Un regreso celebrado

¡Se ha vuelto a armar el Betlem!

El bar de tapas de la Dreta del Eixample regresa, tras 14 meses de encierro, con la misma oferta gastronómica y el mismo equipo que le han hecho popular durante la última década

Actividad en Betlem, ayer miércoles junto antes de reabrir tras 14 meses cerrado por la pandemia.

Actividad en Betlem, ayer miércoles junto antes de reabrir tras 14 meses cerrado por la pandemia. / Jordi Cotrina

Ferran Imedio

Ferran Imedio

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¡Se ha vuelto a armar el Betlem en la Dreta del Eixample! Hablamos del regreso de uno de los restaurantes más populares dentro y fuera de Barcelona: esa esquina de Consell de Cent con Girona ha estado a reventar desde el primer día que abrió como bar de tapas, hace una década. Antes, desde 1961, había sido un exitoso colmado que servía desayunos de manera oficial y comidas de manera oficiosa. Y, aun antes, desde que se fundó en 1892 como La Miscel·lània, una tienda de ultramarinos. 

Tras 14 meses de encierro agónico, volvió anoche. Había bajado la persiana justo el día antes de que se decretara el estado de alarma y el confinamiento total. Después llegaron los permisos para que el sector de la restauración pudiera abrir, pero las restricciones hacían inviable su retorno. No les salían los números de ninguna manera. 

El maquillaje de las comidas a domicilio

Una auténtica ruina que apenas pudieron maquillar en verano gracias al servicio de comidas a domicilio. "No podíamos sacar a los trabajadores del erte porque recuperarlos nos generaba pérdidas. Tampoco podíamos abrir para dar de comer a cuatro personas en el interior, que era lo máximo que nos permitían, y en la terraza solo podíamos atender un par de mesas. Encima, nos negaron el permiso para ampliar el espacio exterior en la calzada", recuerda, todavía afectado, Víctor Ferrer, el chef de Betlem.

"Nos han jodido la vida", se lamenta. Solo ahora, cuando pueden servir el 100% de las mesas de la calle y les dejan abrir por las noches, que es cuando más facturan, se han atrevido a volver.

Tapas entendibles

La pandemia ha sido inmisericorde con Betlem, lastrado por la deuda generada por la inversión en la inauguración del vecino Bicnic, que tras dos años de trayectoria había cogido velocidad de crucero cuando llegó el confinamiento total. Era el otro negocio que abrió Ferrer en tiempos precoronavirus. "Nos ha pasado la deuda por encima. Los bancos no nos han perdonado nada. Y me río de las ayudas que decían en la tele que iban a dar". 

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Como secuela de este 'covid económico', Ferrer ha dejado el mando del negocio y ha pasado el testigo a Grup Confiteria (Paradiso, Dr. Stravinsky, La Confiteria, El Maravillas, Bar Muy Buenas, Michigan, Coctelería Canalla, Rilke, Bolero Bar). El consuelo es que el chef seguirá marcando la línea gastronómica que tantos fans ha cosechado, esa que solo encaja con la "etiqueta Betlem": tapas entendibles con buen producto y mucho sabor.

Los clientes no notarán el cambio de propiedad: sigue el mismo equipo en sala y en cocina, y siguen esos mismos platos que el talentoso Ferrer (estuvo en el restaurante de Alain Ducasse en el Hotel Plaza Athénée de París, en Can Fabes, en Santceloni...) no se atreve a eliminar debido a su éxito: la pluma ibérica con patata enmascarada, las tortillas de 'ceps' y butifarra negra y de bacalao, espinacas y ajos tiernos, el pulpo a la brasa con escalivada, la ensalada de arenque ahumado y puré de apionabo, el canelón de cerdo ibérico... La mejor manera de asegurarse de que el Betlem se va a armar cada día.

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