El partido de Valencia

El Levante saca los colores a un Madrid perdido en la confusión (0-0)

El equipo blanco se estrella y no logra pasar del empate a cero ante otro recién ascendido

Cristiano Ronaldo agarra al árbitro Delgado Ferreiro antes de tirar una falta, ayer en el Ciutat de València.

Cristiano Ronaldo agarra al árbitro Delgado Ferreiro antes de tirar una falta, ayer en el Ciutat de València.

CARLOS F. MARCOTE
MADRID

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Nadie sabe hacia dónde va el Madrid, que ayer no fue capaz de ganar al Levante, el equipo más humilde de la competición. El equipo blanco levantó en el Ciutat de València un monumento a la ordinariez futbolística y no sumó más que un frustrante empate a cero tras una demostración de nulidad ofensiva que dispara un sinfín de dudas sobre un futuro que no admite tregua.

Una vez más tendrá que salir a la palestra Mourinho para buscar excusas a la lenta, por no decir nula, evolución del Madrid, que más que avanzar parece en proceso de regresión, a la vista de la función despachada anoche en Valencia. El Levante, un recién ascendido que tiene que vivir con el presupuesto más estrecho de Primera (17 millones) y no ha podido gastarse un solo euro en fichajes, se las arregló para hacer la vida imposible al equipo blanco, atascado desde el nacimiento del choque y destinado a depender de las apariciones individuales de sus estrellas, que no dejaron de menguar a lo largo del partido hasta desaparecer absolutamente. Mal negocio si, al cabo de cinco jornadas de Liga, el Madrid solo puede presumir de que le crean pocas ocasiones y Casillas no ha encajado más que un gol.

Cristiano Ronaldo, que debe haberse tomado eso del egoísmo positivo como un cumplido, no tardó en dejarse ver para conducir el balón más de la cuenta cada vez que entraba en contacto con él y acabar con media docena de esas cargantes bicicletas que no suelen llevarle a ningún lado.

Con el portugués por la izquierda, Di María aplastado a la derecha sin posibilidad, al parecer, de cambiar papeles y horizonte de vez en cuando, Higuaín en punta, Özil con graves problemas para encontrar sitio y compañeros, y dos medios centro prácticamente en paralelo (Alonso y Khedira), el Madrid echó a andar por un camino que no podía llevarle a ninguna parte. Y en ningún momento fue capaz de dar el volantazo que el partido necesitaba ante un rival que realizó un admirable ejercicio de orden y entrega para minimizar el poderío de un Madrid que, haciendo lo que hizo, no tiene posibilidad de deslumbrar a nadie. Ni de intimidar una migaja siquiera.

VULGARIDAD / Desaprovechó Higuaín una grandísima ocasión a los 10 minutos tras un buen pase de Marcelo y todo fue confusión, precipitación y vulgaridad en los movimientos del conjunto madridista. Sin un conductor de juego, no dejó de estrellarse una y otra vez. Pasó media hora hasta que Cristiano acertó a cabecear un centro de Di María, pero tuvo la respuesta adecuada de Reina. Ya cerca del descanso, no supo aprovechar un regalo de Cerra en una penosa dejada a su portero y su punterazo mandó fuera la pelota.

Mourinho optó por meter a Benzema y Pedro León por Özil y Di María, respectivamente, pero el equipo blanco no atacó más por tener más delanteros. De hecho, tras un intento de Alonso de conseguir un gol olímpico al inicio del segundo tiempo, su producción ofensiva decayó aún más y no fue hasta los últimos minutos del encuentro cuando, ya lanzados a tumba abierta, los madridistas atisbaron la posibilidad de anotarse el triunfo.

Un tiro de Benzema, que trabajó más en defensa que en ataque, estuvo cerca de sorprender a Reina; Pedro León remató alto desde cerca tras un centro de Arbeloa, e Higuaín acabó como empezó, malgastando la mejor oportunidad del choque. Era el minuto 95 de juego cuando el argentino se quedó solo ante el portero y este se le agrandó para arrebatarle limpiamente el balón y condenar al Madrid a un empate con sabor a fracaso y confusión.