el tourmalet

Una etapa entre tinieblas

El día se hace oscuro antes de tiempo y hasta da miedo atravesar el alto de Padornelo

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Sergi López-Egea

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Hace muchos pero muchos años cuando al meteorólogo de la tele se lo conocía como el 'hombre del tiempo' siempre hablaba del alto de Padornelo. Seguramente muy pocos eran los que sabían realmente dónde se ubicaba pero, como si se tratase de una carrera ciclista para ver quién reunía peores condiciones metereológicas, siempre parecía competir con los puertos de San Isidro y de La Bonaigua.

Casi parecía imposible que en Padornelo brillase el sol alguna época del año, cuando lo atravesaban los peregrinos en su ruta hacia Santiago de Compostela y, seguramente, un mal lugar para quedarse sin gasolina o fundirse la batería del coche. Padornelo es un puerto de 1.310 metros de altitud que este jueves suben los corredores en la fase final de la 15ª etapa de la Vuelta.

En términos ciclistas no es ni un Tourmalet, ni un Angliru, ni un Mortirolo pues solo se ha ganado la etiqueta de puerto de tercera categoría. Pero si se le tuviera que dar un complemento de dificultad enseguida se lo ganaría por su tenebroso aspecto, sin luz, con niebla espesa y la sensación de que afuera hace mucho, pero mucho frío en lo que, al margen de la competición, sería un día nada aconsejable para ir en bici con temperaturas por debajo de los 10 grados pero con una sensación térmica que solo de pensarlo ya te deja helado.

Un túnel por la autovía

El puerto dejó de tener su dificultad, la de una ruta cansina con camiones a los que era difícil o casi imposible adelantar, cuando se construyó la autovía y cuando se cruzó con carriles que llamaban a la libertad contra los atascos a través de un túnel de algo más de 500 metros, en lo que se considera como la señal para entrar en la comarca zamorana de Sanabria, con Puebla, como principal destino, con su famoso lago, que por algún lugar debe estar, y como meta de la Vuelta.

Hubo un tiempo, cuando la Vuelta se corría entre autovías en fase de construcción, entrando y saliendo siempre de zonas de obras, cuando, por ejemplo, se debía ir por carretera general entre Zaragoza y Teruel, en que los traslados eran toda una aventura. La autovia de Teruel a Zaragoza se estrenó ciclísticamente hablando con una contrarreloj llana, sin público, pero no por culpa del covid, como ahora, sino porque al ser una autovía se limitó el acceso. Sucedió en el 2007 cuando todavía quedaba más de la mitad de la Vuelta para completar. Denis Menchov se salió aquel día para dejar la carrera sentenciada y aburrida hasta el final.

Por cosas así, y porque los organizadores saben que las 'cronos' marcan más diferencias que las etapas de montaña, se ha reducido kilometraje y número de etapas de estas características, hasta el punto de que es obligado reflexionar y preguntarse si con los diseños actuales de carreras, y con un Tour que no es la excepción, Miguel Induráin habría sido capaz de ganar cinco veces consecutivas en París. Pero de lo que no hay duda es que este jueves, ni él ni ningún mortal que vaya en bici, estará feliz y dando saltos de alegría por tener que transitar el alto de Padornelo.

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