LAS DOS ÚNICAS VISITAS DE LA RONDA FRANCESA A BARCELONA

Pérez Francés triunfó en solitario en Barcelona en 1965 tras una fuga de 223 kilómetros

Samaranch estuvo en la tribuna de autoridades

SERGI LÓPEZ-EGEA
BARCELONA

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Cántabro de nacimiento y catalán de adopción, o por qué no decirlo, barcelonés, del Poble Sec, como Joan Manuel Serrat, que fuera gran aficionado al ciclismo en los años en los que acompañaba a su amigo periodista Antonio Vallugera al Tour. A José Pérez Francés lo llamaban Rodolfo Valentino. Carácter fuerte, hasta hoy. Un día, en su Peñacastillo natal, discutió con su padre. "Ahí tienes la puerta", le dijo el progenitor. Y se fue a Barcelona.

Fue el chico Ferry's. Con este maillot terminó tercero en el Tour de 1963. Pero si Pérez Francés tuvo una ronda francesa de gloria fue la de 1965 porque la prueba llegaba a su casa y porque en 1957, como un espectador más, había animado a Bernardo Ruiz en su fallido intento por ganar en Montjuïc. Por su honor se escapó en Ax les Thermes, a 223 kilómetros de Barcelona. Ahora o nunca. "No pensaba ir solo tanto tiempo. Me fugué primero con Julio Jiménez hasta que me dijo que no podía seguirme".

Su mujer, su madre y su cuñado cuidaban del bar restaurante que la familia Pérez Francés tenía en el barrio del Poble Sec. La radio ensordeció el local. Era más que una gesta. Pepe se había propuesto ganar en Montjuïc. Se cerró la persiana del bar y la familia se instaló en el lugar pactado del Paral.lel. "Solo me preocupaba del empedrado y de las vías del tranvía. No vi ni a mi madre. Pero la victoria en Barcelona me compensó más que el podio en el Parque de los Príncipes".

Ni se cabía en la tribuna de autoridades. Locura y patriotismo. Aplaudió José Antonio Elosa Olaso, delegado nacional de Deportes, y su representante en Catalunya que no era otro que Juan Antonio Samaranch.

Sucedió en viernes. Al día siguiente llegó a Barcelona el Tour del Porvenir. Las autoridades volvieron a recibir el pelotón. En domingo, la prueba buscó el camino a Perpinyà, pero antes hubo oficio religioso en el pasaje de Rivadeneyra, junto a la plaza de Catalunya, misa pronunciada en francés, italiano, alemán y castellano. No estaba la situación ni para recomendar la fe en catalán.

El 600 trucado

Todos los ciclistas reunidos, los de la grande boucle y las promesas que participaban en el del Porvenir --entre otros, Mariano Díaz, Txomin Perurena y Rafa Carrasco, llamado el lecherito, que triunfó más como director deportivo que como ciclista--. Y, por supuesto, Pérez Francés, contagiado por la felicidad de su victoria conseguida dos días antes.

Pérez Francés era una especie de Alejandro Valverde años 60. Subía, llaneaba, esprintaba, bajaba. ¡Ah! se le resistía siempre la gran vuelta, como le ocurre ahora al corredor murciano. Nunca tuvo buena relación con los camaradas de la época. Pepe prefería subirse a su 600 con motor trucado. Era un loco del volante... un loco de la bici, un loco del Tour.