LA TÁCTICA DEL DÍA
Y todos al tren del Sky de Chris Froome
El conjunto británico volvió a coger el timón del Tour tal cual su jefe de filas ya fuese vestido de amarillo
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Sergi López-Egea
El líder no era Chris Froome, aunque lo pareciera, y aunque llevasen a error las imágenes de Greg van Avermaet, el valiente líder del Tour, el que se escapó en un terreno que no domina, la montaña, para conseguir mantener un día más la preciada prenda sobre sus espaldas.
No era -no es todavía- el líder de la ronda francesa, que aspira a ganar por quinta vez, pero Froome, y sobre todo su equipo, el Sky, ya trabajó como vienen haciendo todos los años desde el 2012 (primero con Brad Wiggins), con la excepción del 2014, cuando el ciclista de Kenia se cayó en la etapa de los adoquines y se rompió la mano.
Nadie se pudo mover
Todos corrieron al tren del conjunto Sky, el que coloca un ritmo de escalada tan fuerte que impide movimientos incómodos. Yendo tan rápidos es imposible atacar. Lo intentó, por ejemplo, Warren Barguil, el corredor francés que hace un año ganó la clasificación de la montaña. Tuvo que desistir. Porque Froome siempre iba con los suyos: con el vizaíno Jonathan Castroviejo, con su compatriota Geraint Thomas, con el polaco Michal Kwiatkowski, con el valor colombiano Edgar Bernal y con el holandés Wout Poels. Así no hay quien viva, así no hay quien se mueva en un Tour que, todavía está lejos de tener amarrado Froome.
Varió por eso el guion de otros años, si exceptuamos el pasado. En sus tres primeras victorias Froome gozaba de atacar el primer día de montaña para dejar claro que era el patrón de la carrera. En cambio, ahora, prefirió esperar a las dos nuevas citas alpinas.
El Movistar ya sabía, ya estaba preparado a mantenerse paciente a rueda del Sky. Decidieron no moverse. "Lo importante es que no pasé por problemas, a pesar de que me caí en el neutralizado. ¡Ya es el colmo!". Explicó, enojado con sí mismo, Mikel Landa. Se fue al suelo, por un despiste, durante los kilómetros iniciales que son un paseo y que no cuentan para el combate de la carrera. Pero el asfalto duele igual. "Me duele el cuello del trompazo del domingo, pero no tiene mayor importancia", tranquilizó Landa.
Una película ya vista
Valverde también tuvo su susto particular. "Me saltó la cadena en los últimos metros de La Colombière (el cuarto puerto del día), tuve que rezagarme pero enlacé sin problemas". Cualquier incidente mecánico, en mala hora, puede convertirse en un desastre. Froome también solventó el suyo. El tramo de tierra de la etapa, y las piedras de propina, solo sirvieron para que el británico pinchase y para que se diera un pequeño calentón a la hora de enlazar con el resto de favoritos.
Todos subieron al ritmo del Sky. Eso no es nuevo. Fue como si ya se hubiese visto la película en el supuesto estreno del Tour en la cordillera alpina.
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