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REFUGIADOS

La patada del Consejo Europeo a los #refugiados

Jueves, 29 de octubre del 2015 Raquel Cáceres (Barcelona)

Bruselas empieza a abrir los ojos. Estamos siendo invadidos, pero no nos queremos dar cuenta. Qué atropello ha tenido que sufrir monseñor Cañizares por ser valiente y defender los postulados de la Fe. Antes la táctica consistía en un goteo migratorio constante. Pero ahora han decidido cruzar en masa. Lo de huir de la guerra es una excusa, tienen la misión divina de expandir su fe, por eso no les importa morir en el camino. Por suerte, la Comisión Europea vela por los intereses de sus socios. Es consciente de la falta de recursos, de la crispación latente por los problemas que arrastramos, así como de los que pueden derivar de la acogida de refugiados. La candidez de las personas que se muestran solidarias es conmovedora. Pero esa solidaridad es pasajera, superficial. En el fondo es una cuestión de buenas maneras. Nada más. Tras la acogida con los brazos abiertos vendrán las quejas. En el fondo, seguimos llenos de prejuicios y seguimos siendo egoístas, solo que no es políticamente correcto mostrarlo directamente. Hay que saber hacerlo. De haber sido el jefe de la periodista húngara yo tampoco habría dudado en despedirla. Fue una zancadilla cutre. Debería aprender del Consejo Europeo. Qué maestría. Primero lavaron el buen nombre de Europa condenando el hecho y facilitando las cosas al pobre hombre y a su familia. Continuaron hablando del drama humano, del deber moral de acoger a los refugiados y de su distribución, sin olvidar la recuperación económica y el bienestar social de sus respectivos países. De ahí que todos deban aportar más fondos para pactar con Turquía. ¿Qué mejor solución que pagarles para que, además de sellar su frontera, se quede con el grueso de refugiados? Al fin y al cabo entre ellos se entenderán mejor, son todos musulmanes. Varios países cierran sus fronteras. Y Alemania endurece las normas para refugiados a la vez que acelera la expulsión de los migrantes económicos. Es por el bien común. Así se da una patada.  



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