INDUSTRIA FARMACÉUTICA

Un estudio evidencia el valor social de los nuevos fármacos

Los medicamentos innovadores permiten liberar recursos para emplearlos en otros usos

Trabajos en un laboratorio farmacéutico

Trabajos en un laboratorio farmacéutico

DARÍO REINA

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La llegada de nuevos medicamentos supone, en primer término, una mejora directa, y evidente, en la salud y calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, la innovación farmacéutica aporta otros muchos beneficios, en términos de mayor eficiencia y de importantes ahorros para el sistema sanitario y la sociedad que muchas veces pasan inadvertidos para la población. Aunque en los últimos años se han publicado estudios que arrojan conclusiones en este sentido acerca de enfermedades concretas, existen pocos trabajos que ofrezcan una evidencia más amplia de esta realidad, recogiendo los efectos de la innovación en diferentes patologías. Esto es precisamente lo que hacen los autores de un amplio estudio que acaba de publicar la revista Global Regional Health Technology Assessment, especializada en contenidos de evaluación de tecnologías sanitarias y economía de la salud.

El trabajo analiza las conclusiones de una treintena de investigaciones anteriores, centradas por lo general en patologías concretas, para evidenciar hasta qué punto la introducción de la innovación consigue, en el medio y largo plazo, un retorno mucho mayor que el incremento inmediato del gasto que suele llevar aparejado en el corto plazo. “Resulta evidente que el uso de nuevos medicamentos no solo genera ahorros para el sistema sanitario y la sociedad, sino que permite liberar recursos sanitarios y no sanitarios para emplearlos en otros usos”, señalan los autores del trabajo.

El estudio diferencia entre los ahorros de costes sanitarios directos y costes indirectos no sanitarios. En el primer caso se trata de recursos directamente relacionados con el abordaje de la enfermedad cuyo consumo se ve claramente reducido gracias a la aparición de nuevas terapias, como las consultas médicas, los análisis de laboratorio, el consumo de medicación concomitante o las hospitalizaciones. En cuanto a los ahorros de costes directos no sanitarios, están relacionados sobre todo con la reducción de los cuidados que los pacientes reciben en su domicilio, ya sean profesionales o por familiares.

Pero no hay que olvidar otros retornos para la sociedad derivados del uso de los nuevos medicamentos: los generados por la mejora de la productividad de los pacientes que, gracias a los nuevos tratamientos, pueden volver antes a sus puestos de trabajo, al ver reducida la duración de sus bajas laborales.

Retorno

En lo que se refiere a la reducción de costes sanitarios directos, diferentes estudios confirman la existencia de importantes retornos económicos en forma de ahorros para el sistema sanitario. Así, distintas investigaciones realizadas en EEUU concluyen, por ejemplo, que cuando un medicamento de 15 años de antigüedad es sustituido por otro que lleva solo cinco en el mercado se produce un aumento del gasto farmacéutico de 18 dólares per cápita, pero a la vez una rebaja del gasto sanitario no farmacéutico de 72 dólares, lo que supone una tasa de ahorro de casi cuatro veces el coste adicional de la introducción del nuevo tratamiento.

Otros estudios arrojan conclusiones en el mismo sentido, y cuantifican los ahorros de gasto sanitario derivados de la introducción de novedades terapéuticas en una proporción de entre 2,4 y 8,3 veces el gasto adicional realizado al incorporar los nuevos fármacos. La parte más importante de estas rebajas de gasto sanitario se corresponde con el descenso de las hospitalizaciones derivado del uso de los nuevos medicamentos.

La investigación recoge también datos de distintos países, entre ellos España, donde, según uno de los estudios incluidos en el trabajo, un aumento del 10% en el gasto farmacéutico hospitalario derivado de la llegada de las innovaciones puede generar un ahorro del gasto hospitalario cifrado en 1,1 euros per cápita.

Diferencias por áreas

Los autores del estudio publicado en Global Regional Health Technology Assessment constatan, por otro lado, importantes diferencias dependiendo del área terapéutica de que se trate. Uno de los casos más claros es el de la oncología, donde existen numerosos ejemplos de una mayor eficiencia ligada al acceso a nuevos antitumorales. Así, solo en Estados Unidos las nuevas terapias contra el cáncer lanzadas entre 1989 y el 2005 evitaron 1,55 millones de días de hospitalización en el 2013, reduciendo en 4.800 millones de dólares los costes de hospitalización en aquel año.

Otra de las áreas clave es la cardiovascular, donde la innovación farmacológica viene generando importantes ahorros para los sistemas sanitarios desde hace décadas. Destaca el caso de los países de la OCDE, donde un mayor gasto farmacéutico vinculado a la enfermedad cardiovascular –creció en 24 dólares per cápita entre 1995 y el 2004– se tradujo sin embargo en una rebaja de 89 dólares per cápita de la factura hospitalaria global, mientras que en Reino Unido, por poner otro ejemplo, el tratamiento con los nuevos medicamentos anticoagulantes contra la fibrilación auricular logró unos ahorros de 412 libras por paciente en el corto plazo, cifra que se eleva a 2.408 libras estimando el conjunto de la vida del enfermo.

Los autores hacen especial referencia al caso de las vacunas, que constituyen una de las intervenciones sanitarias más coste-efectivas de la historia. Cabe destacar datos como que los beneficios de la vacunación de la viruela superaron seis veces su coste, o que cada dólar invertido en vacunación infantil permite un ahorro de 13 dólares per cápita en el corto plazo, de los que 10 se corresponden con costes indirectos.

A largo plazo, los ahorros relacionados con la vacunación infantil llegan a cifrarse en 27 dólares por cada dólar invertido, de los que nueve se corresponden directamente con ahorros para el sistema sanitario. En el caso de los países en vías de desarrollo esta proporción entre retornos y coste sería hasta de 44 a 1.