÉRCULES / Benzema no marcó pero fue decisivo en los dos goles de Ronaldo. ElBoquerón no pudo devolverle al Barça lo que le quitó en el Camp Nou, aunque durante mucho rato estuvo cerca de conseguirlo. El Hércules alteró el gesto de Mourinho a los dos minutos, con un gran gol de Trezeguet, y en algunas fases anduvo cerca de meter el segundo en medio de una gran actuación. Pero un regalito del portero y un equipo cada vez más retrasado facilitaron primero el empate y, al final, el triunfo. Eso sí, Mourinho no se libró del sufrimiento y tuvo que esperar hasta última hora, más allá del minuto 80, para dar rienda suelta a otra de sus teatrales actuaciones, brincando y saltando dentro del campo como si estuviera con el Inter en el Camp Nou.

MESSI Y RONALDO / Ronaldo también sigue con su espectáculo. Está como nunca. Lleva 11 goles -aunque en algunos casos le otorgan 12, un disparo de falta en Anoeta que desvió Pepe- en 9 partidos, convertido en la extensión en el campo del carácter competitivo de Mou-

rinho, en el ejecutor de un equipo que cabe preguntarse qué sería sin él. En el momento decisivo, cuando el empate amenazaba con poderle hacer perder la cabeza, apareció él. Dos veces. No pudo evitar un gesto dedicado a la grada, una reacción habitual a los pitos y los ataques que recibe allá donde va.

Nada que ver con la conducta de su gran rival, del hombre con el que compite permanentemente. Messi juega y calla. Y nadie anda buscándole las cosquillas como al portugués y lo único que recoge son elogios. Ha marcado seis goles en los tres últimos partidos, y anoche el Camp Nou volvió a rendirse con gestos de adoración, al ritmo de «madridista el que no bote».

Muy pronto lo cantará con más fuerza. Ya queda menos para que el clásico elija al líder. El campeón camina hacia la cita con su toque más exquisito. Bar-

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