MÚSICA EN AUGE

Grammy 2021: la efervescente estrella es Phoebe Bridgers

La cantante y compositora indie rock, de breve pero intensa carrera, está nominada a cuatro premios

Phoebe Bridgers

Phoebe Bridgers / Instragram

Juan Manuel Freire

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A veces, cosas buenas pasan a buenos artistas. La joven maestra del folk-rock alternativo Phoebe Bridgers está nominada en cuatro categorías a los Grammy: mejor artista nuevo, mejor interpretación rock, mejor canción rock y mejor álbum de música alternativa, todo ello gracias al material de 'Punisher', uno de los mejores discos, ciertamente, editados durante 2020.

Si del arriba firmante dependiera, Bridgers debería llevarse los cuatro premios, pero la primera nominación es cuestionable: ella ya fue artista revelación hace cuatro años, cuando publicó un primer disco que no lo parecía, el triste e inmenso 'Stranger in the Alps'. Invirtiendo mejor que bien lo aprendido durante escuchas intensivas de Elliott Smith, Bright Eyes y Bon Iver, la artista de Pasadena transformaba sus malos momentos en canciones tan buenas como 'Smoke signals' y 'Motion sickness', exorcismo de cierta relación tóxica de la que hablaremos después.

Sea como sea, 'Punisher' es mejor aún, más maduro a nivel lírico y más ambicioso por la parte sónica. Bridgers vuelve sobre sus traumas personales con otra perspectiva, habiendo superado algunos de ellos y siendo capaz de racionalizar, de avanzar. 'Kyoto' es el reclamo más claro, pero es una pista engañosa: en el disco imperan las baladas melancólicas, algunas tan brillantes como 'ICU', 'Chinese satellite' y 'Savior complex', la canción con vídeo protagonizado por Paul Mescal (el prota masculino de 'Normal people') y dirigido por una ilustre tocaya, Phoebe Waller-Bridge.

Una voz contra el abuso

Si Bridgers no ha dejado de ganar fans, y realmente entregados, desde hace unos años, es sobre todo por su música, pero también por sus pocos remilgos a la hora de hablar sobre salud mental, política o cuestiones de abuso en foros públicos. En 2019, fue una de las siete mujeres que hablaron a 'The New York Times' sobre su desgraciada experiencia con el (hasta entonces) respetado icono rock Ryan Adams, quien según la investigación había convertido su mecenazgo de jóvenes artistas en una oportunidad para buscar relaciones sexuales con ellas.

"En algunos casos", explicaba el reportaje, "podía volverse dominador y vengativo; retirar sus ofertas de apoyo cuando era rechazado, y someter a las mujeres a abuso emocional y verbal, y a acoso por mensaje de texto o las redes sociales". Cuando Bridgers rompió su breve romance con Adams, éste la amenazó con retener la música que habían grabado juntos y dejó de quererla como telonera de una gira europea. Ella no teme un posible 'comeback' de Adams: "Si sucede, estaré rodeada de gente a la que quiero y gente que dirá, 'Esto es una mierda'", comentaba en la revista 'New York' en junio de 2020.

El pasado febrero, a través de Twitter, plataforma en la que tiene cerca de 400.000 seguidores, Bridgers recordó una mala experiencia durante una visita con amigos a casa de Marilyn Manson, también acusado de abusos: "Habló de una habitación de su casa como el 'cuarto de violaciones', y pensé que era un horrible chiste de chico de fraternidad. Dejé de ser fan".

Brillante círculo de amistades

Por suerte, su experiencia con Adams no la dejó sin ganas de socializar ni colaborar. Hace tres años formó el proyecto boygenius con otras dos magníficas proveedoras de música triste: Julien Baker y Lucy Dacus. Y en 2019 llegó Better Oblivion Community Center, su mano a mano con uno de sus ídolos, Conor Oberst, alias Bright Eyes. Además, ha grabado temas con los Big Red Machine de Justin Vernon (Bon Iver) y Aaron Dessner (The National); The 1975 (hasta cuatro apariciones en 'Notes on a conditional form'), o el rapero Kid Cudi ('Lovin' me').

Esa mentada ristra de colaboraciones ejemplifica el amplio abanico de intereses de Bridgers, quien podría hacer seguramente cualquier clase de canción que le apeteciera. Cuando recientemente anunció la creación de su propio sello (Saddest Factory, 'La Fábrica Más Triste', por supuesto), describió su criterio estético en términos simples: "buenas canciones, más allá del género". De momento, ha cumplido con la misión. Las dos primeras referencias (un single y un álbum) pertenecen a Claud, artífice de un emotivo híbrido de indie rock con electro-pop.

Por su parte, Bridgers no parece querer alejarse de las guitarras. En una entrega reciente del pódcast 'Rolling Stone Music Now', señalaba que hacer música con ellas te aseguraba una larga carrera, "sobre todo si no te ciñes a un género y no dejas de componer buenas canciones". Ella todavía ha de lanzar alguna mala.

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