¿Dónde está escrito que la última etapa sea un paseo?

Tourmalet por Sergi López Egea

Tourmalet por Sergi López Egea

Sergi López-Egea

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¿Alguien imagina una final de la Champions donde sólo valiese la primera parte? El equipo que llegase al descanso ganando 1-0 quedaba proclamado campeón y en el segundo tiempo, vencedores y vencidos, a dedicarse a celebrar con cava, abrazos y fotos el título obtenido en sólo 45 minutos de partido. El ejemplo valdría igual para una final de baloncesto disputada sólo en los dos primeros cuartos.

Por eso, nunca me ha gustado a mí que la 21ª etapa de una carrera de tres semanas sea como un adelanto de la fiesta que celebrará el campeón con los compañeros, las parejas, auxiliares y colaboradores del equipo cuando la noche caiga sobre Madrid. No hay ninguna regla escrita que, por ejemplo, impida a un ciclista atacar de salida y lanzarse a una aventura en solitario para tratar de sorprender a los rivales y, si es necesario, intentar noquear al líder de la carrera.

Vale como todas

La 21ª etapa vale tanto como la del Tourmalet o la del Angliru y es un desperdicio que prime desde hace décadas el jolgorio sobre la competición. Es verdad que, si los organizadores de la Vuelta hubiesen tenido una bola de cristal, seguro que proyectan una contrarreloj en Madrid porque con 17 segundos de diferencia, aunque Sepp Kuss y Jonas Vingegaard sean compañeros de equipo, se habrían lanzado a cara de perro a luchar por la victoria con la libertad de pedaleo asegurada por los patrones del Jumbo.

El Giro suele ser, con alguna que otra iniciativa de la Vuelta, la carrera que más y mejor apuesta por una ‘crono’ final para acabar de decidir al vencedor. En la edición de 2020, marcada por las carreras celebrándose en el otoño del covid, el primero y el segundo de la general llegaron a la contrarreloj del último día empatados a tiempo. ¡Lo nunca visto!

Lemond-Fignon, 1989

El Tour, en cambio, quedó escarmentado en 1989 cuando tuvieron la iniciativa de cerrar la carrera con una contrarreloj individual por los Campos Elíseos con tan mala lectura que el chico de París, Laurent Fignon, perdió la carrera ante el muchacho de California, Greg Lemond. Han tardado nada menos que 35 años en repetir la experiencia puesto que la ronda francesa de 2024 finalizará con una ‘crono’ entre Mónaco y Niza.

La última etapa vale tanto como la primera, la séptima, la 12ª o la 20ª y mediáticamente sólo sirve para captar fotos de los corredores más destacados de la prueba brindando con cava o para vivir un mínimo interés deportivo en la última vuelta de un circuito cuando velocistas y lanzadores se preparan para celebrar el esprint. Y poco más, como este Tourmalet que, como las marmotas, se prepara para invernar hasta que resurja cuando los ciclistas de la Volta, por allá el mes de marzo, se decidan a pelear en siete etapas, la última nunca es de paseo, para decidir quién es el más fuerte por carreteras catalanas. Hasta entonces y por adelantado, Feliz Navidad.

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