GESTA DEL PASADO

Alpe d'Huez, 30 años después, 30 años antes

Pedro Delgado ascendió en mayo a la famosa estación de esquí alpina para recordar el 14 de julio de 1988 cuando se vistió de amarillo para ganar un Tour inolvidable

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Sergi López-Egea

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Lluvia en vez de sol y 30 años más en el alma. Alguna arruga y cana, aunque pocas. Y sus amigos de Barcelona, Madrid y el País Vasco para acompañarlo a Alpe d'Huez. Pedro Delgado en acción, en mayo del 2018 y el 14 de julio de 1988, tal como este sábado aunque tres décadas antes. Fue el día en el que Perico se vistió de amarillo con el famoso gallo de Le Coq Sportif para no ceder la prenda y llegar con el flamante 'maillot' a los Campos Elíseos.

1988 fue el año triunfal de Perico. Ganó un Tour que ya pudo lograr un año antes de no ser por Stephen Roche y que tenía en su cuerpo al siguiente de no despistarse en el prólogo de Luxemburgo. Los tres estaban escritos en sus piernas, la de los más fantásticos demarrajes en la montaña, tanto que todavía hoy 30 años después la piel se pone de gallina con tan solo recordarlos. 1988 fue el gran año y Alpe d'Huez su etapa, la que se le escenifica a Perico mientras asciende en cabeza del grupo de amigos que desafía a las 21 curvas en el 2018. Arriba vuelve a esperar el jersey amarillo en el podio que aguarda a todo cicloturista, allí donde el próximo jueves, como cada vez que la prueba llega a este enclave alpino, se instalará la meta del Tour.

Se ve en la 12º etapa, la reina, Morzine-Alpe d’Huez y 227 kilómetros. Es 14 de julio. Libertad, igualdad y fraternidad. Menos en la ruta del Tour. Desde el inicio a mil por hora, con varios favoritos, como Jean-François Bernard Urs Zimmermann, cortados desde el kilómetro cero. "¡No más ataques, no más ataques!", ordena Delgado. Todos van exprimidos y quedan por franquear La Madeleine, el Glandon y Alpe d’Huez. Resuena la voz de Ángel Arroyo. "Vamos parados, habrá que liarla". Perico observa que solo quedan cuatro kilómetros para coronar La Madeleine. "Ángel, avisa al resto. Que Miguel se ponga a tope nada más coronar".

La aportación de Induráin

Induráin obedece sin rechistar. Miguel mira hacia atrás y le pregunta a Delgado qué es lo que hay que hacer en el control de avituallamiento con todo el pelotón hecho añicos tras una bajada prodigiosa del corredor navarro. "¡Sigue, sigue!", grita Delgado Miguel continúa hostigando con el látigo. Todos sufren por detrás. Y encima nadie ha podido comer. Solo los componentes del Reynolds, con la estrategia preparada, cogen las bolsas de avituallamiento.  

Tras una tregua en el Glandon, donde muchos corredores enlazan pareciendo cadáveres vivientes, Delgado reparte órdenes entre sus ayudantes: a Jesús Rodríguez Magro, que ha relevado a un fundido Induráin; a Omar Hernández, colombiano como Lucho Herrera y Fabio Parra, que —sorprendentemente— están recortando terreno a Perico, quien en compañía de Steven Rooks ya es cabeza de carrera. En la primera curva del Alpe d’Huez solo les sacan 40 segundos a los colombianos.

La pareja colombiana

Son Herrera y Parra quienes lo catapultan hacia el amarillo tras capturarlo a cuatro kilómetros de la cima. Se forma un pequeño grupo, todos unidos hasta la meta, hasta el demarraje de Rooks en los metros finales. Perico corona Alpe d’Huez, tercero a rueda de Gert-Jan Theunisse, pero siendo el rey, el mismo que llegará vestido de amarillo a París.

Ya está de nuevo situado en el tiempo presente, en un sábado de mayo del 2018, en la cumbre de Alpe d'Huez. Allí se vuelve a vestir de amarillo. Es la misma talla de 'maillot'. Y en la imaginación todavía se escuchan los aplausos recogidos en los misterios de las montañas.