La campaña iniciada por EL PERIÓDICO para que el nombre de Pepe Rubianes figure en el callejero de Barcelona me ha motivado un incrédulo estupor ya que, si bien es cierto que hizo reír a muchos, a otros tantos no. Aún así, celebro que lleve el nombre del comediante gallego una de esas no plazas que tanto gustan a nuestro ayuntamiento, como las de la Bella Dorita, Raquel Meller o Ildefons Cerdà. Eso sí, no puedo evitar recordar a aquellos barceloneses (tanto de nacimiento o de adopción) que el nomenclátor parece haber condenado al ostracismo: Mary Santpere, una humorista con mayúsculas que debe conformarse con un desapercibido monumento en La Rambla, caído en desgracia y objeto constante del vandalismo de fin de semana; Joan Antoni Samaranch, el principal artífice de nuestros Juegos Olímpicos; el grandioso e irrepetible Salvador Dalí que, a pesar de no ser barcelonés, bien merece una calle en nuestra ciudad por su condición de catalán universal, y tantos otros personajes de tan diversa índole que tampoco figuran en el callejero local como Joan Oró, Xavier Cugat, Alicia de Larrocha o Joan Gili, que a falta de no se sabe muy bien qué criterio, por el momento, deberán esperar a que alguien en el ayuntamiento se acuerde de ellos.
Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí
Envía una carta del lector, opina sobre la actualidad y haznos llegar testimonios, denuncias y sugerencias para publicar en la edición impresa y en la web.
MOVILIDAD - Alessandro Malfatti (Barcelona)
SERVEIS - Enric Alfonso (Salou)
BARCELONA - José María Mateo (Santa Coloma)
ACTUALIDAD - Pablo Fuentes (Valladolid)
POLÍTICA - Antoni Tort (Barcelona)