Marta Cantón, primera catalana en ganar un diploma olímpico: "Tras los Juegos lo dejé y me puse a estudiar"

Encontrar el camino no es para nada sencillo. Las deportistas, por suerte, cada vez tienen más referentes a la que seguir, caminos ya hechos que hacerse suyos para avanzar. Sin embargo, hubo un grupo de deportistas que fueron las primeras. Las que rompieron con una realidad que no las tenía en cuenta. Marta Cantón se llevó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles-1984 el primer diploma olímpico para una deportista catalana. Sin embargo, muchos sus logros vinieron antes y después de esta fecha.

¿Cómo empieza en la gimnasia rítmica?

Empecé a los 9 años en el colegio. La profesora de Educación Física, que era Marita López, una pionera dentro de la rítmica, me preguntó si yo quería formar parte del equipo. Yo le dije que sí, que me apetecía mucho. Con 15 años me dicen de irme a Madrid a vivir allí porque allí es donde entrena la selección nacional. 

Ahora parece habitual, pero fue una de las primeras que tuvo que irse. 

Los primeros momentos son duros. Te encuentras un poco desangelada porque allí estaba viviendo en un piso, donde yo alquilaba una habitación. El problema fue cuando me fui a Madrid, que ya no tenía mi grupo y tenía que crear otro grupo. Al año siguiente, como había más chicas que venían de fuera de Madrid, nos cambiaron a una residencia en un colegio mayor. Fuimos pasando por diferentes sitios hasta que en el 84, antes de ir a los JJOO, estuvimos en la Blume. A medida que pasaron los años íbamos mejorando poco a poco nuestra situación e íbamos estando más cuidadas. 

Y todo ello sin que estuvieran reconocidas como deportistas profesionales.

Dedicas mucho tiempo a la actividad deportiva, es prácticamente tu profesión, pero antes no estaba valorado así. Estaba valorado como una cosa más amateur, una cosa de amor al arte. Cobrábamos muy poquito dinero y se iba el dinero para pagar el colegio.

Fue una de las primeras en dar el paso.

Fui pionera. Antes de los JJOO de Los Ángeles hablé con Emilia Boneva, que era la entrenadora nacional que teníamos, y le propuse que yo dejaba los estudios para entrenar más. Me dijo que fantástico. Entonces, a partir de ahí empiezo a entrenar mañana y tarde y a dedicarme realmente a mi carrera deportiva. 

No había ningún camino hecho. Cuándo no hay un referente, ¿cómo se hace? 

Es difícil. Lo que tienes que tener es voluntad y amor a lo que haces. A mí me valía la pena la pasión que yo tenía por la gimnasia rítmica y eso me daba un punto fijo que yo tenía que seguir. Pasara lo que pasara yo iba a seguir adelante. Es como ir caminando, en el camino siempre hay piedras, pero tú sigues. Si tienes un problema, busca una solución. Problema, solución, problema, solución. Y así se ha forjado mi vida, ¿no? La vida es la que me deparó el poder estar en unos JJOO, en campeonatos del mundo y de Europa. 

"Sabía que la vida no es solo el deporte, es mucho más"

¿Las deportistas tenéis un carácter diferente al resto?

Yo creo que sí. Ya no englobo ni mujeres ni hombres, sino que todos los deportistas somos como un gremio especial. Es bastante difícil vivir con un deportista porque tiene unos criterios muy fijos. Si tú quieres conseguir algo en la vida, no te falta más que tener voluntad, tesón, seguir y cuidarte. Y sin que las cosas externas te desvíen de lo que tú quieres hacer, porque en esta vida pasan muchas cosas. Entonces, si tú sigues, aunque las cosas vayan mal, no te preocupes, vendrá otra opción que sea más favorable para ti.

¿Cómo fueron los Juegos Olímpicos?

Fueron un bombazo, fue brutal. Era la primera vez que nos reuníamos un montón de deportistas, además deportistas que yo había visto en la tele, y los tenía ahí comiendo al ladito. La rítmica se celebraba en los últimos días, con lo cual nos pasamos todos los Juegos entrenando.

"El fair play del deporte no existe en la vida real y nos llevamos muchas tortas"

¿Allí se planteó qué venía después?

Lo tenía muy claro. Cuando llegué a la selección nacional me puse un baremo: quería estar en un campeonato del mundo, un campeonato de Europa y unos Juegos Olímpicos. Cuando llegaron yo lo quería dejar. Mis objetivos se habían cumplido. La Federación me dijo que me tenía que quedar, que en 1985 era el Campeonato del Mundo en Valladolid y yo era una referente y tenía que estar. ¡Me convencieron fácilmente! Continué, pero siempre con la mentalidad de que la vida no es solo el deporte, la vida es mucho más. Yo tenía un tema pendiente que eran los estudios, el COU por terminar. 

¿Cómo fue el proceso para volver a la vida "normal" y más siendo tan joven?

Me tuve que enfrentar a la realidad. Dejar el deporte y volver a estudiar. Lo primero fue dejar el deporte, que era una parte importante de mi vida y que me costaba, pero que yo quería dejarlo. Pensé que mi vida deportista ya con 20 años, cuando antes ya eras casi una abuela, tenía que dar el relevo a las jóvenes. Yo ya había hecho camino para ellas y me tenía que buscar el mío dentro de la vida. Sales de una burbuja y vas a otro sitio donde el fair play del deporte no existe. Ni tampoco la jerarquía, y me costó poco encontrarme. Hice la carrera de educación física. Tu inserción es bastante complicada porque no hay mucha ayuda. Es complicado porque los valores deportivos no existen en la vida real y nos llevamos muchas tortas. 

¿Tenía claro que quería acabar siendo profesora? 

Yo me considero una mujer que he hecho la práctica deportiva como un experimento de cómo yo la puedo transmitir. En mi vida lo he visto, tanto como deportista, entrenadora, madre, tutora... Me gusta mucho educar con toda la experiencia que he vivido, porque tengo muchas herramientas. No impongo mi versión, sino que yo digo: 'esta es mi opinión' y tú puedes coger un poco de esto y hacer tu versión especial. Yo creo en una educación un poco más flexible.

¿Cómo ha visto la evolución de todo el deporte femenino, sobre todo estos últimos años?

He visto una evolución brutal. Tenemos tiempo para que la mujer se equipare con el hombre. Tenemos que seguir ahí, debemos seguir demostrando que no hay ninguna diferencia, sino que todos somos válidos para todo. Cada uno con sus características y con su naturaleza. No debe haber competición entre hombres y mujeres, sino que sea una cosa constructiva para que todos sigamos haciendo una humanidad mejor.

Suscríbete para seguir leyendo