El día de la suerte

Víctor, el lotero que ha repartido el Gordo y cuatro premios más en Barcelona: poseedor de una piedra de la suerte y aprendiz de su abuela

El 88008, el Gordo, cae en el área de Barcelona pero Madrid se lleva la palma

El Gordo de Navidad deja 8 millones en el centro de Badalona: “Es una emoción indescriptible”

Jordi Ribalaygue

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El epicentro de la suerte de la Lotería de Navidad de 2023 se halla en el centro comercial de Las Arenas. Víctor Fernández ha agotado este viernes todas las reservas de lo increíble: su administración, la 336 de Barcelona, ha repartido el Gordo y cuatro quintos premios del sorteo extraordinario. De su mano han salido 896.000 euros. 

“Aún no me lo creo. ¡No hemos parado de repartir premios!", exclamaba el lotero, tratando de encontrarle sentido a una carambola prodigiosa. "Con el primer quinto, hemos dicho: ‘¡Qué bien, un premio!’ -relataba, extasiado-. Pero hemos continuado con otro, y otro, y otro más… Un amigo me ha escrito para decirme: ‘¡Vas a ser el rey de los quintos!’. Pero luego ha venido el Gordo. ¡El Gordo en Barcelona! Hacía mucho que no tocaba. Y, encima, ha tocado en Las Arenas”.  

El puesto de venta de los grandes almacenes puede preciarse de haber protagonizado una proeza inédita. Durante las dos primeras horas de sorteo, ha entregado cuatro de los ocho quintos premios del sorteo extraordinario, 16 décimos vendidos en ventanilla de los 77 que disponían del 45.353, el 88.979, el 1.568 y el 57.421. Hasta ahí, la retahíla era de aúpa, pero es que el establecimiento de la plaza Espanya ha acabado marcándose un repóker: el colofón ha llegado cuando ha salido el Gordo, un tardío 88.008. Han colocado dos décimos de las dos series que se agenciaron del primer premio. Cada uno de ambos billetes es intercambiable por 400.000 euros, si bien los agraciados cobrarán 328.000 euros una vez descontado el mordisco de Hacienda

Víctor sospechaba que tan buen fario solo podía deberse a las radiaciones de su amuleto, una roca de oro que reposa sobre el escaparate. “Quien puede sentirlo dice que emite algo especial. Y es última tecnología en conexiones espirituales con la diosa Fortuna. No puedo contar más. ¡Que todo se sabe!”, bromeaba Víctor, pícaro.

Antes de que se alumbrara el Gordo, el lotero invitaba a un cliente a frotar el boleto en el pedrusco dorado. “Muy importante: páselo por la piedra”, sugería. Ya desatado tras el premio grande, ha oficiado su particular ritual con el fajo de boletos que un hombre se ha llevado para el Niño. "Diosa Fortuna, ahora que estás aquí con todos nosotros: manifiéstate", ha recitado Víctor. "Bien. Pues el día de Reyes vengo a cobrar", ha zanjado el comprador, conforme.

Los consejos de Doña Isabel

Víctor tiene 30 años y abrió la administración en el sótano del centro comercial en 2015. El joven no le quitaba méritos a su abuela, su maestra y consejera en esto de esparcir la suerte. No ha logrado hablar con ella esta mañana: tenía el teléfono abrasado a llamadas para preguntarle el motivo de ser poseedor de tan meritorio azar.

“Mi abuela, Isabel, tiene 84 años. Desde pequeño la he visto vendiendo lotería. Mis padres no se han dedicado a esto, pero yo me decía: ‘Me gustaría repartir millones’”, confesaba Víctor. Risueño, ha mantenido la flema pese al pelotón de micros y cámaras y el arsenal de botellas de cava que se han descorchado. “Ha sido una campaña dura, con muchas noches sin dormir. La suerte existe si la trabajas. Mucha gente ha confiado en nosotros. Hemos tenido colas larguísimas: daban la vuelta aquí hasta la boca de metro… Y todos pasaban los décimos por la piedra”, remataba. 

Víctor Fernández levantando el rótulo con el número premiado con el Gordo, en la administración de lotería de Las Arenas, en Barcelona.

Víctor Fernández levantando el rótulo con el número premiado con el Gordo, en la administración de lotería de Las Arenas, en Barcelona. / JORDI OTIX

Por cierto, su abuela sigue al frente de una administración en Mancha Real, un pueblo de Jaén. “Cada año dice que se retira pero aún sigue ahí. Nos intercambiamos números. Hay gente que viene aquí a por los números de mi abuela. Y yo le envío a ella. ‘Dame los décimos de tu nieto’, le piden”, cuenta.

Los números que han desbordado la alegría en Las Arenas no son compartidos con la parada jiennense de Isabel. “Estamos abonados a ellos por Navidad. Solo los traen si saben que van a tocar”, continúa Víctor, entre carcajadas. Más serio y emocionado, revelaba los consejos que su abuela le ha transmitido: “Que sea como soy, que siga así, que trabaje… Y que confíe en mí”.

En la estela de La Bruixa d'Or

Que caigan cinco premios en un mismo establecimiento es asombroso. Víctor no cree que se trate solo de un golpe de suerte, sino el resultado de “trabajar mucho, día a día, y tener fe”. La portentosa cadena de fortunas del negocio de Las Arenas emula a los buenos tiempos de la Bruixa d’Or, en Sort. Décadas atrás, el local situado en la provincia de Lleida se labró ser la mayor suministradora de lotería en España, al hilar una ristra de premios consecutivos que le otorgaron fama.

“En Barcelona, gracias al trabajo y a la diosa Fortuna, ya éramos un referente para los clientes", presumía Víctor. "La semana pasada, dimos el primer premio de la Bonoloto; el año pasado, repartimos un cuarto y un quinto premio de Navidad y, antes, fue un segundo del Niño… -ha enumerado- Tenemos unas ventas normales, no tenemos un volumen industrial de ventas. Pero quizá ahora nos conozcan más”. Por lo pronto, Víctor se baña en confeti y cava, mientras se encomienda a la piedra de oro y las enseñanzas de su abuela.