PROYECTOS SOLIDARIOS

Drones salvavidas

Luchar contra la caza furtiva de rinocerontes en Sudáfrica, combatir las plagas de langostas en el desierto e incluso colaborar en las tareas de rescate de refugiados es posible, ahora, gracias al uso de vehículos aéreos no tripulados

Valentina Raffio

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"Hace 10 años eran muchos los que creían que la tecnología dron solo servía para matar. Pero no es cierto; también puede servir para salvar vidas", explica Carlos Ferraz Pueyo, socio fundador de Hemav, una empresa nacida con el objetivo de cambiar el mundo a través de una combinación entre tecnología dron e inteligencia artificial.

A través de su faceta más social, bautizada como Hemav Foundation, la compañía ha impulsado una serie de proyectos humanitarios en los que la tecnología puntera es utilizada para hacer frente a crisis humanitarias. Luchar contra la caza furtiva de rinocerontes en Sudáfrica, combatir las plagas de langostas en el desierto e incluso colaborar en las tareas de rescate de refugiados en el Mediterráneo es posible, ahora, gracias al uso de vehículos aéreos no tripulados, también conocidos popularmente como drones.

"Aquello que decíamos de pequeños de que queríamos cambiar el mundo, vemos que lo estamos consiguiendo a través de estos proyectos", reflexiona Ferraz. 

Crisis, olvido, rescate

"Parte de los problemas que estamos viviendo hoy en día pueden remontarse a la gran plaga de langostas de principios de siglo. Las hambrunas, la escasez de recursos, las consecuentes migraciones, las crisis políticas del Sahel y la radicalización derivan, en parte, de esta crisis humanitaria", explica Ferraz Pueyo. "Lo más grave de todo esto es que no se hizo nada hasta que la plaga llegó a las puertas de Europa en el 2008, cuando empezó a afectar al norte de Marruecos".

El proyecto Locust de la Hemav Foundation, en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), surgió con el objetivo de utilizar la tecnología dron para facilitar las tareas de localización, delimitación y extinción de una plaga que podría afectar a los recursos del 20% de la superficie terrestre. En definitiva, se trata de una iniciativa a largo plazo para luchar contra la escasez de recursos, razón por la cual el proyecto también se conoce como 'Drones contra el hambre'.

Según apuntan los expertos, el gran problema de las plagas de langostas es que no se pueden predecir. Cualquier precipitación ocurrida desde Mauritania (en la costa Atlántica de África) hasta India y desde Turquía hasta Sudán puede desencadenar una plaga que arrase con los recursos de toda la región. Cada plaga está formada por diversos enjambres, cada uno de los cuales puede alcanzar el tamaño de Barcelona. En un solo día, se calcula que los insectos pueden llegar a consumir dos veces y media la comida de toda la ciudad. En las zonas afectadas, esto se traduce en que tras el paso de una plaga de los cultivos tan solo quedan los esqueletos de los árboles.

Tecnología puntera para salvar vidas

Daniel Bajiou Mroczkowski, coordinador de la tercera generación del proyecto Locust, explica: "Estamos hablando de un problema muy grave que, sin embargo, muchas personas no sabe que existe. Pero para la gente de allí, de Mauritania, estas plagas son un problema que puede marcar la vida o la muerte de toda una población". Según explica Carlos Ferraz Pueyo, muchos de los países afectados no disponen de suficientes recursos para hacer frente a esta problemática: "En condiciones normales, en Mauritania - país donde se han realizado las primeras pruebas del proyecto - hay un cuatro equipos para cubrir todo el país, que proporcionalmente equivaldría a dos veces la superficie de España. En estas condiciones es imposible que puedan inspeccionar toda el área para localizar los enjambres".

A través del proyecto Locust se plantea localizar las zonas donde ha llovido, sobrevolar la zona con el dron y determinar si hay un enjambre de langostas. Una vez localizada la plaga, el dron desarrollado es capaz de especificar la superficie que ocupan los insectos para delimitar exactamente qué área hace falta fumigar. "El objetivo es que aquello nunca llegue a ser una plaga, sino actuar de forma preventiva. En este caso, poniendo un dron allí se trata de asegurar que un niño podrá comer ese mismo día. Se trata de trabajar para que no haya otra plaga que deje a un país entero sin comida", explica Marc Aicart Ramírez, coordinador de Hemav Foundation.

La gran ventaja que plantea el proyecto 'Locust' es la posibilidad de explorar zonas conflictivas, muchas de ellas con minas antipersona en el terreno, mediante el uso de tecnología dron. De esta manera, los vehículos no tripulados consiguen ir más allá de los límites geopolíticos para evitar crisis humanitarias. "El mundo necesitar volver a oír términos como cooperación internacional y solidaridad, unas palabras que devuelvan un poco de fe en la sociedad", reflexiona Daniel Bajiou

"Seguiremos trabajando hasta que no haya ni un solo refugiado más en el Mediterráneo"

Según las estadísticas oficiales proporcionadas por Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde que empezó la crisis migratoria, 16.000 personas han perdido la vida en el mar Mediterráneo. Paralelamente, las oenegés dedicadas a las tareas de rescate apuntan a que esta cifra, lejos de representar un fiel reflejo de la realidad, tan solo contempla las personas que, de alguna manera, son localizadas. ¿Pero qué pasa con todas aquellas vidas que desaparecen?

Para ayudar a hacer frente a esta crisis, la Hemav Foundation ha creado un proyecto en colaboración con la oenegé Proactiva Open Arms. Bautizada como Freeda, la iniciativa plantea utilizar la tecnología dron para ayudar en las tareas de localización y rescate de refugiados en el Mediterráneo. "A través de los drones que hemos desarrollado podremos llegar a ver más, más lejos y más rápido, guiando en tiempo real las embarcaciones de la oenegé hacia el punto exacto donde se hallan los refugiados", explica el coordinador del proyecto Sergi Tres.

Tecnología que salva vidas

El proyecto Freeda, que tiene previsto despegar a finales de este año, plantea el uso de dos tipos de vehículos aéreos no tripulados para colaborar en las tareas de rescate. Por un lado, un dron equipado con una cámara térmica capaz de rastrear el mar de forma autónoma en busca de una embarcación a la deriva. Por otro, un dispositivo capaz de captar imágenes del rescate que sirvan para documentar la situación de los refugiados y, en casos extremos, amparar legalmente los rescates de la oenegé. Este último punto, debido a las acusaciones recientemente vertidas sobre Proactiva, se ha convertido en una "prioridad estratégica" para poder seguir salvando vidas.

Mediante esta tecnología, según explica el coordinador del proyecto Sergi Tres, se podrán inspeccionar zonas que, de otra manera, quizás jamás se hubieran inspeccionado. "Lo que no se documenta parece que no ha pasado. Hace cinco años se decía que morían 1.000 personas en el Mediterráneo. Desde que están las oenegés, se habla de 250.000. Quizás cuando empecemos a rastrear la zona con drones este número se acabe triplicando. Las cifras oficiales solo hablan de las personas que se encuentran. ¿Y qué pasa con las que desaparecen?", añade Tres.

Una odisea en el Mediterráneo

Según relatan fuentes de Proactiva, hasta ahora, cuando se recibía una señal avisando de una embarcación a la deriva inmediatamente se iniciaban las tareas de rescate. Desde ese momento, podían transcurrir hasta siete horas para alcanzar el punto donde teóricamente se hallaba la embarcación. En muchas ocasiones, tras la travesía, la barca desaparecía del mapa, engullida por las olas o desplazada por las mismas. Las tareas de localización y rescate podían alargarse hasta tres horas más, tras las cuales no había ninguna garantía de éxito.

Mediante el uso de la tecnología dron se busca acortar los tiempos de rescate que, en muchas ocasiones, pueden traducirse en una cuestión de vida o muerte. Cuando se reciba una señal de alerta, el dron desarrollado por el proyecto Freeda despegará directamente del barco de la oenegé y empezará a rastrear el mar a través de su sensor térmico. El dispositivo, capaz de volar de forma totalmente autónoma, irá remitiendo imágenes térmicas en tiempo real que permitirán localizar el punto exacto donde se encuentre la embarcación de refugiados. De esta manera, los tripulantes de la oenegé podrán corregir su rumbo en tiempo real para alcanzar antes el objetivo.

Punto de partida, pero no de final

"Si conseguimos salvar una sola vida, todo el esfuerzo que hemos invertido en este proyecto habrá valido la pena", relata Sergi Tres. Por otro lado, Marc Aicart Ramírez, coordinador de Hemav Foundation, añade: "Salvar una vida por supuesto que es una motivación para desarrollar este tipo de iniciativas. Pero tampoco nos vamos a quedar allí. Seguiremos trabajando hasta que no haya no haya ni un solo refugiado más en el Mediterráneo".

En este sentido, los responsables de la iniciativa destacan que los proyectos de la Hemav Foundation no cuentan con fecha de caducidad. "Siempre hay nuevos retos a los que enfrentarnos y, por eso, seguiremos trabajando en los proyectos para hacer frente a todas aquellas crisis humanitarias en las que podamos marcar un cambio", destaca Aicart. Por otro lado, Tres añade: "Nuestra prioridad es poner los drones en el terreno cuanto antes. Pero más allá de eso, seguiremos trabajando para mejorarlos  porque, al fin y al cabo, eso se traducirá en poder salvar más vidas".

Proyectos en busca de micromecenas 

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">El motor de estos proyectos de 'Drones para cambiar el mundo' es, en gran parte, la colaboración ciudadana. Las iniciativas para luchar contra la caza furtiva de rinocerontes, combatir las plagas de langostas en el desierto y colaborar en las tareas de rescate de refugiados se financian a través de campañas de micromecenazgo impulsadas por la </span><em style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">Hemav Foundation.</em>