EL FÚTBOL LO PUEDE TODO

Un balón de oxígeno

Brayan Estik Santos, en el campo del Olímpic Can Fatjó de Rubí

Brayan Estik Santos, en el campo del Olímpic Can Fatjó de Rubí / periodico

Christian Martínez Romeo

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Soñador compulsivo, en su mente fantaseó durante meses con la ilusión de que la grada de algún estadio de Praga coreara su nombre. Imaginándose con el balón en los pies superando adversarios, una vez aterrizado en la capital de la República Checa se encontró haciendo otros malabares: los necesarios para sobrevivir sin dinero en un territorio inhóspito para él. De codiciar el aplauso del graderío a buscar cobijo bajo el mismo. Sin haber hecho nada. Tan solo confiar en alguien que le prometió que su sueño de ser futbolista profesional iba a cumplirse.

Con una sonrisa que perdura inamovible a lo largo de toda la charla, Brayan Estik Santos (Ibagué, 1997) relata la historia de un joven colombiano que se niega a renunciar a un sueño que le ha acabado llevando a Barcelona. A tantos y tantos kilómetros de su hogar, pero con un poderoso motivo para seguir adelante: el fútbol. Una muestra más del enorme poder de este deporte para sacar lo mejor del ser humano, incluso después de vivir una experiencia que dejaría destrozado a la mayoría.

Engaño

Apodado como el mago de Ibagué, el buen hacer con el balón de Brayan llamó la atención de un representante cuyo nombre prefiere no desvelar. Conocedor que el salto a Europa es un paso indispensable para poder progresar, la aparición de dicho agente en la vida del joven colombiano fue recibida como una revelación en el seno familiar del protagonista. “Mi sueño siempre ha sido ser futbolista profesional. Un día, tras un partido, una persona se me acercó y me hizo una propuesta: ir a jugar en un equipo de Segunda División de la República Checa”, rememora el joven de 21 años.

Tras semanas de conversación, la fantasía de ser jugador profesional ya no parecía una quimera y el desembarco a Europa estaba a punto de ser realidad. “Yo trabajaba de profesor. Utilicé todo lo que había ahorrado, junto a dinero familiar, y decidí emprender este reto”. Pero los días pasaban, no había noticias del club y, de repente, ese representante desapareció. “No supe más de él”, relata con crudeza.

Resurgir

Desorientado en un país ajeno y sin ningún apoyo, podría haber acabado desmoralizado y sin recursos. Pero como cuando falta un minuto para que se acabe el partido y no renuncias a dar la vuelta al marcador, Brayan apretó los dientes y siguió luchando hasta remontar una derrota casi segura. Era el momento de iniciar una travesía que le acabaría llevando a Barcelona. Hasta la fecha, su última parada.

Deambulando de punta a punta de la ciudad, apurando hasta el último centavo, Brayan trató de poner fin a un calvario que nunca imaginó. Pasaban los días, el dinero disminuía y cada vez era más difícil poder hacer vida en Praga, pero una charla con unos compatriotas que encontró en territorio checo fue el impulso definitivo para poner rumbo a la capital catalana. “Una vez me di cuenta que nunca más sabría nada de él, dudé sobre si lo correcto era regresar a Colombia. No obstante, decidí no rendirme e intenté tomarme lo que ocurría como una nueva prueba de superación en mi vida”, cuenta.

Autostop, autocar, tren y avión hicieron posible la llegada del centrocampista a Barcelona. La incertidumbre sobre su futuro, el recelo a un nuevo embuste o el temor de un revés no fueron impedimento para seguir pugnando por su sueño. “Cada día anhelo ser futbolista profesional y llegar a la élite. Creo que Dios lo va a cumplir muy pronto”, reitera.

Desafío

Una vez llegado a la ciudad, una organización formada por bolivianos le ofreció un hogar. En el ámbito futbolístico, tras preguntar y probar en distintas entidades, Brayan encontró acomodo en el Olímpic Can Fatjó de Rubí, de Segunda Catalana. Dirigido por Josep Maria Gené, el colombiano entrena a la espera de poder debutar.

“La diferencia entre el fútbol de allí y el de aquí es abismal. En mi país se juega más por arriba, donde destaca el contacto y la lucha; en cambio en España se valora más la táctica, se trabaja la estrategia y no solo es estar detrás de un balón”, valora antes de un entrenamiento.

Manteniendo intacta su sonrisa, su positividad cierra la conversación. Toca entrenar. “Estoy aprendiendo a posicionarme en la cancha y saber qué hacer en cada momento. Estar aquí ya es un sueño. Soy feliz”. Realmente, el fútbol lo puede todo.

Football Can: El poder de cambiar el mundo

<span style="font-size: 1.6rem;">El fútbol tiene la capacidad de que 100.000 personas se conviertan en una sola voz en un estadio. Que millones de personas se congreguen delante del televisor para esperar con ansia un gol. Pero también va mucho más allá del deporte: tiene la capacidad de dar alegría, aparcar los problemas, generar amistades, aportar esperanza. En definitiva, de hacer que las personas y las sociedades prosperen en un sentido más amplio del económico, colaborando a crear un mundo mejor.</span>