la ronda española

Valverde se divierte y la Vuelta crece

El ciclista murciano se cuela por sorpresa en una fuga y organiza un lío fenomenal en la fría Álava

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Sergi López-Egea

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Alejandro Valverde bromeaba un lunes de descanso con sus compañeros Enric Mas y Marc Soler. Era casi como el padre que se burla de los hijos, de los hijos que se divierten con las bromas del primogenitor. Valverde que la semana pasada fue padre de verdad por quinta vez ya no está en la Vuelta, ni para ganarla, ni siquiera para pelear por una plaza de honor, lo que deja para sus 'hijos' mallorquín y catalán. Pero es tan bueno, tanto, que nadie se fía de él y cuando un día se cuela en una fuga, más que nada para pasárselo bien, por detrás se monta un lío de envergadura, como si sonasen tambores de guerra, porque nadie, absolutamente nadie, se fía de este ciclista murciano de 40 años que sigue tratando de no envejecer con coraje y gallardía.

En un día de descanso, y mientras Valverde, Mas y Soler atendían a la prensa por vídeoconferencia, los desastres de la pandemia, el campeón del mundo del 2018 se reía con sus compañeros y decía aquello de que "ya no estoy aquí para conseguir triunfos; llevo 128 y ya me da igual tener 129".

Si el tiempo se pudiera detener, si nunca hubiese habido una pandemia, si la Vuelta se corriera en verano y no con este frío atroz que hace en Álava, seguramente a Valverde nunca se le habría escapado una victoria como la de este martes, después de fugarse, atacar repetidamente a sus compañeros de escapada, poner el ritmo de escalada en un monte de Orduña, precioso y que podría denominarse como el pequeño Alpe d’Huez de Euskadi, y hasta intentar presentarse solo en la solitaria meta de Villanueva de Valdegovia.

Lo que podía haber pasado

Si Euskadi no hubiese estado confinado las farmacias se hubiesen llenado a las pocas horas de aficionados pidiendo pastillas para recuperar la voz, de seguidores vascos afónicos de tanto gritar el nombre de Valverde por un maravilloso monte de Orduña, injusta pero necesariamente vacío de público. Solo había policías, trabajadores de la Vuelta y algún animal de granja.

Pero, qué importa que no ganase Valverde. Verlo por delante y observando por detrás como el Sky y el Jumbo se ponían el uniforme de trabajo para que no tomase un tiempo de escándalo ya era un obsequio, ya valía la pena soportar el frío, pues era como recrearse en una serie televisiva con tal de ver siempre en acción al protagonista principal.

Triunfo de Woods

No ganó porque Michael Woods, un canadiense afincado en Andorra, al que Valverde derrotó en el esprint del Mundial del 2018, lo sorprendió con un ataque a 1.500 metros de la meta, que ni él ni Omar Fraile, al final segundo, pudieron neutralizar. Valverde no se fugó para ganar la etapa, sino para divertirse y montar el lío, pero ya que estaba, tampoco le habría disgustado el triunfo 129 de su carrera. 

"Estoy contento porque intenté, sin ser el objetivo de la fuga, ganar la etapa. Pero sabía que me vigilaban mucho. Me fugé por si Mas o Soler querían enlanzar conmigo. ¡Qué rabia! No tenía que haber dejado escapar a Woods". Ya estaba hecho. ¿Pero alguien tiene dudas de que de aquí a Madrid Valverde no lo volverá intentar? Y eso que hasta estuvo tocando el jersey rojo que sigue llevando Richard Carapaz para colocarse noveno de la general, ante una nueva cita con la montaña y con otra llegada en alto, en Moncalvillo, en la Rioja, en una Vuelta sin positivos en las pruebas de covid, donde se vive cada día de la intensidad... y siempre de Valverde

Todas las clasificaciones en la página oficial de la Vuelta.