Partirán en abril

Crían a su hijo en un velero en el que darán la vuelta al mundo

Una empresa de Barcelona fleta a científicos al remoto sur polar

5.000 alumnos siguen la llegada de los regatistas de la Mini Transat a su destino final

Leo, en su casa, el velero Forquilla.

Leo, en su casa, el velero Forquilla. / FORQUILLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A los nueve días de nacer, Leo ya vivía en el velero Forquilla, su casa, en el que ha dado sus primeros pasos. Ahora tiene un año y siete meses y un equilibrio al son de las olas. Sus padres, Carmen Dopico y Oriol Busquets, planean dar la vuelta al mundo. Prevén zarpar el 27 de abril de Port Balís, en Sant Andreu de Llavaneras (Maresme, Barcelona), donde está amarrado el Forquilla y residen cuando no están viajando, que es muy a menudo.

Hace más de un año que preparan la que es para ellos la gran partida. Amante de la montaña y de los viajes, navegar se convirtió más tarde en la gran pasión de Oriol. Originario de El Masnou, siempre había tenido el mar enfrente. “Vi que el velero era un medio increíble para viajar. No es tan inmediato, llegas de forma natural, viendo como sale y se pone el sol”, describe.

Carmen, Oriol y Leo, al poco de nacer, frente al Forquilla.

Carmen, Oriol y Leo, al poco de nacer, frente al Forquilla. / FORQUILLA

Hija de pescador

“La idea de este gran viaje surgió cuando conocí a Oriol, que me la contó, y yo me apunté. Pero queríamos formar una familia. Ahora no le veo sentido al proyecto sin Leo”, comenta Carmen, gallega fascinada por el mar, que de pequeña se levantaba a las cinco de la madrugada para acompañar a su padre a pescar.

Ambos trabajan en la industria del cine y la publicidad, ella como ayudante de dirección y él como cámara. Una experiencia que se refleja en cómo cuentan sus experiencias en su canal de Instagram, que ya suma 154.000 seguidores. “Las redes están creciendo mucho y se han convertido en fuente de financiación”, indica la pareja, que se ha encontrado con que en el mundo de la náutica “no hay tanta gente como en el de los viajes”, lo que ha despertado el interés de las marcas relacionadas con la navegación.

Carmen y Oriol invierten estos ingresos en el acondicionamiento del barco para el gran viaje. “El colchón de ahorros que teníamos destinado para ello nos servirá para poder seguir viajando”, explica ella.

Leo subido a una de las velas del Forquilla.

Leo subido a una de las velas del Forquilla. / FORQUILLA

Abiertos a lo que ocurra

El 27 de abril, entre las 18.00 y las 20.00 horas, partirán en dirección a las Baleares, para seguir hacia el sur, llegar a Canarias, para pasar por Cabo Verde e iniciar la travesía por el Atlántico hasta el Caribe. Tras cruzar el Canal de Panamá, la vuelta será por el Pacífico. Esos son los planes iniciales, que también incluyen estar abiertos a todas las circunstancias que puedan presentarse. Con fecha de salida, el viaje no tiene todavía día, ni tan siquiera año de vuelta. “Queremos viajar, conocer países y otras culturas, que Leo vea que hay otras maneras de vivir, sentir...”, afirman los navegantes.

El Forquilla, explican, es solo en realidad el modo de transporte en una ruta en la que, en algunos momentos, puede requerir dirigirse tierra adentro, “para poder conocer bien algunos lugares. No queremos pasar de puntillas”, afirma Carmen. En esta peripecia, el límite lo pondrá el pequeño: “Puede ser que le guste mucho, o que llegue un día que se canse y diga 'ya', conocemos a gente a quien le ha pasado”, relata.

Un niño muy despierto

Por el momento, no parece que el mar le desagrade. “Su medio es el barco, se mueve perfectamente en él”, comentan sus padres, con quienes pasa las 24 horas del día los siete días de la semana. “Es un niño muy despierto, todo le motiva. Para él cada día es una aventura: cuando llegamos a un lugar, siempre hace y descubre cosas nuevas, porque en realidad el tiempo en el mar no es mucho: navegas dos días para estar muchos más en un lugar nuevo”. En cada destino, los padres buscan los espacios en los que el pequeño pueda relacionarse con otros niños de su edad.  

Viajar y conocer otras formas de vivir es el objetivo de la familia del pequeño Leo.

Viajar y conocer otras formas de vivir es el objetivo de la familia del pequeño Leo. / FORQUILLA

La formación de Leo, aseguran, es su prioridad. Lo que implica, tal y como consideran, enseñarle que hay muchas formas de vida distintas. Para empezar, el velero permite recortar el coste de vida. “Tu casa es el barco, comes lo que pescas, la fruta y la verdura es más barata allí donde vamos, no necesitamos gasoil y generamos nuestra propia agua”, ya que cuentan con una desalinizadora a bordo. “Ya hemos experimentado, y en su momento también nos ha gustado, eso de trabajar cada día, intentando ser el mejor. De repente descubres otro mundo, en el que es posible bajar el ritmo y no estar tan enganchados a gastar tanto”, prosiguen.  

Muy ajetreados

Pese a parecer que se trata de un tiempo eterno de vacaciones, la familia explica que se encuentra muy ajetreada. Además de llevar a cabo las tareas de comunicación, la aventura de cruzar el Atlántico requiere mucha preparación: cursos de primeros auxilios, mecánica, manejo de velas, apnea por si se presenta algún problema bajo en la hélice en medio del océano, repintar el casco y cambiar los pasacascos. Ya es 2024, y quedan apenas cuatro meses. “Estamos con nervios, para salir lo más preparados, con todo a punto”, concluyen.