Colin Kaepernick: ¿desafío antirracista o márketing?

El jugador, que se arrodilló contra la violencia racial y que acusa a la liga de fútbol americano de haberlo vetado, se ha convertido en la imagen de Nike y protagoniza un boicot a la Super Bowl

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Núria Marrón

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¿Quién es en realidad Colin Kaepernick? ¿Un jugador desahuciado de la Liga de fútbol americano por haber hincado la rodilla al principio de los partidos mientras sonaba el himno nacional de EEUU en protesta por el racismo institucional y la violencia policial? ¿Un deportista en horas bajas que ha sabido monetarizar un gesto sin duda valiente al ponerlo al servicio de la última, y lucrativa, campaña de Nike? ¿O un icono ya global capaz de llevar el conflicto racial hasta la Super Bowl –la gran final del fútbol americano– al convertirse en el nudo de un boicot, secundado por Rihanna, contra los capitostes de la competición y que se hará visible en ese fabuloso escaparate en el que 30 segundos de publicidad cuestan 5 millones de euros?

Rihanna se ha sumado a un boicot contra la Super Bowl en defensa del deportista

El último drama del 'show business' estadounidense cuenta con algunos de los ingredientes más inflamables de los tiempos. Un gesto icónico y desafiante en el que resuenan los puños en alto de Tommie Smith y John Carlos en los JJOO de México-68; un puñado de insultos de Trump –«¡sacad a ese hijo de perra del campo ahora mismo!  ¡Está despedido! ¡Está despedido!», soltó cuando lo vio hincar la rodilla–; una demanda del jugador contra la NFL, a la que acusa de conspirar para impedir que sea contratado por ningún equipo; una campaña de Nike que celebra los 30 años de su eslogan 'Just do it' con el rostro del jugador y la leyenda «cree en algo, incluso si eso significa sacrificarlo todo», y una llamada al boicot, seguida por Rihanna y la humorista Amy Schummer, a una de las piedras angulares de la industria del entretenimiento estadounidense como es la Super Bowl.

Pretemporada 2016

El caso ha explotado ahora, pero en realidad se remonta a la pretemporada del 2016 de la liga de futbol americano. Aquel año, la policía había matado a 261 personas afroamericanas de un total de 769, cuando la comunidad negra apenas supone el 12,4% de la población. Estaban muy presentes aún los disturbios de Ferguson, desatados después de que el adolescente Michael Brown fuera abatido a tiros por un agente blanco al que el gran jurado decidió no imputar.

"No me voy a poner de pie y mostrar orgullo por una bandera que representa a un país que oprime a los negros", aseguró Colin Kaepernick

Fue entonces cuando el mariscal de campo de los San Francisco 49ers, que no pasaba precisamente por una buena racha de juego, decidió no levantarse durante el himno. «No me voy a poner de pie y mostrar orgullo por una bandera que representa a un país que oprime a los negros y a la gente de color –dijo por aquel entonces–. Para mí esto es más grande que el fútbol y sería egoísta mirar hacia otro lado. Hay cuerpos en la calle, al tiempo que se dan bajas pagadas por matar a gente y se esquiva el castigo».

Cuando le dijeron que quedarse sentado podía considerarse una falta de respeto hacia los veteranos de guerra, hincó la rodilla en el suelo, y muy pronto el gesto fue secundado por más de 200 compañeros. Los espumarajos de Trump hicieron que la Liga, al menos oficialmente, se posicionara al lado de los jugadores. Pero poco después empezaron a ocurrir cosas, cuando menos, extrañas. 

Demanda contra la NLF

Por 'extraño' se entiende, por ejemplo, que en el 2017 rompiera su contrato con el club (se le debían bonos y 17 millones de dólares en salario) y que no lograra fichar por otro club, cuando, según las cuentas de la revista 'GQ', de los 33 quarterbacks de la competición, solo 15 son mejores que él. Sus detractores –y adivinarán que entre la población blanca conservadora tiene unos cuantos– aseguran que ya antes del gesto había dejado de ser titular, y que su comportamiento se había hecho más tosco y amargo según empeoraba su racha deportiva. Sin embargo, los abogados del deportista, sin equipo desde marzo del 2017, piensan que hay caso y entre las pruebas de cargo del presunto veto esgrimen incluso chapuzas como borrar al jugador, como si fuera un insulto, del videojuego de la Liga, hecho por el que, por cierto, han tenido que pedir perdón.

Días atrás, Nike agotó en apenas dos horas las camisetas del jugador

Y así de alta ardía la hoguera cuando Nike se acercó a las brasas y se puso a echar cuentas. Tras un amago de boicot, la campaña con Kaepernick le ha funcionado de maravilla y días atrás agotó en dos horas las camisetas del jugador. Aun así, el activismo corporativo ha abierto una pieza separada del caso y ha dado nueva munición a todos aquellos que hablan del oportunismo del deportista. «Di qué ha sacrificado: le habían puesto en el banquillo antes de que protestara, y se ha convertido en un jugador mucho más aclamado de lo que su actuación en el campo justicaba –escribió el comentarista conservador Ben Shapiro–. Ahora tiene un contrato publicitario lucrativo. Mohamed Alí sacrificó algo, él no». También hay cisma en las filas progresistas, entre quienes mantienen que la firma brinda una plataforma desafiante al conflicto racial y quienes creen que es bastante feo empaquetar camisetas con una causa noble para agrandar las cuentas de un gigante que ya factura más de 30.000 millones de euros anuales. El serial continuará en la Super Bowl. ¿Quién ganará? ¿Trump? ¿Kaepernick? ¿O Nike?