Estudio científico

Viaje a un mundo de 'algodón de azúcar', el exoplaneta cercano que huele a cerillas quemadas

Detectada una misteriosa explosión de rayos gamma en la capa alta de la atmósfera terrestre

La Tierra puede albergar los restos de otro planeta en su interior

Ilustración artística del exoplaneta WASP-107b y su estrella madre

Ilustración artística del exoplaneta WASP-107b y su estrella madre / LUCA School of Arts, Belgium/ Klaas Verpoest/ Johan Van Looveren

Valentina Raffio

Valentina Raffio

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¿Sabían que a tan solo 200 años luz de nosotros, en el corazón de la constelación de Virgo, existe un "planeta de algodón de azúcar"? Antes de que vayan preparando las maletas para viajar hacia este insólito y fascinante mundo situado en nuestro vecindario estelar les advierto, eso sí, de que no se trata de un lugar hecho de gominolas. Los científicos lo llaman así porque, según apuntan varios estudios, se trata de un planeta extremadamente esponjoso. Es decir, con la misma densidad que una nube de algodón de azúcar. El telescopio espacial James Webb lo ha estado observando, desde la distancia, durante un buen tiempo. Y gracias a ello, ahora podemos adentrarnos en su atmósfera y saber, por ejemplo, qué aire se respira (y hasta cómo huele) este fascinante mundo.

El 'planeta de algodón de azúcar' se conoce, en realidad, por el nombre científico de WASP-107b. Se trata de un exoplaneta gaseoso que orbita alrededor de una estrella ligeramente más frías y menos masiva que nuestro sol. Los expertos afirman que se trata de un mundo "extremadamente esponjoso", ya que cuenta con la misma masa que Neptuno pero tiene un tamaño mayor que gigantes como nuestro Júpiter. Y es justamente gracias a esta 'esponjosidad' que, aun estando a cientos de años luz de distancia, podemos adentrarnos en profundidad en su atmósfera y descubrir elementos con un detalle asombroso.

En este lejano mundo se registran temperaturas cercanas a los 500ºC

Los datos recopilados por el telescopio espacial James Webb (considerado el instrumento científico más poderoso jamás lanzado por nuestra especie) desvelan que la atmósfera de este planeta contiene grandes cantidades de vapor de agua, nubes de arena y dióxido de azufre. Este último sería el componente que, en un eventual viaje a este exoplaneta cercano, provocaría el característico olor a cerilla quemada. Otros estudios apuntan a que se trata de un mundo muy cálido, con temperaturas de hasta 500ºC centígrados. También fue el primer exoplaneta en el que se detectó la presencia de helio.

Revolución científica

Las observaciones del telescopio James Webb han permitido a los investigadores adentrarse en la atmósfera de este fascinante planeta y, a su vez, marcar un "hito fundamental en el estudio de la formación y evolución de estos mundos". "Este telescopio está revolucionando nuestra comprensión de los exoplanetas, proporcionando conocimientos a una velocidad sin precedentes. Todo esto nos ayuda a entender mejor nuestro propio sistema solar", afirma Leen Decin, investigadora de la Universidad de Leuven (Bélgica) y primera autora de este nuevo análisis sobre el 'planeta algodón de azúcar'.

"Este telescopio está revolucionando nuestra comprensión de los exoplanetas"

Lee Decin

— Investigadora

Hace casi dos años que el Webb abandonó su planeta madre y emprendió su viaje para estudiar el cosmos. Tras unos meses de viaje y otros de puesta a punto, este instrumento espacial de última generación empezó a arrojar información inédita sobre el universo que nos rodea. En su primera campaña de observación captó, por ejemplo, la imagen de unas espectaculares nebulosas, estrellas moribundas y galaxias chocando violentamente entre sí. Poco después descubrió la existencia de galaxias que no deberían existir, se adentró en las formaciones estelares más antiguas jamás detectadas y descubrió el agujero negro supermasivo activo más distante descubierto hasta la fecha.

Ahora, según explican con entusiasmo los científicos, el Webb está consiguiendo perfilar con cada vez más detalle la composición de mundos lejanos en los que, quién sabe, si algún día encontraremos alguna forma de vida. El telescopio ya ha dedicado al menos un cuarto de su tiempo a esta tarea. Ahora está en manos de la comunidad científica internacional analizar los datos recopilados por este sofisticado instrumento y desentrañar los misterios descubiertos.