Ciclismo

La vaca regresa al rebaño del Tour

La Vache qui rit, que ya se anunció en la primera caravana de la ronda francesa creada en 1930, vuelve a la famosa carrera ciclista como icono de viejas marcas como el betún Lion Noir o los despertadores Bayard, que ya se anunciaron en la prueba hace casi 100 años.

El gravel llegará al Tour 2024.

Imagen con la caravana publicitaria del Tour de Francia

Imagen con la caravana publicitaria del Tour de Francia / PRESSESPORT

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

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De los viejos Tours sólo quedan instantáneas en blanco y negro, entre ellas las maravillosas fotos que hizo Robert Capa para ‘Paris Match’ en la edición de 1939 ganada por el ciclista belga Sylvère Maes. Quedan eso sí las caras de sorpresa de los primeros franceses que se agolparon en las carreteras para ver el paso de los corredores y, por qué no decirlo, de la caravana publicitaria que desde 1930 ameniza la larga espera en la cuneta para aplaudir, ayer, hoy y siempre, el breve contacto con el pelotón; apenas unos 20 segundos si van todos juntos y a 40 por hora.

La caravana publicitaria no nació, sin embargo, para amenizar a los espectadores. Lo hizo, como es lógico, para que la organización recaudase dinero y, sobre todo, para recuperar, al menos, la inversión de asumir los gastos de los equipos, antes de que las marcas comerciales se anunciaran en los ‘maillots’ y los ‘coulotes’ de los corredores.

Vehículos de la marca francesa hace 15 años, en su última visita al Tour

Vehículos de la marca francesa hace 15 años, en su última visita al Tour / ASO

Tampoco, en 1930, estaba muy claro que los vehículos precedieran al pelotón, pero sí que las principales marcas francesas tenían casi la obligación de apoyar al Tour. En este sentido giró el llamamiento que hizo Henri Desgrange, el creador de la carrera en 1903. Y fue, precisamente, Léon Brel uno de los primeros que vio claro que la magia del Tour podía ser el escaparate perfecto para promocionar su marca de quesos en porciones La Vache qui rit (comercializada en España como La Vaca que ríe), que había creado en 1921. Este año, tras 15 de ausencia, la empresa quesera de Lons le Saunier, en el departamento de los montes ciclistas del Jura, regresa a la caravana de la ronda francesa con los vehículos cargados con la mejor historia de la Grande Boucle.

Espectáculo gratuito

Llega la caravana, vehículos muchos de ellos especiales, que ocupan intercalados los dos carriles de la carretera, principalmente rutas departamentales, lo que en España serían vías secundarias. Son unos 180, 40 minutos de espectáculo gratuito, una hora antes aproximadamente de que aparezca el primero de los ciclistas. Reparten regalos a doquier, muchos de ellos no sirven para nada, pero hacen las delicias de los niños, al menos para que cesen de preguntar cuánto falta para que llegue el Tour.

Una vieja imagen de la caravana publicitaria

Una vieja imagen de la caravana publicitaria / LA VACHE QUI RIT

El monstruo creció tanto que incluso se ganó alguna crítica por cuestiones ecológicas; tanto derroche de combustible cuando el motor de las bicis está en las piernas. Por esa razón, desde 2006, cuando se alcanzó el límite de 219 vehículos, la caravana se fue reduciendo poco a poco; menos anunciantes, pero más escogidos.

Los bolis de Luis Ocaña

En 2024 volverá a aparecer un coche en forma de estuche de queso en porciones, acompañados entre otros por los peluches de león de LCL, la entidad bancaria que patrocina el jersey amarillo; famosos en Francia como lo fueron los vehículos que Bic, que luego sería el histórico equipo con el que Luis Ocaña ganó el Tour de 1973, empezó a hacer circular por la ruta de la carrera en 1955 con la forma de un boli. De hecho, un año antes de la creación de la caravana publicitaria, la marca de chocolates Menier regaló en 1929 medio millón de tabletas a los espectadores que salían en los pueblos y sus alrededores a recibir a los ciclistas.

Imagen histórica del Tour

Imagen histórica del Tour / LA VACHE QUI RIT

Hoy en día, en 21 etapas, unos 20 millones de personas se agrupan en total a lo largo de los más de 3.000 kilómetros para ver el Tour, con todo lo que representa, más allá de los ciclistas. Cualquier coche que circule con una credencial es acogido como uno más de la familia de la prueba y en recuerdo de las viejas marcas del Tour. Todavía sin caravana, en 1924, los neumáticos Wolber ya decidieron anunciarse en la carrera. Luego llegó el betún Lion Noir y los despertadores Bayard. De ellos sólo sobrevive La Vache qui Rit como marca decana en el rebaño publicitario de la ronda francesa.

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