El Barça arrasa al Valencia con un Etoo estelar, pero pierde por lesión a Messi (0-3)

MARCOS LÓPEZ / VALENCIA

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A Samuel Etoo Mestalla le aplaudió anoche por muchas cosas. Por la belleza de sus dos goles, pero al mismo tiempo porque castigaba a un desastroso Valencia en el que Koeman terminó jugando con chicos de la cantera como si quisiera demostrar que no tiene remedio la crisis. A Etoo lo aplaudieron de verdad --devolvió ese gesto a la grada--, a Ronaldinho ni lo vieron --no jugó ni un minuto-- y Messi, pobre Messi, se marchó deprimido de Mestalla. Se lesionó y no jugará el clásico contra el Madrid. Pobre Leo.

Y messi cojeó

Todo fue plácido, extraordinariamente plácido. Excepto, claro, la lesión muscular de Leo Messi. Cuando el Barça disfrutaba de los goles de Etoo --ha vuelto como una moto el camerunés, tres tantos en tres partidos, y sin que aún esté del todo fino--, el argentino se puso a correr y, de pronto, notó un pinchazo en la pierna izquierda. Acabó esa carrera en busca del balón, pero ya sabía Leo que se trataba de algo grave.

Segundos más tarde, desentendiéndose de una jugada de ataque, Messi se tiró al césped. Y abandonó Mestalla cojeando, maldiciendo su desgracia en una jugada sin impacto alguno. Él solo. Él solo estará un mes arrinconado en la enfermería.

Rival entregado

Un pequeño drama, teniendo en cuenta la cercanía del Madrid, que empañó una media hora irreprochable del Barça. Leo asistía, Etoo remataba. ¿Y el Valencia? No estaba. No se presentó al partido. Salieron 11 jugadores vestidos de blanco, perdón 10 más Cañizares, o la sombra de lo que fue Cañizares en su día, con un murciélago en el pecho y un fútbol de pena.

A Koeman no le aguarda un desafío en la reconstrucción de un Valencia que certifica su defunción a cada partido que juega. Perdón, que pierde. No, es mucho más grave que todo eso. Koeman tiene que subir el Everest y casi sin oxígeno.

O sea, una prueba para que la que no están preparados muchos. Así anda el Valencia, moribundo y rendido. Claudicando sin pelear, sin alma, sin honor. Entregado a un Barcelona que interpretó el partido como lo demandaba. Jugando de forma extraordinaria, al primer toque, generando peligro en cada aparición en el área.

Cierto es que la defensa del Valencia, y el centro del campo, y la portería, eran un chollo. Fueron tres goles, pero pudieron ser casi media docena. Pero lo realmente importante es que el Barça salió a por el partido sin perder el tiempo, ni entreteniéndose en bobadas.

Con una alineación insólita. Todo hay que decirlo, porque Rijkaard prescindió de las estrellas --sentó a Ronaldinho de nuevo (tercer partido consecutivo suplente fuera de casa) y también a Deco--, apostando por un perfil más físico. Mucho más contundente. Con Gudjohnsen de titular. ¿Quién se lo iba a decir a Guddy‡1 en agosto? El islandés tenía las maletas en la mano y ha jugado más de lo que pudo imaginar. Él y hasta Rijkaard.

Media hora eficaz

A la media hora de partido, aprovechando la indolencia del Valencia --no corrían, solo trotaban, incluso caminaban--, el Barcelona tenía los deberes hechos. ¿Cómo? Pues muy fácil. Xavi, con el mapa del encuentro en el disco duro de su cerebro, guiaba el balón, Messi regateaba hasta que le dejó su pierna izquierda y Etoo fusilaba a Cañizares. Por aire y tierra. Tan solo le faltó el mar para que el camerunés completara una noche de ensueño. Tuvo alguna que otra oportunidad en la primera mitad, pero el valor de Etoo no se mide solo por los goles.

Ayer Samuel logró dos tantos. En uno, el primero, se merendó con un par de regates con la cintura a los dos centrales del Valencia (Marchena y Helguera) y en el otro, el segundo, dejó a Cañizares transformado en una estatua de sal. Inmóvil se quedó bajo los palos.

Mientras para el equipo de Koeman tener el balón era un problema, que no lo tuvo nunca, para el Barça fue una bendición. Así terminó la noche, con Guddy reencontrándose con el gol. De vuelta al centro del campo, el islandés llamó a Ronaldinho, éste se levantó del banquillo por vez primera en la noche y se fundió en un abrazo con su amigo. El Barça goleó y Ronnie ni pisó el rectángulo de Mestalla.