campeón sacrificado

Gregario de arcoíris

Alejandro Valverde se convirtió en el ciclista que marcó el ritmo del Movistar y abrió el camino para el ataque de Landa, la primera ofensiva de un candidato a la victoria final en este Tour

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Sergi López-Egea

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Cuando Valverde, junto al Palacio Real de Bruselas, salió del autobús de Movistar para dirigirse hacia el arco de salida de la primera etapa del Tour se le dijo medio en broma si trataría de vestirse de amarillo. "Dejad, dejad -contestó el campeón del mundo- que yo no quiero el amarillo, yo quiero este 'maillot'". Disfruta yendo de arcoíris y ni siquiera le seduce el jersey centenario que identifica al primero de la general de la ronda francesa. Que todos sepan quién ganó hace un año el Mundial.

No tenía el Tour en su calendario. Iba a correr el Giro y luego el Tour. Pero se cayó en Bélgica preparando las clásicas de las Ardenas, vio que no estaba lo suficientemente fino como para hacer un buen papel en Italia y aquí lo tenemos, a los 39 años, después de confirmar oficialmente lo que ya adelantó en la Volta. Que quedan afortunadamente otras dos temporadas de Valverde.

Vino a lo que vino

Y aquí vino a lo que vino, como dice él, y que no es otra cosa que a trabajar en favor de Mikel Landa y Nairo Quintana. Con toda la montaña por delante, a excepción de La Planche des Belles Filles, la carretera elegirá al verdadero jefe del Movistar. Él, como hizo en los Vosgos, está a aquí para marcar el ritmo, para que Landa se acerque a su rueda, le fije la velocidad que considera más apropiada y cuando lo crea conveniente ataque para convertirse en la primera figura del Tour, de los que luchan por la general final (Alaphilippe está en otra batalla) en realizar un ataque como Dios manda. Lástima que no le saliera.

Valverde podría estar para otras cosas que, sin duda, agradecería tanto él como el aficionado. Ganó antes del Tour, en su retorno a la competición, la Ruta de Occitania y, en cualquier otro equipo, correría en Francia para brillar, cualquier día, tratando de sorprender al resto de figuras o escogiendo una escapada concreta para anotarse un triunfo de etapa.

Landa y también Quintana ya pueden presumir, tras comprobar el trabajo del murciano camino de La Planche, de que todo un Valverde se ha convertido en lo casi nunca visto, en un gregario de arcoíris. Y esto no ha hecho más que comenzar.