Turistas problemáticos
Vecinos de barrios turísticos de Barcelona piden campañas en inglés contra el incivismo
Barcelona estudia cómo desbloquear el cobro forzoso de las multas a turistas incívicos
Carta de una lectora: "Incivismo turístico en Ciutat Vella"
Este lunes finalizó la campaña de comunicación sobre el civismo que el Ayuntamiento de Barcelona ha impulsado en verano en la calle, en los medios de comunicación y en las redes sociales. Era una de las medidas del Pla Endreça y al presentarla se dijo que estaría “en varios idiomas para llegar a turistas y visitantes”. Concretamente, en catalán y castellano y también en inglés en aquellas temáticas de interés para los turistas, como el ruido o los botellones.
Sin embargo, una vez desplegados los carteles y las lonas, se pudo observar que el inglés tenía una presencia mínima. Por ello, las asociaciones vecinales de Ciutat Vella piden ahora que este idioma que sirve de lengua franca para la gran mayoría de visitantes tenga más peso en futuras campañas para que sean más efectivas en barrios con mucho público internacional.
Esta última campaña –con lemas como "La millor nit és la que no t’aixeca del llit" o "La millor caca és la que no trepitja cap sabata" y un coste total de 277.544 euros– es el enésimo intento del consistorio para concienciar sobre la importancia de la convivencia ciudadana. La lengua predominante es el catalán, como prevén las normativas de publicidad municipales. Una prevalencia general que las entidades vecinales no lo comprenden que se aplique cuando el mensaje quiere hacerse llegar al público no local.
“Es como un insulto para los vecinos”, denuncia Teresa Picazo, de la asociación de vecinos del Gòtic. “Hechas así, estas campañas no van dirigidas a los turistas. ¿Por qué no las hacen en inglés?”, se pregunta. No es una carencia nueva, recalca, al recordar que las primeras pancartas pro civismo fueron “hace unos quince años en la Rambla y en la Rambla del Raval”.
Los vecinos del Triángulo Golfo del Poblenou, que han declarado la guerra al botellón y al ruido que les impide descansar, ya protestaron porque las banderolas de la campaña estaban en la calle Pujades, donde no hay locales de ocio nocturno. Pero cuando las han colgado donde tocan, también creen que algo falla: “No tiene sentido hacer estas campañas en catalán o castellano”, afirma Jero Lorenzo, portavoz de SOS Triangle Golfo.
“Se tendrían que orientar a los que nos visitan. Está bien que estén en catalán y castellano, pero también deben estar en inglés y otros idiomas”, coincide Miquel Prats, miembro de la Xarxa Veïnal del Raval y portavoz de la Xarxa Veïnal Contra el Soroll (XAVECS). “El mensaje no llega a quien interesa: la persona extranjera que no está vinculada al barrio y que genera problemas”, lamenta. Por eso tienen que dirigirse al foráneo, sobre todo en lo que respecta al ruido. Y con mensajes contundentes, más impactantes”, pide.
Escepticismo y mano dura
Más allá de las lenguas utilizadas, este tipo de campañas provocan escepticismo entre los representantes vecinales. Jordi Badia, portavoz de SOS Enric Granados, señala que los clientes de las numerosas terrazas de esta calle del Eixample son “una mezcla de nacionales, turistas y Erasmus” y que la publicidad genérica “no sirve de nada”. “El extranjero no mira ni escucha ninguna campaña”, considera.
En cambio, Enric Navarro, presidente de Stop Concerts, asociación de vecinos del Fòrum, pone más el foco en las consecuencias. “El problema no es el idioma de la campaña, sino el incivismo generalizado”, añade. Coincide con el nuevo gobierno municipal en la necesidad de una mayor capacidad sancionadora. “Sin intervención policial, las campañas no funcionan”, afirma Lorenzo. Muchas sanciones a visitantes no llegan a cobrarse y ahora el consistorio busca, por la vía tributaria, cómo forzar el embargo de deudas en el extranjero.
A inicios de septiembre, los tenientes de alcalde Albert Batlle y Laia Bonet hicieron un balance satisfactorio de la primera fase del Pla Endreça y presumieron de un incremento sustancial de sanciones. Los vecinos, en cambio, discrepan. “Estamos igual o peor que cuando empezó la campaña de comunicación del Pla Endreça”, juzga Badia, para quien la única solución es más mano dura. Es decir, muchas más multas. “Es la única opción válida en estos momentos. Sancionar y multar”, dice. Y eso, aseguran, no es lo que ellos ven en su día a día cuando observan los operativos de la Guardia Urbana en sus calles.
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