Nico Amich: «En el laboratorio estoy todo el día sonriendo»

Este barcelonés de 16 años es uno de los 49 jóvenes elegidos para hacer investigación del cáncer en Pittsburgh.

«En el laboratorio estoy todo el día sonriendo»_MEDIA_1

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POR
Núria
Navarro

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Nico Amich (Barcelona, 1998) veranea en un laboratorio asociado a la Universidad de Pittsburgh (EEUU). No porque se esté muy fresquito, sino porque lo han elegido para trabajar en un programa de investigación del cáncer. Concretamente, en la creación in vitro de un modelo de tumor para ver cómo reactivar los pasivos linfocitos.

-¡Solo tiene 16 años!

-Sí.  He acabado primero de bachillerato.

-Pudiendo estar tumbado en la playa...

-Llevo aquí seis semanas y se me han pasado volando. Tengo claro que quiero estudiar Medicina y soñaba con hacer un programa de este tipo en EEUU. En el laboratorio estoy todo el día sonriendo. Disfruto mucho.

-Está rodeado de doctorandos y genios varios. ¿Le toman en serio?

SEnDLes gusta mucho tener un estudiante como yo porque les recuerdo a ellos hace 10 años.  En el laboratorio nadie crea diferencias entre rangos. Nadie da órdenes a nadie. Comemos juntos y hasta hemos ido a patinar sobre hielo, al zoo y a un parque de atracciones.

-¿Y entiende usted lo que hacen?

-Lo que hacemos en el laboratorio lo puedo entender, y si hay una técnica complicada alguien me la explica en un aparte. Además, leo artículos todo el rato, incluso de noche, cuando todos están durmiendo.

-Es uno de los 49 jóvenes seleccionados de todo el mundo. ¿Cómo lo logró?

-Envié el currículo, una carta de por qué me gustaría investigar el cáncer y un redactado sobre cómo sería un día perfecto en el 2028. Lo que buscan en EEUU es gente con interés y que haga cosas fuera del colegio.

-Y unas notas de infarto, por descontado.

-He sacado un 44 sobre 45. En Oak House School, donde estudio bachillerato internacional, emplean otro sistema de puntuación. Vendría a ser un 9,75. Pero insisto en que dan más valor a lo que haces fuera.

-¿Qué hace fuera?

-Durante seis años jugué al hockey, voy a correr tres veces por semana, los sábados voy a un programa de Matemáticas de la UB, desde hace un año trabajo nueve horas a la semana en un laboratorio de genética y estoy involucrado en temas sociales. Di clase de inglés a adultos en la oenegé Bona Voluntat en Acció y hace mes y medio organizamos en el colegio una carrera contra el hambre.

-Impresionante. No es el típico empollón.

-No soy una persona encerrada en casa estudiando todas las horas del día. De hecho, durante la secundaria no subía del 8,5. En casa me dijeron que ya vendría el momento en que me daría cuenta de que dando un poco más, llegaría adonde quisiera. Fue el mejor consejo. Me di cuenta y apreté.

-¿A qué se dedican esos astutos padres?

-Mi padre es empresario -tuvo una fábrica de calcetines y ahora ejerce de economista- y mi madre es médico del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO).

-Ganó la influencia materna.

-Si les hubiera dicho que quería ser pastelero, me habrían apoyado. Yo tenía dudas entre Economía o Medicina, pero la asignatura que me ha apasionado es Biología y ahora sé que me gustaría hacer Oncología. No sé si en Inglaterra o en EEUU.

-Con tanto trajín no habrá tiempo para novias. ¿O sí?

-Tengo novia. La conocí en el programa de Matemáticas de los sábados.

-Romántico. ¿Y amigos?

-Sí. Me ven como un pirado, porque saco buenas notas, pero soy muy sociable.

-En serio, ¿no hará ni un día de vacaciones como Dios manda?

-Sí, sí. Vuelvo a Barcelona el 9 de agosto, quedaré con los amigos y luego me voy con la familia a la casa que tenemos en Aragón.