Comercio con alma

La Marina del Port de Barcelona se queda sin papelerías-librerías: cierra la histórica E. Navarro

La jubilación de sus titulares entristece al barrio, tras casi 70 años de trayectoria en un local de las antiguas viviendas de la Seat

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Patricia Castán

Patricia Castán

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El título de este reportaje intenta resumir que cierra la papelería-librería E. Navarro y en consecuencia la Marina del Port (para muchos aún la Zona Franca), en Sants-Montjuïc, se queda sin la posibilidad de comprar estos productos sin salir del barrio. Pero en realidad la histórica tienda que bajará la persiana el próximo junio es mucho más que un establecimiento de 70 metros cuadrados que alimentaba la cultura de proximidad.

Porque el pequeño negocio que abrió Enricue Navarro en 1955 también fue pionero en las viviendas de la Seat y ejerció de lámpara de Aladino, en versión doméstica, proporcionando los más dispares artículos en lo que entonces parecía un pueblo. Barcelona estaba 'lejos' y este emprendedor quiso facilitar la vida a sus nuevos vecinos: que si un cuaderno, o una toalla, o una botella de salfumán traída "de la ciudad", o un juguete que desde el escaparate ya alegraba a los niños que correteaban en pantalón corto por el paseo de la Zona Franca, 181.

Enrique Navarro, padre de los actuales titulares, y que abrió la tienda en 1955 en las viviendas de la Seat.

Enrique Navarro, padre de los actuales titulares, y que abrió la tienda en 1955 en las viviendas de la Seat. / Papelería E. Navarro

Tras casi 70 años de trayectoria, quienes han tomado la difícil decisión son Enric y Esther, hijos del fundador, que han pasado literalmente su vida hasta la jubilación tras el mostrador o en la recámara del negocio. Su padre compró el local siendo soltero, conoció enseguida a su madre, y de hecho él y su hermana Eugenia nacieron a nacer allí porque la familia vivió unos años modestamente en la trastienda. Esther ya llegó al mundo cuando se habían instalado en un piso en el barrio, pero el comercio fue desde el minuto uno un punto de encuentro de la comunidad.

Los hermanos Enric y Esther Navarro, actuales titulares de la librería, este viernes.

Los hermanos Enric y Esther Navarro, actuales titulares de la librería, este viernes. / Marc Asensio

Y así ha sido hasta ahora. Hasta el punto de que han organizado una despedida de tres meses, alertando al vecindario del adiós y agradeciendo el apoyo de tantas generaciones de clientes. "No podíamos irnos de un día para otro porque tenemos vecinos mayores que no vienen mucho, pero tenían derecho a saberlo", relata Esther. "Hay clientes que se nos ponen a llorar, hay muchos recuerdos", añade. No solo de los abuelos del barrio, también de las estirpes que compraron sus libros de texto, cuadernos, muñecas o cromos durante muchos años. Por ello, han creado un mural de fotos y un emotivo texto en su aparador.

Sin relevo familiar

"Gracias a la fidelidad de nuestros clientes hemos podido aguantar épocas muy complicadas", reza un párrafo. Y es que al morir el patriarca su hijo Enric tomó formalmente el relevo, junto a su hermana menor y su madre, ya que solo cerraban tres días al año. Hubo momentos en que el negocio no daba para tres sueldos y él lo combinó con otro empleo, expplica,. Su jubilación y el hecho de que la tercera generación tenga ya otras profesiones "menos sacrificadas" les llevan a bajar el telón, cuenta ella. "Es un negocio que ahora tiene mucha competencia en centros comerciales e internet, y deja poco margen", añade, a sabiendas de que ni en la Marina del Port ni en la nueva Marina del Prat Vermell hay más librerías. El barrio vecino que empieza a florecer aún es casi un desierto comercial.

El histórico negocio del paseo de la Zona Franca, en una imagen de su archivo.

El histórico negocio del paseo de la Zona Franca, en una imagen de su archivo. / Papelería E. Navarro

Nada que ver con antaño. El camaleónico negocio se adaptó siempre a los tiempos, primero casi como un bazar que cubría necesidades infinitas. La matriarca zurcía medias a las mujeres del barrio y era su corsetera. Con el tiempo la tienda se fue especializando como papelería, prensa y juguetería, y hace más de 30 años hizo una apuesta decidida también por los libros. Sitúan su etapa más floreciente en los años 80 y 90, sin apenas competencia y cuando el barrio ya sumaba generaciones y público de todas las edades.

El mural de despedida con fotos y un texto que han instalado en la papelería E. Navarro.

El mural de despedida con fotos y un texto que han instalado en la papelería E. Navarro. / Marc Asensio

En E. Navarro no habrá liquidaciones ni prisas. Han ido soltando gas desde abril y agotando de forma natural muchos artículos. Mientras tanto les han llovido las ofertas por sus paredes, para nuevos usos. "En un 98%" eran de empresarios o emprendedores extranjeros, signo de los nuevos tiempos que marcan el comercio de proximidad en muchos barrios. Saben que si el local no hubiera sido de su propiedad no habrían podido "resistir" tantos años ni guerras de alquileres. Por eso han elegido con mimo al que será su inquilino, descartando más fruterías, panaderías y bares que se han multiplicado en la zona. Ya tienen relevo de calidad, capaz de arraigar como ellos, avanzan.

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