Mozart antes molaba

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JUAN CARLOS ORTEGA

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El otro día, las redes se llenaron de jubilo al compartir una noticia que afirmaba que Mozart había sido el músico que más discos había vendido en 2016, por encima de Justin BieberBeyoncé y demás superventas actuales. Luego supimos que el cálculo tenía un poco de trampa; se había multiplicado por 200 la cantidad de colecciones vendidas, ya que ese era el número de discos compactos que incluía cada paquete.

Afortunadamente, la cosa se aclaró a tiempo. De verdad, menos mal. Así pudimos evitarnos el orgulloso desfile de plastas que, sin duda, proclamarían en voz muy alta que Mozart ya no es lo que era. ¿Se lo imaginan? Ellos, siempre con las minorías, escribirían cosas como: «Mozart antes molaba, pero desde que compuso la 'Sonata para piano número 11', con su comercial marcha turca, se vendió al mercado y solo hizo mierda». Alguien le respondería que tiene toda la razón del mundo, que Wolfang era un 'crack' cuando empezaba y solo lo conocían ellos, y añadiría: «Además, ni siquiera el 'Réquiem' es suyo del todo, que se lo tuvo que acabar Süssmayr».

Estarían también, sin duda, los que afirmarían, mintiendo sin piedad, que en realidad nunca les había gustado: «Yo jamás le vi la gracia al tío ese. Alguien capaz de hacer 'Idomeneo, rey de Creta' con el fin de contentar al público de Múnich solamente puede ser un cretino de los pies a la cabeza». «Además era un payaso», soltaría otro, «siempre con sus bromitas musicales y sus pretendidas sorpresas para que su porquería fuera aceptada por unas masas que se lo tragan todo».

Y pasaría lo inevitable. Antes de que transcurrieran dos minutos, alguien afirmaría, lleno de convicción, que el bueno era Salieri: «Ese sí que era cojonudo. Era el puto amo, pero claro, no se arrodilló ante la mayoría y solo nos gusta a unos pocos». «Calla, calla, no me hables. ¡Qué mierda de país! No me extraña que triunfe el programa de Bertín. Tú sales a la calle y preguntas a la gente por un músico clásico que les guste y todos te nombran a Mozart, pero ¿cuántos te citan al gran Antonio Salieri? Ninguno. Cero patatero. Y todo es por la peliculita, que lo retrató como a un envidioso. Asco de peña, de verdad. Me dan ganas de largarme de España para irme a vivir a Finlandia, que el Évole ha dicho que allí se vive mejor». «Sí, tío, allí el estado te paga los libros, no cómo aquí que la cultura ha de tributar al 21% porque quieren que no pensemos». «Claro, para adocenarnos. ¡Blanco y en botella! Al poder nunca le ha gustado que la masa tenga pensamiento crítico, ¿y cuál es el resultado? Pues que Mozart vende millones de discos mientras que a Schönberg no le conoce ni su puta madre». «Va tío, vámonos a Finlandia. No seremos los primeros. En España los buenos tienen que emigrar».

Afortunadamente, no tuvimos que escuchar ni leer nada semejante. El truco de los 200 discos por colección desmontó el argumento, pero no lo lancemos a la basura; a ellos les sigue siendo útil para aplicarlo a Justin Bieber o Beyoncé. 

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