Historia de nuestra especie

Solo un 5% de nuestros genes nos diferencia de los neandertales

Solo entre el 1,5% y el 7% de nuestros genes son exclusivos de nuestra especie. El resto es compartido con neandertales, denisovanos y otros homínidos extintos.

Un cráneo neandertal (izquierda) y uno de Homo sapiens (derecha).

Un cráneo neandertal (izquierda) y uno de Homo sapiens (derecha). / periodico

Valentina Raffio

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El genoma de nuestra especie no solo habla de quién somos ahora. También muestra quién fuimos y qué camino seguimos para llegar hasta aquí. Hurgando en la historia escrita en nuestros genes, de hecho, vemos que los 'sapiens' compartimos entre el 93 y el 98,5% de nuestro genoma con neandertales, denisovanos y otros homínidos extintos. O dicho de otra manera, los humanos modernos solo podemos presumir de entre un 1,5 y un 7% de genoma exclusivamente nuestro. Todo lo demás, es el recuerdo de miles y miles de años de evolución, diásporas y mezcla entre especies.

Esta es la fascinante conclusión que se desprende de un estudio publicado este mismo viernes en la revista ‘Science Advances’. El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de California, ha logrado reconstruir los últimos 600.000 años de la historia de nuestra especie con la ayuda de un potente algoritmo matemático. Gracias a esta herramienta, los científicos han podido comparar 279 genomas de humanos modernos, dos genomas neandertales y un genoma denisovano para ver cómo ha cambiado nuestro ADN a lo largo del tiempo y cuáles son los genes que nos diferencian de otros homínidos ya extintos. ¿Su conclusión? Que nuestras diferencias apenas se reflejan en un 5% de nuestros genes, la mayoría de los cuales tienen que ver con el desarrollo y la actividad cerebral.

"Es la primera vez que tenemos un número que resuma las diferencias entre ‘sapiens’ y otros homínidos arcaicos", comenta Jaume Bertranpetit, investigador del Institut de Biologia Evolutiva (IBE-UPF-CSIC), un experto independiente al estudio interpelado por este diario. "Algunos se sorprenderán al ver estos porcentajes porque parece que la diferencia es mínima. Pero en biología, un 5% de diferencias genéticas es muchísimo", comenta el científico. Para entender qué hay detrás de estas cifras, Bertranpetit parte de una premisa muy simple. Todas las formas de vida compartimos similitudes genéticas. Y conforme más cercana sea una especie a nosotros, mayor será la similitud. Solo hay que ver que nuestro genoma coincide al 99% con el de los chimpancés y que, en la práctica, las diferencias saltan a la vista.

"Algunos se sorprenderán al ver estos porcentajes porque parece que la diferencia es mínima. Pero en biología, un 5% de diferencias genéticas es muchísimo"

— Jaume Bertranpetit, especialista en genética de poblaciones humanas

Una historia de migraciones, cruces e intercambios

¿Pero qué significa que nuestro genoma coincida al 95% con el de neandertales y denisovanos? "Estos números nos muestran que los humanos modernos no hemos evolucionado de manera aislada. Somos fruto de una larga historia de migraciones y cruces entre especies", resume Marina Lozano, investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA) y profesora asociada de la Universitat Rovira i Virgili (URV). "Tenemos de dejar de pensar en nosotros como una especie única y superior a las demás y empezar a vernos como parte de un proceso mucho más complejo. Hay que cambiar la narrativa", comenta la científica.

"Tenemos de dejar de pensar en nosotros como una especie única y superior a las demás y empezar a vernos como parte de un relato mucho más complejo"

— Marina Lozano, paleoantropóloga

El análisis genómico, de hecho, también reconstruye la huella que estas migraciones y cruces ha dejado en nuestro ADN. Según apunta el estudio, nuestros genes guardan el recuerdo de dos grandes ráfagas migratorias: una ocurrida hace unos 600.000 años y otra que tuvo lugar hace alrededor de 200.000 años. En estos momentos, nuestra especie se cruzó con poblaciones de neandertales y denisovanos. "Este hallazgo corrobora muchas de las hipótesis que se han planteado en los últimos años, tanto desde la genética como desde la paleoantropología", comenta Lozano en declaraciones a EL PERIÓDICO.

El mapa genético de nuestra especie muestra que, por ejemplo, los genes neandertales siguen estando muy presentes en algunas poblaciones africanas (fruto, probablemente, del vaivén migratorio de homínidos en la zona). También sorprende que los actuales habitantes de Oceanía sigan guardando en su ADN la huella de los denisovanos, la misteriosa especie humana hallada hace tan solo unos años y de que la tan solo se han encontrado un puñado de restos fósiles. En ambos casos, el genoma apunta de manera inequívoca a una historia llena de migraciones, cruces e intercambios entre especies.

Bertranpetit, por su parte, llama a leer este relato como una apasionante historia de mutaciones surgidas al azar y de cambios genéticos que perduran o desaparecen en función de la selección natural. Así que si mantenemos gran parte del legado genético de nuestros ancestros es porque, en el fondo, nos ha ayudado a llegar hasta aquí.

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