Hace 19 años, se inauguró la polémica variante de la N-II a su paso por la ciudad de Girona. Supuso un grave impacto ecológico al arañar las sagradas Gavarres y destrozar el bucólico valle de Sant Daniel. Más tarde se ofreció la gratuidad de la autopista entre Sarrià y Salt, dando la razón a aquellos movimientos sociales que se habían manifestado en contra. La mayoría de los que circulamos por allí, tenemos miedo, y con razón: es insegura, y el gran número de accidentes que se producen en ella, inadmisible. Los Mossos d'Esquadra han hecho informes y nadie les hace caso. No hay arcenes, con el drama que supone tener que detener el coche para una emergencia. Los medios de comunicación nos van informando de accidentes mortales, en cuya mayoría están implicados camiones. Mientras escribo esta carta, un vecino yace con pronóstico grave en el hospital, y han ocurrido otros dos accidentes mortales. ¡Basta ya! Pedimos que se aprovechen los próximos cambios en los accesos de la AP-7 con el cuarto carril para que desvíen el tráfico pesado. La variante debe quedar como una ronda de Girona para vehículos ligeros. Ahora, esta acción, no cuesta dinero. Es de sentido común que se pueda aliviar este tramo del tráfico pesado para poder bajar el índice de siniestralidad en parte de tomar otras medidas de precaución y replanteo. Y mirando al futuro, algún día tal vez, podremos volver al lugar que le corresponde la paz y los árboles perdidos.
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