La entidad de las cepas en el Raval

El Centro Riojano de Barcelona, ubicado muy cerca del Macba, ofrece clases semanales de memoria y canto

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jose42426825 barcelona peu de la creu 6 06 03 18 distritos foto a la180321165409 / LUAY ALBASHA

Sílvia Alberich

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En pleno corazón del Raval y a pocos metros del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) se halla el Centro Riojano de Barcelona (Peu de la Creu, 6). Un local de dos plantas, con una fachada colorida y algún que otro grafiti, alberga la entidad, junto a la cual se sitúa el restaurante La Rioja, actualmente cerrado. 

En el interior, una amplia sala acoge unas cepas, botellas de vino e imágenes que trasladan a una tierra de viñedos y famosos caldos. También un pergamino colgado en una pared recuerda lo que es ser riojano. "Es cabalgar entre Castilla, Navarra, Aragón y pueblos vascos, siendo a la vez un pueblo peculiar y distinto", rezan los primeros versos del poema. 

En este espacio se reúnen a diario aficionados a las cartas, la mayoría jubilados, que pasan allí la tarde. Los jueves es el día para afinar las cuerdas vocales y potenciar las habilidades intelectuales, ya que tienen lugar los talleres de memoria y canto. Hoy en día, son los únicos que mantiene activos la entidad, que vivió su época de esplendor en sus inicios, a finales de la década de los 80. 

En aquel entonces, un grupo reducido de riojanos se reunía asiduamente para charlar y ponerse al día sobre lo que acontecía en su tierra. Algunos de ellos lo hacían en el Centro Navarro, del que llegaron a ser socios. Este núcleo originario, formado por 5 o 6 personas entre las que se hallaba el exdirector de un conocido diario, decidió constituir formalmente la casa riojana en 1992. 

Llegaron a tener 450 socios

Al principio, el espacioso restaurante era el lugar de reunión y donde se realizaban las actividades. "Había bailes de salón, concursos gastronómicos, conferencias culturales y se hacían excursiones", recuerda José Mari Garrido Sáez, presidente de la entidad, de 86 años. "También teníamos un boletín informativo mensual donde se explicaban nuestras actividades", lamenta Alicia Nalda, secretaria de la junta, de 85 años.  

Los talleres de pintura y de manualidades -en concreto, de patchwork y flores secas-, las actuaciones teatrales y las zarzuelas también habían tenido su espacio en la entidad. "Incluso hicimos una cata de vinos y aceites, una exposicion de estos y otra de las manualidades que hacíamos aquí", rememora Nalda.        

Una vez reformado el local actual, anexo al restaurante, se trasladaron a este espacio, inaugurado oficialmente en el 2000. "Eran tiempos de bonanza y la entidad llegó a contar con 450 socios", afirma Garrido. Pocos años después nació la coral, que sigue activa, aunque ha reducido el número de miembros de 18 a una docena. Actúan unas tres veces al año, en junio y en Navidad. 

Un restaurante gafado

El restaurante, de uso público, empezó su andadura en paralelo al de la casa riojana, pero con un sinfín de cambios que han afectado a la entidad. "Al menos ha abierto y cerrado 8 veces", explica el presidente. La mala gestión del local y los impagos de quienes lo regentaban obligaron a los socios del Centro Riojano a tener que asumir esos costes. "Los gastos de mantenimiento corrían a nuestro cargo y los últimos encargados abandonaron el restaurante, llevándose parte del mobiliario", lamentan los socios de la entidad, que acusan parte de su declive a este hecho. "Si el restaurante funcionara bien, iríamos de maravilla", asegura Mari Luz Hernández, secretaria del centro riojano.

Las redes sociales también podrían darles más visibilidad, pero no tienen ninguna activa. "Habíamos tenido web hace años, pero ha desaparecido", afirma Hernández. Para María Pilar Bermejo, tesorera de la entidad, "una solución podría ser unirse a otro centro, como el aragonés, para tener más fuerza". Las ideas siguen fluyendo en el seno de una entidad que sigue recordando sus tiempos gloriosos.