El tourmalet

Todos los caminos conducen a París

El Tour busca a veces rutas imaginativas que pueden ir por parajes sin asfaltar como este jueves en la despedida alpina

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Sergi López-Egea

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Todos los caminos conducen a París. No importa mirar el mapa y ver que el trazado recto entre Niza, de donde partió el Tour, y la capital francesa no llega ni a mil kilómetros, menos de 9 horas al volante si se respetan las normas de circulación. El Tour se complica más la vida y no se lo pone fácil a los corredores al buscar el mayor número de obstáculos que puedan superar seres humanos convertidos en ciclistas, poniéndolos al límite de sus fuerzas, como ocurrió el miércoles en la ascensión al col de la Loze.

A París siempre se llega en bici, desde 1903, a excepción de las interrupciones debido a las dos guerras mundiales del siglo pasado. Dijo Emmanuel Macron, presidente francés, presente el miércoles en la ruta del Tour, que la humanidad se enfrentaba este año a una nueva guerra. Desgraciadamente el canto de victoria todavía no está escrito. Pero ya fue un éxito verlo el miércoles en esta ruta del Tour que lleva a París desde cualquier enclave francés. Hubo mucho, muchísimo temor, a suspender la carrera a causa del coronavirus. Pero se llegará aunque para ello sea necesario atravesar caminos rurales, sin asfaltar, tierra y piedras, tramos que sería mejor afrontar en una bici de montaña que de carretera.

Los luchadores de Aragón

Tiene la etapa de este jueves una cima muy entrañable y muy unida a la historia de Aragón puesto que fueron exiliados republicanos procedentes mayoritariamente de esta tierra los que defendieron las posiciones de la resistencia en el Plateau des Glières, allí está precisamente la zona sin asfalto. Allí cayeron desde el cielo las armas que Winston Churchill les enviaba desde Londres. Rodeados de nazis lucharon la mayoría hasta morir... por la libertad, por la misma libertad por la que habían peleado sin éxito en España, ¡Ay Carmela! Murieron en Francia y la verdad es que no les reconoció la hazaña como seguramente merecían.

Cuenta la leyenda que el General de Gaulle les dijo, ya acabada la guerra, agradeciéndoles los servicios prestados, que ya podían volver a su país. Mejor ahorrar comentarios cuando hablamos de ciclismo. El Tour, sin embargo, sí reconoce a los que lucharon por la libertad, la igualdad y la fraternidad tan admirada en este país. Por ejemplo, en la edición del 2014 se pasó por la mayoría de carreteras, en el norte del país, donde se combatía trinchera con trinchera durante la Primera Guerra Mundial. Hacía un siglo que había comenzado la contienda. Y menudo castañazo se dio Alberto Contador, en el 2016, en la etapa inaugural que terminó en la playa de Utah, en Normandía, en recuerdo del Día D y la Hora H. Curiosamente un británico, Mark Cavendish, y un alemán, Marcel Kittel, lucharon aquel día por la victoria de etapa.

La ruta de Napoleón

También reconocen, ideologías aparte, a los símbolos nacionales; por ejemplo, este año la etapa que finalizó en Sisteron fue un homenaje a la ruta que Napoleón trazó cuando salió de su exilio obligado en la isla toscana de Elba. Allí, precisamente, el castillo que ocupó el emperador derrocado es el principal recurso turístico del lugar, aparte de sus playas, y por donde comenzó Miguel Induráin su segunda ruta triunfal en el Giro de 1993.

La visita de Sarkozy

Y todos los presidentes del país siempre se acercan a la ruta del Tour. Fue sorprendente la visita que Nicolas Sarkozy realizó en el 2007, en una etapa que finalizó en Briançon y que ganó el corredor colombiano Juan Mauricio Soler por delante de Alejandro Valverde, que ya luchaba en esta carrera hace 13 años. Soler, por cierto, fue fichado por el conjunto del Movistar y se accidentó gravemente en la Vuelta a Suiza. Nunca más pudo volver a subir a una bici y su vida quedó marcada para siempre por culpa del accidente.

Pues bien, aquel día del 2007, Laurent Jalabert, ya retirado como ciclista, circulaba en la motocicleta de la televisión francesa y se acercó al coche de la primera autoridad francesa. A 'Jaja' se le subieron los colores cuando Sarkozy, en menos de un minuto, le plasmó todo el palmarés conseguido por el corredor. Tras agradecerle el gesto, Jalabert le preguntó a Sarkozy quiénes habían sido sus principales ídolos del Tour y todavía siguen temblando algunos cuando la entonces primera autoridad francesa citó solos dos nombres: Luis Ocaña y Miguel Induráin.