El Tourmalet: Vingegaard, con dos as, no es tan difícil de pronunciar

Solo un danés, Bjarne Riis, ha llegado a París vestido de amarillo aunque acompañado por la sospecha de dopaje.

Jonas Vingegaard de Jumbo Visma en acción durante la 11ª etapa del Tour de Francia 2022 a lo largo de 151,7 km desde Albertville hasta el Col du Granon Serre Chevalier.

Jonas Vingegaard de Jumbo Visma en acción durante la 11ª etapa del Tour de Francia 2022 a lo largo de 151,7 km desde Albertville hasta el Col du Granon Serre Chevalier. / EFE/YOAN VALAT

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

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El nombre de Jonas Vingegaard suena extraño para cualquier persona profana al ciclismo y hasta posiblemente para muchos que aman y hasta enloquecen por este deporte. Y al margen de la reacción que tenga Tadej Pogacar, esperada por el bien del Tour y de este deporte, se puede convertir en el segundo danés que gana la ronda francesa.

Vivimos inmersos en un ciclismo que muchos tratan de cambiar. Y hasta se está intentando crear la moda de que es tan grande ganar el Giro como el Tour. La Vuelta vive feliz en su mundo de magia y de pasión. Pero, solo hemos de preguntarnos una cosa. ¿Acaso hubo en la última ronda italiana una sola etapa que tuviera un 10% siendo generosos de la intensidad vivida este miércoles camino del Granon?

Por eso, y aunque suene extraño de pronunciar, aunque tanta 'a' en el apellido salga marcada en rojo en cualquier documento porque no consta en la ortografía, debemos acostumbrarnos a memorizar el nombre de Vingegaard.

La experiencia de Copenhague

En Copenhague, de donde partió este Tour, quedó claro que es un ídolo en su país y que el segundo puesto del año pasado en París abrió una dosis de optimismo y esperanza para que Dinamarca pueda ganar por fin un Tour por la puerta grande. Vingegaard fue aclamado en la presentación de equipos en el famoso parque Tívoli como lo habría sido Miguel Induráin hace 30 años en Pamplona. Y no es una exageración porque los gritos que se escucharon mientras realizaba una contrarreloj digna de un aspirante a la victoria por las calles de la capital danesa seguro que todavía aún resuenan en el silencio de la noche, aunque allí sea casi siempre de día.

Bjarne Riis ganó el Tour en el nombre de Dinamarca en 1996. Pasó a la historia como el corredor que acabó precisamente con el reinado de Induráin. Pero su victoria estuvo siempre bajo la sospecha del dopaje. Hubo hasta unos años en los que su nombre no figuró en el palmarés aunque luego, extrañamente y al contrario de que luego sucedió con Lance Armstrong, fue amnistiado.

Ahora ya no se habla de dopaje

Otro danés, en 2007, estuvo a punto de ganar el Tour pero acabó huyendo del mismo por la puerta de la cocina de un hotel de Pau atosigado por el dopaje cuando tenía la ronda francesa ganada. Fue Michael Rasmussen, hoy enviado especial de un periódico de Dinamarca, habitual en la sala de prensa. Él y Philippa York, anteriormente Robert Millar, son los representantes del ciclismo profesional entre la prensa escrita internacional que se colocan delante de un ordenador para contar e interpretar la etapa para sus lectores.

En este Tour ya no se habla de dopaje y los únicos positivos que preocupan son los de covid. Por eso, Dinamarca, como cualquier otro país, respira tranquila, se abraza a su nuevo ídolo para empujarlo al máximo, aunque parece que él se vale solito, si llega la reacción de Pogacar.

Ahora solo queda esperar… este jueves las curvas de Alpe d’Huez, el sábado el aeródromo de Mende y la semana que viene la triple cita con los Pirineos. Señoras, señores, aunque parezca lo contrario esto no ha hecho más que empezar. ¡Vive le Tour!

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