La fisión binaria

El PSOE podría tener en un año y medio 180.000 sedes. No todas cabrían en la calle de Ferraz, así que sería conveniente que estuvieran ubicadas en las mismas casas de los afiliados.

por juan carlos ortega

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Todos hemos leído ya bastante sobre el asunto de las dos sedes del PSOE en la calle de Ferraz. La creación de una sede alternativa unos cuantos metros más allá de la oficial, ha provocado la inmediata amonestación de los responsables de la sede de toda la vida de Dios.

Los artífices de la nueva ubicación defienden su derecho a crear unas nuevas oficinas que simbolicen la escisión. Me parece una actitud pertinente, tanto que incluso defiendo el derecho a que se escinda la escisión y la sede alternativa se divida en otras dos que sean alternativas de la alternativa. ¿Por qué no? Cuando se funda un derecho, este no ha de bloquearse solamente porque entre en conflicto con los intereses que llevaron a establecerlo.

¿Cuántas divisiones de sede pueden hacerse con los aproximadamente 180.000 afiliados del PSOE? Es una operación sencilla. Tan solo hemos que despejar la 'n' en la siguiente ecuación:

Afiliados

———— = 1

2ⁿ

Obtenemos para 'n' un valor cercano a 18. Eso significa que, tras 18 crisis internas en el PSOE, cada afiliado podrá tener su propia sede. No son muchas crisis. A una por mes, en un año y medio el PSOE podría tener 180.000 sedes. Por desgracia, no todas cabrían en la calle de Ferraz, por lo que sería conveniente que estuvieran ubicadas en las mismas casas de los afiliados. La habitación de soltero de algún hijo que ya se haya casado me parece una opción muy pertinente.

Y lo mismo, claro está, podrían hacer el resto de los partidos. Tantas sedes de Podemos como afiliados tiene. Y otro tanto el Partido Popular y Ciudadanos. Cada una de estas miles de sedes recién creadas en la nueva política podría elegir a su propio secretario general. Por unanimidad, resultaría siempre ganador el mismo afiliado, que se haría una foto del rostro con el móvil, haría una ampliación y la colocaría en las farolas para pedir el voto.

La cosa podría no acabar ahí, porque los seres humanos no somos seres monolíticos. A veces nos levantamos pensando una cosa y nos vamos a dormir creyendo la contraria. Eso ofrece la magnífica posibilidad de la autodivisión. Un mismo afiliado podría enfadarse consigo mismo y crear dos sedes, una en el balcón con vistas al cielo estrellado, que es cuando más utópicos estamos, y otra en el cuarto de baño, cuando nuestro comportamiento es más natural y disponemos de una visión del mundo infinitamente más práctica.

Pero incluso dentro del baño no somos siempre los mismos. Una cosa es ducharse y otra, hacer necesidades mayores. El afiliado de cualquier partido debería alicatar su aseo para establecer esas divisiones. Y lo mismo en su dormitorio, porque uno piensa una cosa cuando tiene sueño y otra muy distinta cuando está con su pareja realizando el ayuntamiento carnal.

La política así será mucho más liosa, es innegable, pero nadie ha dicho que tenga que resultar sencillo valorar las contradicciones internas. Escuchar todas las voces y querer ser libre tiene su precio. Y si les parece ridículo tanto jaleo, hagan como yo y no estén afiliados a ninguna de esas agrupaciones de chiflados.

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