El banco fotogénico
La antigua sede central de La Caixa, entre Via Laietana y Jonqueres, se ubicó en un edificio neomedieval de Sagnier
Cuando uno piensa en la sede de La Caixa, inmediatamente recuerda las dos torres negras y acristaladas de la Diagonal, con sus fachadas de cristal oscuro cristal y rótulos giratorios. Pero no es la primera vez que La Caixa se sirve de la arquitectura para reflejar su poder. A cinco kilómetros de allí se yergue un edificio imponente ( Via Laietana 56-58), sede de la entidad durante más de 60 años.
El inmueble de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares –conocida como la Caja de Pensiones, primero, y La Caixa, después–, fue una de las obras más importantes de la madurez del arquitecto Enric Sagnier.
Inaugurado en 1917, el elegante edificio se concibió en un principio como un proyecto mixto de oficinas en la planta baja y viviendas de alquiler en los pisos superiores. "Sagnier representaba muy bien el poder –explica el escritor Julià Guillamon– y sus edificios siguen influyendo en la visualización icónica de la ciudad de Barcelona".
Cual proa de un buque insignia, la gran torre angular del edificio neomedieval de La Caixa divide el tráfico de la Via Laietana y la calle de Jonqueres. Hecha de cemento armado, pionero entonces, con un revestimiento de piedra, la finca recuerda un castillo feudal o una catedral nórdica. "Sagnier solía servirse de la solidez que transfiere la piedra –observa Guillamon–. De hecho, cuando construyó el palacio de Justicia, dijo: El edificio tiene que transmitir el peso de la ley".
El ahorro de los obreros
Bajo la torre, un grupo escultórico de Manuel Fuxà busca infundir confianza en la institución entre las clases populares. El pueblo llano, representado con las figuras de un anciano, una madre y su hija, rodea una alegoría del ahorro en forma de reina medieval. A su lado hay una inscripción que reza: "Casal de l’Estalvi" (hogar del ahorro).
"La Caja de Pensiones fue pionera ya que promovió el ahorro entre los obreros", aclara el escritor. El embrión de La Caixa fue fundado en 1904 por el industrial Luis Ferrer-Vidal y el abogado Francisco Moragas, que llevaba años difundiendo la necesidad de crear una gran caja de retiro como vía para conseguir la paz social. Una voluntad que permaneció incluso tras la guerra civil.
"Además de devaluar la moneda republicana, en las primeras etapas del franquismo no se autorizaba a los clientes a disponer de su dinero. Así que la Caja de Pensiones ideó una especie de créditos para que no perdieran sus ahorros", explica el exdirector de Marca e Imagen Corporativa de CaixaBank, Carles Feliu. También recuerda con cariño las primeras mujeres que pudieron volver a trabajar en la entidad. "Fue toda una revolución", afirma.
Actualmente, el edificio ha recuperado los elementos de la fachada que el franquismo quiso borrar, como el escudo de Catalunya y las inscripciones en catalán. Y su poder y monumentalidad sigue impresionando a los transeúntes. "Es lo que tiene el estilo de Sagnier, que siempre quedará bien en las fotos", sentencia Guillamon.
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