Fenómeno mundial

Fiebre por Worldcoin en Barcelona: "Si me pagan, a estas alturas el iris ya me da igual"

Criptomonedas a cambio de escanearse el ojo: Qué es Worldcoin

Dos horas de espera para escanearse el iris por dinero en La Farga de L'Hospitalet

Protección de Datos investiga a Worldcoin, el negocio que escanea iris a cambio de criptomonedas

Estand de Worldcoin en el centro Westfield Glòries, donde escaneaban los iris, mientras se hacían colas en el exterior del recinto.

Estand de Worldcoin en el centro Westfield Glòries, donde escaneaban los iris, mientras se hacían colas en el exterior del recinto. / Elisenda Pons

Patricia Castán

Patricia Castán

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con mucha más naturalidad que cuando posa sacando pómulos para su cuenta de Instagram, la veinteañera Maria Marcela inmortalizaba este martes su iris en el mini stand de Worldcoin, a pie de Carrefour, en el centro comercial Westfield Glòries, donde los compradores que pasaban no entendían la expectación de tantos jóvenes dispuestos a aguardar más de una hora de cola móvil en mano para abrir bien el ojo ante el escáner. Se trataba de la pieza central de Worldcoin, el proyecto de Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, la firma responsable del famoso ChatGPT: una plataforma donde los usuarios puedan crearse una identidad digital anónima y verificada que garantice su privacidad en internet y que les sirva para distingirse de la inteligencia artificial (IA), algo así como un DNI digital. 

"Alucino, llevan meses aquí pero no sé qué pasa hoy", decía una dependienta del recinto que ya se lo hizo en verano. Lo que sucedía es que la criptomoneda de moda cotizaba a casi siete euros y se convertía en "dinero fácil", con un efecto llamada descomunal desde redes sociales y por boca-oreja. Y es que traer amigos tiene premio, así que la marea humana multicultural engordaba la nueva cuenta corriente-monedero de cada uno de los primeros y entusiastas usuarios.

La dependienta daba fe a este diario de que el asunto era lucrativo: "Yo no recomendé a nadie, pero como cada lunes me daban tres monedas más y fue subiendo, al final me lo vendí, me dieron 193 euros, por no hacer nada". Un nada discutible según el valor que uno otorgue hoy día a poner su iris en circulación. Maria Marcela, que llegaba de Montgat y llevaba más de una hora aguardando a la entrada del centro comercial, tenía clara su motivación: "A estas alturas el iris ya me da igual si me pagan", razonaba teniendo que en cuenta que Facebook, Amazon, Instagram, Tik Tok y demás "ya lo saben todo de nosotros".

Es más, en la cola convivían quienes pasaban "olímpicamente del iris" y tenían claro el cortoplacismo de ingresar algo de dinero rápido, y quienes se habían documentado sobre el procedimiento y la empresa --"al saber que está detrás el creador de OpenAl hay confianza", esgrimía el cubano Daniel-- para llegar a la misma conclusión. Que ya "nadie tiene control de sus datos". Es más, algunos insistían en que al no dar nombres o documentos de identidad, la identidad digital creada por Worldcoin era mucho más segura.

Eso predicaba el personal de la empresa, asegurando que la "infinita lista" de iris no va a ninguna parte más allá que distinguir "seres humanos" y hacerlos únicos, sin posibilidad de copia o suplantación, como otros formatos. Solo el QR identifica al cliente, aunque luego como se vincula a una cuenta (de Google, por ejemplo), hilaba Daniel, de 27 años y con el rodaje previo haber ganado más de 600 euros con los bitcoins. Al final "todos saben todo de nosotros". Las teorías abundaban a pie de cola, pero no desanimaban a nadie.

Fenómeno expansivo

Curiosamente los autóctonos eran escasos en un torbellino de interesados procedentes sobre todo de países latinoamericanos, así como marroquís, indios, tunecinos y otros orígenes. ¿Por qué? De entrada muchos confesaban haber tonteado ya o ganado algo de dinero con los bitcoins, otros tenían tiempo libre, otros veían una "oportunidad". Elvis, de 23 años, era de los que venía con amigos. Uno arrastraba a otros, y su cartera crecía. "Puedo invitar hasta cinco personas, y ganar hasta 80 monedas más", relataban. En la fila había no pocos repartidores de Glovo que sin soltar la bici se intentaban ganar un extra.

El folleto donde Worldcoin explica sus claves detalla que que consiste en una "identidad digital que preserva la privacidad (World ID) y donde la ley lo permite, una moneda digital (WLD) que se recibe simplemente por ser humano", y va a parar al correspondiente monedero personal. Es también una "nueva forma de compartir la prosperidad tecnológica que se avecina", relatan, hablando de "oportunidades económicas" "privacidad", "procesos democráticos globales" y el "camino potencial hacia la renta básica universal". Firmado por Sam Altman y Alex Blania.

Un discurso que podía superar a muchos de los presentes, que sí entendían un mensaje más claro: "Hoy dan casi 70 euros", relataba Amir, llegado desde Badalona con cita previa y armado de paciencia. "Puedes invertir para ver si sube y sacar beneficio, o puedes venderlo", explicaba, convencido. "Hoy gano más aquí que vendiendo chicles en la Renfe", relataba un treintañero, que sacaba cuentas para exprimir amistades y apurar las vías sociales de ganancia antes de "vender en cuanto pueda" las criptomonedas.

Suscríbete para seguir leyendo