Contaminación invisible
Así logran los microplásticos acumularse en tus pulmones
La ingesta humana de microplásticos alcanzaría las 120.000 partículas por año
Microplásticos: de tu lavadora al Ártico
Valentina Raffio
Periodista.
Los microplásticos ya inundan todos los rincones del planeta. Estos minúsculos fragmentos de residuos, muchas veces incluso imperceptibles para el ojo humano, se han hallado desde la cima del Everest hasta el interior del cuerpo humano. Ya hay estudios que confirman la presencia de estos plásticos en los intestinos, el hígado y la sangre humana. ¿Pero cómo llegan hasta ahí y, sobre todo, cuáles son sus efectos? Según apunta un estudio publicado este mismo martes en la revista 'Physics of Fluids', una de las principales vías de entrada de los microplásticos en el cuerpo humano es el sistema respiratorio. Es ahí donde estos microscópicos residuos encuentran una vía para 'colarse' en nuestro cuerpo.
El estudio, liderado por un equipo internacional de investigadores, se basa en un modelo computacional diseñado específicamente para entender cómo los microplásticos pueden entrar en el cuerpo humano, viajar a través de diferentes sistemas y, finalmente, depositarse en nuestro organismo. Para ello, los expertos empezaron explorando el movimiento de diferentes tipos de microplásticos (de diferentes formas y tamaño) en el sistema respiratorio. A continuación, también analizaron cómo esta dinámica podía cambiar en función de si una persona respiraba de forma más rápida o lenta. A partir de ahí, el modelo consiguió dibujar un mapa de las 'zonas calientes' de la acumulación de microplásticos.
¿Dónde se acumulan?
Según desvela esta investigación, los microplásticos tienden a acumularse principalmente en la cavidad nasal y en la parte posterior de la garganta. "La forma anatómicamente complicada y altamente asimétrica de las vías respiratorias (y el complejo comportamiento del flujo en la cavidad nasal y la orofaringe) hacen que los microplásticos se depositen en esas áreas", explica Mohammad S. Islam, uno de los autores principales de este trabajo. En este sentido, según relata el experto, factores como la velocidad del flujo respiratorio, la inercia de las partículas y las características anatómicas de cada individuo también influyen en la concentración de microplásticos en el organismo.
¿Pero cuáles son los factores que más influyen en este proceso? Según el modelo computacional desarrollado para este trabajo, las personas que respiran más rápido (es decir, aquellas que tienen un flujo respiratorio más acelerado) paradójicamente son las que suelen acumular menos cantidad de microplásticos en su sistema respiratorio. Las simulaciones también sugieren que los microplásticos más grandes (superiores a 5,6 micras) tienden a depositarse con mayor frecuencia que los más pequeños. Eso sí, todos estos hallazgos por ahora solo se limitan a un estudio computacional. Para comprobar su validez, habrá que esperar a investigaciones más detalladas en personas reales.
¿Cuál es el peligro?
Cada vez son más los estudios que alertan sobre la presencia de microplásticos tanto en el medio ambiente como en el cuerpo humano. Y eso, a su vez, plantea la pregunta de cuál es el verdadero peligro de estos elementos. La respuesta, según señalan varios expertos, es que todavía no sabemos a ciencia cierta cuáles son los riesgos de estos compuestos. Según explicó la científica Ethel Eljarrat en una entrevista con EL PERIÓDICO, "sabemos que entre los más de 3.000 compuestos químicos utilizados para la fabricación del plástico hay al menos 60 que se relacionan con un alto riesgo para la salud. Investigaciones recientes sugieren que estos podrían actuar como disruptores endocrinos, provocar daños neurológicos e incluso tener efectos cancerígenos".
"Algunos compuestos podrían actuar como disruptores endocrinos, provocar daños neurológicos e incluso tener efectos cancerígenos"
Hay estudios que sugieren que, de media, los humanos ingerimos 120.000 partículas de microplásticos al año. Varias investigaciones han encontrado la presencia de microplásticos en diferentes tipos de comida (sobre todo en pescados y mariscos pero también en productos agrícolas), en compuestos como la sal de mesa y hasta en fuentes de agua (desde los productos embotellados hasta la misma agua del grifo de grandes ciudades como Barcelona y Madrid). También se han encontrado elevadas concentraciones de estas sustancias microscópicas en al aire. Sobre todo en las zonas donde hay altos niveles de contaminación plástica o actividades industriales relacionadas con este material.
Todo apunta a que la toxicidad de estas sustancias podía depender de su acumulación a largo plazo. Sobre todo teniendo en cuenta que muchos organismos como los humanos no somos capaces de metabolizar los compuestos químicos asociados con la ingesta de microplásticos. Por ahora, aunque cada vez son más los estudios que empiezan a alertar sobre las consecuencias de este fenómeno, aún no hay pruebas concluyentes sobre los daños provocados por los microplásticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, ha reclamado investigar más en profundidad sobre este fenómeno y, mientras tanto, "hacer todo lo posible para reducir drásticamente la contaminación por plásticos".
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