FOTOGALERÍA | Así son las noches del MWC: dónde cenan, brindan y bailan los congresistas en Barcelona

El Mobile World Congress de Barcelona dura cuatro días… y otras tantas noches. Los miles de asistentes al gran encuentro profesional aprovechan la estancia en la capital catalana para prolongar el networking, cohesionar equipos corporativos y afianzar contactos externos durante las horas libres, más allá del recinto ferial. Sin las grandes fiestas precovid, cuando se cerraban discotecas enteras para directivos y congresistas, este 2024 se ha caracterizado por las salidas en grupo a restaurantes, bares, coctelerías y alguna pista de baile.

EL PERIÓDICO ha visitado algunos de estos escenarios este martes por la noche y los ha retratado a través de la cámara y la mirada del fotoperiodista Jordi Otix. Una impresionante galería de 99 imágenes da cuenta de cómo vivieron la ciudad un buen número de visitantes.

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El objetivo de Otix ha captado por ejemplo las conversaciones distendidas de numerosas cenas de grupo en restaurantes de la ciudad. Un paisaje aún más masculino que femenino, con muchas americanas pero ya pocas corbatas tras el largo día en stands y conferencias. Algunos de los locales que han acogido cenas de congresistas este martes han sido el Windsor del Eixample o El Passadís del Pep del Born, donde podían verse en reservados y mesas redondas.

Curioso ha sido el caso de la Torre de Alta Mar, donde han coincidido en la misma sala altos dirigentes de Huawei y de Ericsson. El negocio ha tenido la buena intuición de separar los grupos con unas grandes cortinas, para que la conversación pudiera fluir sin temor a indiscreciones. En el restaurante Enigma, de Albert Adrià, pudo verse a los comensales saludar al equipo de camareros y de cocina, colocados en fila para saludarles.

Un poco más tarde llegó el turno de las primeras copas, preferiblemente en locales pintorescos de la ciudad. Uno fue el Tracatrá, restaurante y también local del primera copa inspirado en la rumba catalana, a poca distancia de plaza Catalunya. Al podio de una bailaora y los músicos se animaron a subir algún que otro congresista, como una joven empleada asiática o un sénior con ganas de zapatear. Otro punto de atracción fueron las terrazas del Brisa, en el Palau de Mar, por sus vistas al Port Vell.

También triunfaron locales del centro como el Sauvage del paseo del Born o la coctelería Monk escondida tras un colmado 24h y bautizada como la “hermana mayor del Paradiso”, el tercer mejor bar del mundo según el World's Best Bars. Para rematar la noche, una parte se atrevió con las pistas de baile –o al menos las mesas vip con vistas a la pista– de Shoko, Carpe Diem y Opium, en el frente martítimo. Y algún que otro se desvió hacia la sala erótica Bagdad, en el Raval.

Una legión de taxis y sobre todo VTC negros transportó a los asistentes de aquí para allá, incluso en furgonetas con luces led en la puerta y mesa interior. El paseo marítimo se llenó de vehículos a la espera de quiénes salían de los locales, que se prodigaban en abrazos y apretones de manos antes de subir a bordo. Despedidas visiblemente cordiales, quizá incluso rematadas con un “hasta el año que viene”.

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