El final de una etapa para un mito del madridismo

«Mamá, me tengo que ir a Zaragoza a jugar con los buenos»

A.M.
MADRID

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Casi nadie reniega de sus orígenes. Raúl, tampoco. A la hora de hacer balance de su dilatada carrera, el siete blanco aún recuerda el día en que Valdano le dijo que iba a debutar. Era el 28 de octubre de 1994. Luego fija la memoria en el día en que le pudo comprar una casa a sus padres en Mirasierra, un barrio de lujo.

Raúl llegó a su casa, situada en la humilde Colonia Marconi y le dijo a su madre:«Me tengo que ir a Zaragoza a jugar con los buenos». Cuando llegó su padre, la noticia le impidió comer. Viajaron con él y el día siguiente, Raúl fue titular en la Romareda, el mismo campo en el que jugó su último partido con el Madrid.

En el viaje, Valdano buscó a aquel chaval delgado para tranquilizarse, pero no fue posible. Raúl dormía profundamente en el autobús.«Desde que debuté en Zaragoza, he vivido a una gran velocidad», reconoce el madridista, que heredó el número siete que dejó vacante Butragueño. El pasado 24 de abril, en La Romareda, Raúl se llevó el balón del partido. Pensaba que podía ser su último encuentro con la camiseta del Madrid. Marcó un tanto pese a haberse lesionado en la primera mitad.«Pedí el cambio y ni me vieron», recuerda.

Máximo goleador europeo

Fue la última entrega de un jugador, cuya salida, unida a la de Guti, deja muy tocada a la cantera del Madrid, de la que solo queda Casillas como gran estandarte. Torres, ahora en el Getafe junto a Parejo, el meta Adán, Negredo, delantero del Sevilla, y Granero, que sigue en el primer equipo de momento, son las referencias.

«Creo que la cantera del Madrid funciona y saldrán más jugadores. Además, Iker tiene contrato hasta el 2017», bromea Raúl, que sabe que ha puesto el listón muy alto. Tanto que ahora se va al Schalke con la intención de superar a aquel gran delantero alemán,TorpedoMüller como máximo goleador de las competiciones europeas. Y aquel chaval, con 67 tantos, está a tan solo dos.