EL 'STREAMING' AÚPA EL DRAMA

Réquiem por las 'sitcom'

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Nando Salvà

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Ofrecen lecciones vitales básicassentimentalismo desacomplejado y el tipo de chistes que se ven venir desde donde alcanza la mirada; transcurren principalmente en un escenario, ya sea un espacio laboral o una vivienda; y el tema principal de su banda sonora, por supuesto, son las risas enlatadas. Son las comedias de situación o 'sitcom', que durante décadas definieron el entretenimiento televisivo y que hoy, sobre todo desde que el año pasado dejó de producirse 'The Big Bang Theory'  –lo más parecido a un fenómeno que el formato ha experimentado desde los tiempos de 'Seinfeld' y 'Friends'– sobreviven tan pasadas de moda como los pantalones vaqueros lavados a la piedra.

Por supuesto, la afirmación exige matices. Las 'sitcom' siguen existiendo –en su mayoría adaptadas, eso sí, a los nuevos tiempos–, pero casi nadie las ve. Títulos más o menos recientes como 'Parks and recreation', 'Community' o 'The Good Place' lograron estatus de obra de culto, pero nunca llegaron al gran público.

El 'streaming' ha coronado el drama como género rey y, al permitir acceder a los episodios a demanda, ya no son necesarias las historias independientes

Con el auge del 'streaming', además, el drama se ha convertido en el género dominante en la ficción televisiva, hasta el punto de permear incluso producciones sobre el papel basadas en el humor. Series como 'Fleabag', 'Barry', 'BoJack Horseman', 'Louie', 'High Maintenance', 'Master of None', 'Girls', 'Orange Is the New Black', 'Catastrophe' y 'Atlanta' no solo coinciden en haber acumulado nominaciones a los premios Emmy y un lugar destacado en la cultura pop; también en que, en muchos de sus episodios, ni siquiera intentan ser divertidas. Si una 'sitcom' está más interesada en hacernos llorar que en arrancarnos la carcajada, ¿sigue siendo una 'sitcom'?

Hay más motivos que explican el declive del formato. Durante la mayor parte de la historia de la televisión, los espectadores solían tener una sola oportunidad para ver la emisión semanal de una serie, y no gozaban de la posibilidad de recuperar un episodio si se lo perdían.

Gags y carácteres exagerados

Por lo tanto, la mayoría de esas ficciones eran o bien intrigas procedimentales –'La ley de Los Ángeles', 'Canción Triste de Hill Street', 'C.S.I.'– o bien comedias de situación. En cada episodio ofrecían una historia independiente, de manera que los espectadores podían sentarse frente a él sin reparos aunque no hubieran visto el anterior. Y sus temporadas podían llegar a durar hasta ocho meses al año, lo que estimulaba la familiaridad del público con los personajes y la complicidad con sus 'running gags' y sus exagerados rasgos de carácter.

Inevitablemente, con la irrupción de plataformas como Netflix y Hulu en el 2007, los hábitos de consumo empezaron a cambiar. De repente, temporadas enteras de series estaban disponibles para ser vistas tan rápido como el espectador quisiera, de manera que sus creadores decidieron usarlas para contar historias que se prolongaban durante varios episodios y llenarlas de 'cliffhangers'.

El público ha ido descubriendo que sus necesidades básicas de comedia ya las cubre, de forma voluntaria o no, la telerrealidad

Lo mismo sucedió con aquellas ficciones que seguían emitiéndose a razón de una capítulo por semana, y que comprendieron que para fidelizar al espectador había que proporcionarle urgencia e imprevisibilidad. Pero ese tipo de cualidades no son sostenibles en una ficción a lo largo de 24 episodios al año, de modo que, con el tiempo, las temporadas televisivas han ido reduciéndose más y más hasta componerse de 12, 10 o incluso menos capítulos.

En otras palabras, la nueva era de la ficción televisiva ha acabado con las narraciones autoconclusivas y las duraciones que permiten al espectador intimar con los personajes, dos de los ingredientes que inicialmente garantizaron el éxito de las sitcom. Y, paralelamente, el público ha ido descubriendo que sus necesidades básicas de comedia ya las cubren, de forma voluntaria o no, los programas de telerrealidad. Después de todo, ¿quién necesita risas enlatadas si 'La isla de las tentaciones' incluye un dúo cómico como Fani y Christopher? 

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